Rómulo Pardo Silva
Estados Unidos y sus socios occidentales ejecutan los pasos para el control del planeta y la propiedad de sus recursos en vías de agotamiento. Utilizan todos los medios y el militar es lo más visible. Los únicos que pueden y deben detenerlos son China y Rusia unidos.
Un artículo de Melkulangara K. Bhadrakumar*, exdiplomático indio, muestra que hay problemas para una imperiosa y evidente alianza ruso-china contra la “hegemonía imperialista”. Los dos países saben que se les está apuntando con armas nucleares pero priman temores e intereses de corto plazo y la mayor responsabilidad es de Rusia.
China enfrenta una peligrosa situación militar por territorios frente a Japón que despliega el sistema de defensa de misiles norteamericano, Viet Nam, Corea del Sur, Filipinas, todos de algún modo abiertos a una participación del Pentágono. En estas circunstancias Beijing envió un emisario a Moscú para discutir un apoyo soberano mutuo; la respuesta rusa fue evadir la toma de partido en los conflictos.
La no fácil relación rusa con China parte de que su prioridad es la integración con Occidente. Una explicación adicional es que Rusia tiene actualmente una excesiva dependencia de la inversión y el comercio chino y para disminuirla busca socios en otras direcciones.
Moscú quiere mejorar sus relaciones con Washington para llegar a un acuerdo sobre el escudo antimisiles en sus fronteras y evitar críticas a su política interna. Para ello da paso a la OTAN por su territorio hacia Afganistán y participa en ejercicios navales conjuntos en Hawai.
Rusia tiene problemas con Japón por las Islas Kuriles, pero intenta que dadas sus muy fuertes tensiones con China los nipones inviertan en el desarrollo de Siberia y el Lejano Oriente.
Aunque sea preocupante para China la demanda de Viet Nam en el Mar de China Meridional, los rusos tienen ahí su segundo mercado de venta de armas y persiguen una alianza para volver a tener una base naval en el golfo de Cam Ranh.
Mientras Gazprom está activo para establecer relaciones con otros países las negociaciones para vender gas a China permanecen estancadas.
Moscú no logra el despegue de Siberia y el Lejano Oriente y desea la participación japonesa que no se decide por el problema de las Islas Kuriles. China en cambio tiene la voluntad de invertir pero Rusia no confía en sus objetivos de largo plazo y teme una migración china a su vasto territorio.
Junto a lo anterior se aprecia en Rusia un nacionalismo y una sinofobia generalizados. Los medios alimentan en la gente común estereotipos como que los chinos buscan expandirse a su país, sus artículos son de mala calidad, son campesinos incultos, visten mal.
En contraste China ha estado con Rusia en los vetos sobre Siria en la ONU aun cuando no tiene una base militar ni ningún interés allí, como es el caso del Kremlin, exponiéndose a represalias de los países árabes del golfo que le suministran petróleo.
En el otro lado China tiene intereses que afectan muy poco la alianza con Rusia. Mientras los rusos pueden enojar a los estados del Consejo de Cooperación del Golfo, los chinos son más cautos, Arabia Saudita es su fuente principal de petróleo, tienen inversiones en Kuwait y han recibido inversiones de Qatar. En Egipto sus buenas relaciones con Mursi se expresaron en que su primera visita de estado luego de elegido fue a Beijing, en tanto Rusia toma distancia de la Hermandad Musulmana.
Los pueblos en desarrollo necesitan un mundo multipolar y solo puede resultar de una firme alianza chino-rusa. Esos gobiernos deben dirigirse por sus objetivos de futuro y dejar de lado diferencias que frente a la gran amenaza son casi insignificantes.
Separados rusos y chinos su riesgo es ser sometidos o destruidos por Estados Unidos y sus socios.
Referencia