Enrique de La Calle / APU

 

Miles de personas se manifestaron en varios puntos del país. Los unió el rechazo a Cristina y las consignas «No a la re re» y «Libertad – Libertad». Fueron sin organizaciones que los nucleara y no tienen fuerza política que los exprese.

 

Por Enrique de la Calle I Varios periodistas militantes de AGENCIA PACO URONDO recorrieron el cacerolazo para tener una impresión de primera mano. En esta edición puede leerse la opinión de José Cornejo. Por nuestro lado proponemos más líneas para interpretar las masivas manifestaciones de ayer.

Muchas cacerolas: Fue de las protestas más multitudinarias contra el kirchnerismo. Por la masividad y el perfil de los movilizados, se la puede relacionar con las marchas contra la inseguridad organizadas por Blumberg, aunque en aquel caso no tenían un claro sentido antikirchnerista.

Más acá, la memoria evoca los hechos ligados con el conflicto con las patronales agropecuarias de 2008. Sin embargo, sacando los actos en Rosario y en el Rosedal, nunca los cacerolazos que se sucedieron en diferentes jornadas fueron tan contundentes como el de ayer.

«Se va a acabar, la dictadura de los K»: Las consignas principales del encuentro pueden resumirse alrededor de la dicotomía autoritarismo versus libertades individuales. Ese tópico desplazó a otros clásicos de los reclamos opositores, como puede ser inseguridad o inflación. ¿Será cierto que esos dos últimos ítems están tan presentes en la agenda de un sector de la sociedad, como sostienen medios y políticos opositores?

La convocatoria debe haber superado con comodidad las 10 mil personas. En general, su perfil fue de clase media, o media – alta. Por supuesto, se colaron grupos provenientes de barrios más humildes. El cronista vio sorprendido cómo tres jóvenes de una casa de comidas rápidas salieron a aplaudir la llegada de una numeroso grupo. Todos gritaron: «Si este no es el pueblo…». Hubo chicos, jóvenes y adultos. Estuvo la señora cheta de barrio norte, pero reducir la convocatoria a ese estrato social es un error que no da cuenta de lo que ocurrió anoche.

Sobra decir que todos tenían trabajo y que a la mayoría les fue muy bien económicamente desde 2003 para acá. Que un reclamo que estuvo dando vueltas en la noche sea la restricción a la compra de dólares para viajar al exterior, es todo un símbolo de la época y del perfil de la protesta. En resumen: los protestantes no pidieron por empleo ni por una ayuda del Estado ante una situación de extrema precariedad.

Unidos y Desorganizados: Lo decíamos ayer: la derecha tiene una importante tradición en lo que hace a la ocupación del espacio público como forma de hacer política. No es facultad exclusiva de los sectores populares. Lo hacen con otra gimnasia y con menos experiencia. Pero vayan si saben movilizarse cuando quieren.

Anoche, los unió el espanto ante lo que consideran un Gobierno que «interviene demasiado en la vida de la gente», como resumió el periodista Julio Blanck después en una emisión del Grupo Clarín. En las redes sociales donde se convocó a la marcha muchos repudiaron un Estado que se «queda con buena parte de los salarios de los trabajadores». El propio dirigente sindical Julio Piumato difundió por su cuenta en Twitter ese mismo video. Además, muchos pidieron la reducción de la inversión social pública «que fomenta vagos y de la asignación por coger», como llaman a la Asignación Universal por Hijo que justamente antes de ayer recibió un aumento del 26% anual. Las caceroleros reclamaron por muchas cosas, es de atender que también lo hicieron contra la medida que implica una notable transferencia de recursos a favor de los sectores más vulnerables.

Las miles de personas no llegaron en grandes columnas, ni nucleadas alrededor de organizaciones políticas, a las que repudian. Lo hicieron en pequeños grupos, medio a la bartola, se fueron sorprendieron sobre la marcha con la masividad de la protesta. Hubo insultos a «los políticos», lo que hace difícil la tarea de construir un liderazgo que los represente. Dirigentes opositores quisieron montarse sobre el cacerolazo pero saben que no les será fácil capitalizarlo.

En 2008, los que conducían las protestas eran las patronales agropecuarias y había un objetivo preciso: rechazar la resolución 125 (¡Otra vez, el enemigo estatal!). Ahora todo es más difuso, porque incluso no existe una propuesta concreta para reformar la Constitución ni Cristina se ha expedido sobre ello. Veremos qué tienen para seguir diciéndonos las cacerolas.