Si en la economía apoyamos la libertad del trabajo frente a la dictadura del capital y consideramos impostergable promover un sistema donde la clase trabajadora reciba lo que produce sin élites que se apropien del valor del trabajo ajeno; y por eso somos enemigos del capitalismo global, es por convicción científica.

Si en el tema de etnias y razas, rechazamos el mito eurocentrista y valoramos la diversidad de gentes de todos los colores que son iguales en inteligencia, fuerza y voluntad; y por nuestra visión filosófica la propaganda racista nos agrede, es por principio humanista.

Si en el ámbito del género defendemos la igualdad entre mujeres y hombres en todos los órdenes de la vida social y difundimos que la revolución feminista es una filosofía democrática; y por esto repudiamos el machismo, el patriarcado, el sexismo y la cosificación, es por conciencia social.

Si en la polémica de la religión en el siglo XXI repudiamos a los sectores dedicados a agasajar a los ricos y embrutecer a los pobres, así como a portadores de biblias y crucifijos que participan o encubren crímenes pederastas, es por realismo.

Si porque nos empeñamos en la una sociedad sin clases, los tarifados nos hacen la guerra, es por identidad clasista.

Engels muy bien lo precisó: “Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.”

 

jesussilva2001@cantv.net

Constitucionalista. Profesor UCV.

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