Saúl Landau
Progreso Semanal

En junio y julio, la guerra a las drogas prosiguió a paso acelerado cuando  agentes de la DEA y matones militares hondureños masacraron a algunos indios  miskitos en Honduras –sospechosos que supuestamente contrabandeaban drogas en  pequeñas embarcaciones. La policía en Estados Unidos realizó miles de arrestos  relacionados con las drogas y los médicos recetaron drogas para cientos de  miles de tristes y desmotivados adultos y niños. Pero en México, la historia de  gente muerta (policías y civiles) abunda en la interminable gueera a las  drogas. Todos los días leemos de atrocidades cometidas por narcopandillas  rivales mexicanas en colusión con el ejército o la policía. La guerra a las  drogas no tiene mucho sentido en una nación donde una persona triste que va al  médico se droga (legalmente) y una persona triste que se fuma un porro corre el  riesgo de ser arrestada.

[I]Salvajes, [/I] de Oliver Stone, muestra cómo una historia  trivial de amor y negocios desemboca en la violencia narco fronteriza mientras  el director lanza su ataque cinematográfico nada tendencioso a la guerra a las  drogas.  Situada en la región playera del  sur de California, con mansiones que salen de los acantilados, surfistas  bronceados que lanzan discos Frisbees y muchachas en bikinis como extras, [I]Salvajes[/I] examina el negocio de la  mariguana y la crueldad de las corporaciones criminales (cárteles mexicanos)  para ampliar sus mercados en el territorio de pequeños traficantes  independientes como Chon (Taylor Kitsch) y Ben (Aaron Johnson), amigos cercanos  que comparten todo. Chon, SEAL  de la  Marina y veterano de Irak cuya mente permanece en la guerra, y el filantrópico  Ben orientado a lo “verde”, con un título en Botánica de la Universidad de  California en Berkeley, son socios en la producción  de mariguana y el negocio de la distribución.

Ben cultiva superhierba, trata con justeza a sus trabajadores y clientes, y  Chon se ocupa de cualquier desacuerdo físico que emerja. Ellos también aman a  la misma pobre muchachita rica, Ophelia (Blake Lively), cuyos padres no  atienden a sus necesidades emotivas, pero le han  comprado de todo. Ophelia, con una gran  necesidad de amor de sus padres, adora a los dos amantes de figura paterna. Con  su amante veterano de Irak, ella “tiene orgasmos mientras él tiene  ‘guerrasmos’.” Él es metal. Con Ben, que es madera, hace el amor. Es  interesante ver cómo una joven belleza de padres absentistas escoge a dos  sementales hippies de negocios y ellos refuerzan su amistad compartiéndola. Sin  embargo, su perfecta combinación –para ella– y el ideal [I]ménage à trois[/I] de Hollywood en el litúrgico Laguna Beach es  interrumpido por el mensaje de un cártel mexicano de las drogas –el video de una  decapitación– que desea participar en su fabuloso negocio del humo. Llegan la  violencia y el caos al argumento porque, según les informa el agente de la DEA  a quienes ellos pagan, no se les dice que no a los cárteles del delito. Alguna  ausencia de realismo aparece en esta parte del argumento, tomado de la novela  de Don Winslow [I]Savages.[/I]

En este filme, [I]Asesinos Natos [/I]y [I]Wall Street, [/I]ambos del propio Stone, se  combinan para ofrecer un ensayo cinematográfico de lo que sucede cuando el  negocio se convierte en crimen, gracias a la guerra a las drogas. Nuestros  héroes, que venden hierba de alta calidad a los usuarios de Laguna Beach  necesitados del producto, deben ceder o resistir mientras Elena, la reina del  cartel, papel interpretado por Salma Hayek, les obliga a tomar una decisión al  secuestrar a Ophelia. “No pueden amarla tanto como se aman el uno al otro”,  dice ella de la relación entre Chon y Ben. Salma cena con  su cautiva y siembra sentimientos maternales.  Ophelia también comprende lo que pudiera haber sido tener una madre que cuidara  de ella. Pero todas las sutilezas desaparecen ante la presencia de la villanía  banal, Lado, representado por Benicio del Toro, el que hace cumplir los deseos  del cártel y se convierte en un sádico malvado y asesino muy creíble cuando,  después de recibir en la cara el salivazo desdeñoso de Ophelia, se traga lujuriosamente  parte de la saliva y se limpia el resto con el pelo de ella.

Stone no convierte a [I]Salvajes[/I] en  un pedante filme didáctico contra las drogas. Sin embargo, el espectador  entenderá, gracias al papel de Dennis (un John Travolta regordete que se está  quedando calvo), un agente de la DEA que toma sus salarios del gobierno de  EE.UU., los traficantes independientes de yerba y el cártel. Este “coca-tel” de  filme de Stone desata la violencia desenfrenada de la verdadera guerra a las  drogas, así como la sexualidad remanente de la década de 1960 que se desarrolló  alrededor de mucho consumo de mariguana y cocaína. Pero [I]Savages[/I] no se convertirá en el típico filme de verano que agrada a  los adolescentes. El trío autocompasivo que se droga, tiene relaciones  sexuales, hacen [I]surf[/I] y comen  excelentes platos no llegan a convertirse en héroes de una obra maestra. Pero  es divertido verlos y el filme castiga a los promotores de la guerra a las  drogas donde debieran sentir un poco de dolor, a pesar de su insensibilidad a  la realidad.[U][/U]

Realidad. El 11 de julio, el gobierno federal presentó documentos para  incautarse de propiedades en Oakland y San José con el fin de cerrar la mayor y  más visible operación de dispensarios de mariguana con fines terapéuticos.  Copias de la Reclamación de Confiscación federal fueron pegadas en la puerta de  acceso a dos dispensarios de mariguana en Oakland y San José, California, bajo  el pretexto de “violación de la ley federal”. En otras palabras, la guerra a  las drogas garantiza que las empresas criminales de las drogas continúen  floreciendo en sus negocios y su violencia. ([I]LA Times, [/I]11 de julio.)

Frente a la sala de cine, todos pueden ver cómo el Departamento de Justicia  utiliza los recursos federales para arrestar y procesar a individuos que  cumplen las leyes de su estado para el [I]cannabis[/I] medicinal. En julio, la Cámara de Representantes –a pesar de la oposición de  sus electores–  efectuó una votación de  262 a 163 [U]para derrotar [/U] una  enmienda al presupuesto federal que trataba de evitar que el gobierno federal  gastara los dólares de los contribuyentes en perseguir actividades relacionadas  con la mariguana terapéutica y que cumplan con las regulaciones estatales.

Adolescentes curiosos probarán la mariguana. Los menos curiosos solo  beberán alcohol. La policía puede castigar a los curiosos; los bebedores menos  curiosos, después de llegar a los 18 o 21 años, se convierten en legales.  En el filme, un romance triple, niños  crecidos que buscan a sus padres, negocios aventureros con drogas que buscan  expandir o limitar los riesgos, y mucho sexo y violencia hacen una combinación  segura para un éxito cinematográfico. Al final –en realidad dos finales– uno  podría preguntar: “Entonces, ¿quiénes son los verdaderos salvajes?” Y “¿qué los  hace incivilizados?”

Fuente: http://progreso-semanal.com/ini/index.php/eeuu/5136-la-guerra-a-las-drogas-produce-salvajes