Mitos convenientes e imperialismo liberal
John Pilger
Information Clearing House

Traducido para Rebelión por L. B.

¿Cuál es el “-ismo” más poderoso y violento del mundo? La pregunta conjurará los demonios habituales, por ejemplo el islamismo, ahora que el comunismo ha abandonado el escenario. La respuesta, escribió Harold Pinter, apenas está «consignada superficialmente, no digamos documentada, y mucho menos aún reconocida», porque solo existe una ideología que se reclame no-ideológica, ni de izquierdas ni de derechas, la vía suprema: el liberalismo.

En su ensayo de 1859, Sobre la libertad, a la que los liberales modernos rinden homenaje, John Stuart Mill describió el poder del imperio. «El despotismo es un modo legítimo de gobierno para tratar con los bárbaros«, escribió, «siempre y cuando el fin sea su mejoramiento y los medios estén justificados porque consiguen efectivamente ese fin«. Los «bárbaros» eran grandes porciones de la humanidad a las que se exigía «obediencia implícita». El liberal francés Alexis de Tocqueville también creía en la sangrienta conquista de los otros como «un triunfo del cristianismo y de la civilización«, que estaba «claramente predeterminado a los ojos de la Providencia«.

«Es un mito agradable y conveniente [el de] que los liberales son pacifistas y los conservadores belicistas«, escribió el historiador Hywel Williams en 2001, «pero el imperialismo de tipo liberal puede ser más peligroso debido a su naturaleza abierta, a su convicción de que representa una forma superior de vida [al tiempo que deniega su] farisaico fanatismo«. Williams tenía en mente un discurso de Tony Blair posterior al 11 de septiembre del 2001 en el que Blair se comprometió a “reorganizar el mundo que nos rodea» según sus «valores morales«. Al menos un millón de muertos más tarde —solamente en Irak— este tribuno del liberalismo trabaja actualmente como empleado de la dictadura de Kazajstán por un salario de 13 millones de dólares.

Los crímenes de Blair no son algo inusual. Desde 1945 más de un tercio de los miembros de las Naciones Unidas —69 países— han sufrido algunos de los siguientes fenómenos, o todos ellos: han sido invadidos, sus gobiernos han sido derrocados, sus movimientos populares han sido suprimidos, su elecciones subvertidas y sus poblaciones bombardeadas. El historiador Mark Curtis eleva la cifra de muertos a millones.

Este ha sido sobre todo el proyecto del portaestandarte del liberalismo, los Estados Unidos, cuyo célebre presidente «progresista» John F. Kennedy, según recientes investigaciones, autorizó el bombardeo de Moscú durante la crisis cubana de 1962. «Si tenemos que usar la fuerza«, dijo Madeleine Albright, secretaria de Estado de EEUU durante la administración liberal de Bill Clinton, «es porque somos América. Somos la nación indispensable. Somos grandes. Vemos más allá en el futuro”. Cuán sintéticamente define el liberalismo moderno y violento.

Siria es un proyecto duradero. Este es un archivo de inteligencia conjunto de Estados Unidos y Reino Unido que ha sido filtrado:

«Con el fin de facilitar la acción de las fuerzas de liberación (sic)… ha de realizarse un esfuerzo especial para eliminar a ciertos individuos clave [y] proseguir [fomentando] disturbios internos en Siria. La CIA está preparada y el SIS (MI6) tratará de realizar en Siria pequeñas acciones de sabotaje y actos golpistas a través de contactos con individuos… un necesario nivel de miedo… enfrentamientos fronterizos [escenificados proporcionarán] el pretexto para la intervención… la CIA y el SIS deberían utilizar… sus capacidades tanto en el ámbito psicológico como el el terreno operativo para aumentar la tensión«.

Eso fue escrito en 1957, aunque podría proceder de un reciente informe del Royal United Services Institute titulado “Un curso de confrontación para la intervención”, cuyo autor afirma con un ingenioso eufemismo que: «Es altamente probable que algunas fuerzas especiales y fuentes de inteligencia occidentales hayan estado en Siria durante un tiempo considerable«.

Y así, una guerra mundial va cobrando cuerpo en Siria e Irán. Israel, esa violenta creación de Occidente, ya está ocupando parte de Siria. Esto no es noticia. Los israelíes se van de picinic a los Altos del Golán para contemplar una guerra civil dirigida por la inteligencia occidental desde Turquía y financiada y armada por los medievalistas de Arabia Saudita.

Tras haber robado la mayor parte de Palestina, atacado con saña el Líbano, hambreado al pueblo de Gaza y construido un arsenal nuclear ilegal, Israel está libre de la actual campaña de desinformación destinada a instalar a clientes occidentales en Damasco y Teherán.

El 21 de julio el comentarista del diario Guardian Jonathan Freedland advirtió que «Occidente no permanecerá al margen por mucho tiempo… Tanto los EEUU como Israel observan ansiosos los arsenales sirios de armas químicas y nucleares, de los que ahora se dice que está activados y en movimiento, temerosos de que Assad pueda optar por hundirse en medio de un letal estallido de gloria”. «¿Quién lo dice?” Los habituales «expertos» y fantasmas.

Al igual que ellos, Freedland desea “una revolución sin la intervención en toda regla que se hizo necesaria en Libia». Según sus propios registros, la OTAN lanzó 9.700 «incursiones de ataque» contra Libia, de las cuales más de un tercio se dirigieron contra objetivos civiles. Los ataques incluían [el uso de] misiles con ojivas de uranio. Echen un vistazo a las fotografías de los escombros de Misurata y Sirte y a las fosas comunes identificadas por la Cruz Roja. Lean el informe de UNICEF sobre los niños muertos, «la mayoría [de ellos] menores de diez años«. Igual que la destrucción de la ciudad iraquí de Fallujah, estos crímenes no fueron noticia, ya que las noticias convertidas en desinformación constituyen un arma de ataque perfectamente integrada.

El 14 de julio, el Observatorio de Libia para los Derechos Humanos, opuesto al régimen de Gadafi, informó lo siguiente: «La situación de los derechos humanos en Libia ahora es mucho peor que con Gadafi«. La limpieza étnica impera. Según Amnistía, toda la población de la ciudad de Tawargha «tiene aún prohibido regresar, [mientras que] sus casas han sido saqueadas y quemadas«.

En el mundo académico anglo-estadounidense los teóricos influyentes conocidos como «liberales realistas» han enseñado durante mucho tiempo que los imperialistas liberales —un término que nunca emplean— son pacificadores del mundo y gestores de las crisis, y no la causa de ellas. Han eliminado la humanidad del estudio de los países y han congelado su análisis mediante una jerga al servicio del poder belicista. Sometiendo a autopsia a países enteros, han identificado «Estados fallidos» (países difíciles de explotar) y «Estados canallas» (países resistentes a la dominación occidental).

Que el régimen sea una democracia o una dictadura es irrelevante. Lo mismo puede decirse de los contratados para hacer el trabajo sucio. En el Oriente Medio, desde los tiempos de Nasser hasta la Siria de hoy los colaboradores del liberalismo occidental han sido los islamistas, últimamente al-Qaeda, mientras que las nociones de democracia y derechos humanos, desacreditadas desde hace mucho tiempo, sirven como cobertura retórica para la conquista, “según las necesidades”. Plus ça change(1)

 

NOTA:

(1) La frase francesa completa reza: “Plus ça change, plus c’est la même chose”. Cuanto más cambia [algo], más igual permanece.

 

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article32370.htm