El mundo en general y Siria en particular deberían prepararse para el momento “en que acabe el derramamiento de sangre y comience la transición política” en el país. Aunque Clinton no pudo “predecir” las fechas de la eventual caída de Al Assad, dijo que sabe que “esto ocurrirá”.
El papel de los mercenarios
Además, hay numerosos informes sobre “la presencia cada vez más masiva” en Siria de mercenarios extranjeros, “sobre todo ex combatientes de Irak” que apoyan a los insurgentes, indica el analista político y especialista en asuntos de Oriente Medio Adrián Mac Liman.
“Para EE.UU. y algunos de sus aliados árabes, en concreto Arabia Saudita y Qatar, es importante que los rebeldes se afiancen en el país antes de empezar el proceso de transición”, opina Mac Liman, que añade que “en este contexto el hecho de que haya cada vez más deserciones puede preocupar a Damasco y satisfacer a los intereses” de los que presentan la situación como el “desmoronamiento del régimen”.
El eje Damasco-Teherán
Sin embargo, las fuerzas gubernamentales no planean ceder ante los que Damasco considera terroristas. El 7 de julio Bashar al Assad mantuvo una reunión con Said Jalili, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, el principal aliado de Siria en la región.
Al Assad acusó a algunos «países occidentales y sus aliados» de tratar de quebrar el eje de la resistencia formado por Damasco y Teherán”, por lo que aquellos «apoyan el terrorismo», según los medio sirios. Por su parte, Jalili señaló que Teherán “no permitirá, a ningún nivel, que se rompa este eje”.
Algunos especialistas independientes consideran que Washington busca debilitar a Siria para poder cambiar el régimen iraní usando como excusa las preocupaciones por el avance del programa nuclear persa.