Manuel. C. Martínez M.
Tres características nos ofrecen un nítido perfil del aporte de Carlos Marx en favor de toda la humanidad de su entonces y de las generaciones por venir:
Primera: Supo, con una maestría de primera, articular armoniosamente las tres (3) fuentes de lo que hoy conocemos como el pensamiento filosófico histórico materialista o la expresión más acabada y actualizada del pensamiento humano desde hace más de 16 décadas:
1.-La Filosofía hegeliana adaptada a la concepción materialista, de longeva ocurrencia en los seres humanos, o sea, con rechazo radical de la concepción platónica que tanto ha pesado en la historia del hombre pensante, y hoy se halla en extinción, y que desde Marx hacia acá se resume con carácter de cotidianeidad en la frase: Primero somos, trabajamos y comemos, para luego digerir y pensar;
2.- La Sociología, que subsume todos los componentes materiales y espirituales de la lucha de clases desde la aparición de la propiedad privada, y
3.- El descubrimiento de la verdadera fuente de la riqueza expresada en bienes, en valores de uso y no en precios dinerarios: descubrió la fuente de la riqueza en unos pocos y la concomitante pobreza en muchos; concretó la abstracción del término riqueza de las naciones para determinar que la riqueza es un potencial y una creación exclusiva de la mano de obra, de los trabajadores, ayer esclavos, siervos, y hoy asalariados (eufemismo de expropiados).
Segunda.-Luego de esa introducción, como sabemos, la obra de Marx, plasmada en El Capital, en su Contribución a la Crítica de la Economía Política, conducidas por el camino ya desbrozado con su obra compartida con Federico Engels, El Manifiesto Comunista, derivó en una nueva manera de ver el mundo, de poner los puntos sobre las íes, pero ,
Tercera.- él no fundó ni remotamente el ejercicio del Comunismo como la inevitable y venidera forma de vida que remplazaría a todas las anteriores, y con la particularidad del posible retorno de la propiedad comunitaria, de la extinción de las clases sociales y del acabóse de las luchas entre los hombres, para estos asumir así su unión para trabajar, vivir y desarrollarse ad infinítum.
Como vemos, se puede ser comunista sin ser marxista, y por esa razón tenemos claro que Marx no fue responsable de este odio que su trabajo generó contra el cambio y reemplazo de la forma de vida capitalista que ha resultado ser la más oprobiosa concepción de vida para unos y muerte en vida para muchos.
Marx lo aclaró en uno de los valiosos Prefacios de El Capital, al punto de reconocer que no había bañado con frescas rosas la actuación de los terratenientes y capitalistas fabricantes, comerciantes y financistas, porque estas son personas de carne y hueso con un tiempo de vida naturalmente acotado, que su crítica la había elaborado sobre el sistema de producción, comercialización, financiamiento y distribución comandado por sus respectivas personalidades o protagonistas: los burgueses y proletarios, con la cual, si a ver vamos, ha habido una responsabilidad compartida por estos miembros de las correspondientes clases del modo Capitalista: los capitalistas enriquecen a la burguesía, y los asalariados se despojan de su esencia proletaria con miras a saltar la talanquera estructural de su origen proletario.
En el mismo Prefacio, Marx aclaró que él concebía el desarrollo de la formación económica de la sociedad en correspondencia con la marcha de su naturaleza y de su historia, y que él, menos que nadie, podía responsabilizar a las personas inversionistas, quienes no pasaban de ser criaturas de esas relaciones clasistas, de las cuales son socialmente sus criaturas, hagan lo que hicieren por dejar de pertenecer a ellas. El capitalista, pues, es anticomunista por naturaleza, mientras el proletario y trabajador es tendenciosamente comunista.
[1] El contenido de ese subtítulo resume y “detalla” la actividad teoricopráctica, económica, sociológica y filosófica de este portentoso científico del siglo XIX y del presente mismo. marmac@cantv.net