Fabián Pena


El 27 de marzo de 2005, el Comandante Chávez declaró que su gobierno era de corte socialista y que el socialismo en Venezuela sería de carácter democrático y participativo “en concordancia con las ideas de Marx y Engels”, planteando además revisar la tesis del socialismo cristiano y bolivariano. Estos conceptos fueron forjando el ideario del presidente, quien trató de difundir y materializar  el  nuevo socialismo propuesto en aquel 2005.


Varios años han pasado y muchos fueron los intentos desestabilizadores de la derecha internacional, sus intereses económicos y sus tanques mediáticos en intentar doblegar al bravo pueblo forjado en las luchas permanentes contra los poderes  más oscuros -de adentro y afuera- al que un presidente se ha enfrentado en esta América latina de los últimos tiempos.


En Venezuela se juega mucho más que el Socialismo del Siglo XXI en construcción permanente: no es solamente una elección presidencial en un país sudamericano luego de 14 años de gobierno de un presidente (uno de los más aceptados del continente). No es tampoco apropiarse del 15% del crudo con el que Venezuela abastece a Estados Unidos o de la primer reserva mundial de petróleo certificada y la cuarta o quinta de gas.


El gobierno de EE UU y todas sus agencias, la derecha mayamera y todas las derechas latinoamericanas y del mundo, han recibido la orden de apoyar al candidato de la antipatria, Capriles Radonski, para intentar golpear definitivamente al pueblo bolivariano, sus conquistas y su gobierno, y derrotar así luego de 200 años, la mayor gesta revolucionaria que ha vivido Venezuela. Esta derrota (supuesto negado) terminaría con los demás procesos soberanos que continúan desarrollándose o están en gestación en otros países de la región y produciría un retroceso colosal en materia de conquistas sociales, tal vez un retroceso civilizatorio nunca antes vivenciado.


La batalla comunicacional que debe librarse estas dos semanas será fundamental para detener la guerra psicológica global desatada contra Venezuela y las revueltas opositoras golpistas lanzadas inmediatamente despúes del aplastante triunfo del candidato de la Patria Grande, Hugo Chávez Frías, que inexorablemente sucederá el 7-O.