Ramón Ramón
ramonramon.org

Ya he contado en un montón de ocasiones como Microsoft, con diversas fórmulas de diferente calado moral, intenta acabar con la soberanía tecnológica de los países. Desde los diferentes métodos, tipo la primera dosis es gratuita, a la creación de bulos, como esta ocasión, a incluso romper la baraja y el libre mercado, imponiendo sus únicas soluciones.

Dado que además tiene su principal foco de atención puesto en Latinoamérica, de ahí que lleve todos estos últimos años protagonizando la nueva colonización, y donde, sin embargo, cada día más países basan su progreso y su desarrollo estratégico en el software libre, no como una cuestión de costes, sino de seguridad, independencia, futuro y soberanía, o lo que es lo mismo, se trata de futuro y libertad.

Si hace unos meses nos asombraba el desparpajo con el que el representante de Microsoft para Latinoamérica insultaba a los diferentes responsables políticos y técnicos, ahora no lo es menos que la representante de Microsoft Paraguay, tras lograr un importante feudo en Paraguay como es la educación -y mejor no entrar en la catadura legal y moral de como lo logró-, intente trasladar miedo, incertidumbre, duda,.. a otros países, con afirmaciones de una vileza tal, solo dignas de una representante de la multinacional tecnológica de las licencias y la esclavitud tecnológica.

¿Cómo es posible que afirme que “los productos libres son de mala calidad y de una vida útil muy corta…….debido a la obsolescencia de éstos en poco mas de un año se vieron obligados a cambiarlos por sistemas operativos comerciales de Microsoft.”?

Cuando si en algo se caracterizan las aplicaciones de software libre es justamente en todo lo contrario, son soluciones maduras, mantenidas por empresas y comunidades, que se actualizan con mayor velocidad que las privativas, que no están al dictado de momentos mercantiles, que presentan un número menor de errores en las líneas de código; y que además, nos permiten utilizar nuestro hardware durante mucho más tiempo, ya no solo porque tienen una inferior demanda de requisitos, sino también porque permiten la autoconfiguración y/o autoadaptación a nuestras necesidades. ¿O es que no han escuchado o leído cientos de casos con los que con software libre se han reciclado equipos informáticos y han vuelto a renacer? Y si no, que se lo digan por ejemplo a mis compañeros de Focus con el proyecto que vienen desarrollando en los campamentos de refugiados en el Sáhara.

Con software libre somos nosotros los que decidimos cuando y como actualizarnos, tanto a nivel software como hardware, mientras que con software privativo es el vendedor de licencias, el que decide cuando deberemos actualizar nuestros sistemas (tanto software como hardware).

Nunca olvidemos que Microsoft cuando nos hace promesas de regalos y bonitas tecnologías, lo único que hace es vendernos o semiregalarnos licencias de uso, nada más que licencias o royalties, que luego, cuando llegue el momento nos lo cobrará de dos maneras, esquilmando nuestras arcas públicas y sometiendo a nuestras futuras generaciones que solo conocen este tipo de aplicaciones.

Pero es que además dice que Uruguay abandona el software libre, cuando no se conocen noticias al respecto y todo lo que se sabe es que el Plan Ceibal (la versión uruguaya del OLPC) lleva ya más de 5 años, con los que se forman a diario todos los escolares de primaria en libertad. Como me dice mi amgio Ismael Castagnet: “el plan ceibal hace 5 años que está en Uruguay y entregó 380.000 computadoras con linux al 100% de los alumnos de educación primaria y acá nadie habla de que vaya a cambiar el sistema operativo”.

Ya está bien de escuchar a grandes consultoras y bufetes, a “iluminadas” representantes de la corporación tecnológica por excelencia, en hacernos creer, una y otra vez que, son las hermanitas de la caridad, debemos poner las tecnologías al servicio de la Sociedad, y no a la sociedad al servicio de las corporaciones tecnológicas.