Javier Adler
Rebelion

Querido telespectador, no vayas a pensar que el gobierno de Ecuador es bueno por otorgar asilo político a Julian Assange. No lo es, es malo, muy malo, y si la noticia en cuestión te hace pensar lo contrario, nuestros profesionales del periodismo te recordarán de qué lado debes estar.

Ésa es la moraleja que debe extraer el incauto telespectador medio al consumir las noticia sobre Ecuador y Assange, tal como la produce TVE. ¿Pero cómo se transmite tal moraleja? Pues a saco, es decir, añadiendo un pegote después de narrar los hechos con desgana. Porque los hechos dejan mal a los buenos, los presentan como inquisidores que quieren matar al mensajero, mientras que los malos quedan bien, protegiendo al indefenso Assange de esa «caza de brujas» (1). Así que hay que añadir algo más, y TVE lo hace de la forma más cutre que cabe imaginar. Transcribo la coletilla propagandística con que terminaba la noticia el 19 de agosto, tanto en las noticias generales como en el canal de 24 horas:

“La tensión entre Ecuador y el Reino Unido no borra, sin embargo, los antecedentes de hostigamiento a la libertad de expresión del gobierno de Correa como de sus aliados de Venezuela y Bolivia, que ahora se erigen en sus defensores.”

Aquí hay que hacer dos observaciones. La primera es que no borra esos antecedentes, desde luego, porque no tiene nada que ver. Una cosa es otorgar asilo político a una persona que lo ha pedido, por considerar que su vida corre peligro, y otra la política comunicativa de un estado. Pero TVE tenía que decir algo, no podía consentir que el telespectador retuviera una buena imagen del gobierno de Correa. Así que mete ahí el recordatorio, «eh, no te fíes de las apariencias, que éstos son los malos».

Otro cantar es cuando los hechos parecen dejar bien a los buenos. Por ejemplo, cuando Europa condena la violencia en Siria y la violación de derechos humanos por parte de Al-Assad, nunca vemos una coletilla como

«Esta condena no borra los suculentos beneficios por la venta de armas de varios países europeos a Siria»

o

«Esta condena no borra el apoyo de occidente a otras dictaduras mucho peores que la de Siria, como Arabia Saudí, que aplastó a sangre y fuego la rebelión popular en Bahrein»

o

«Esta condena no borra el apoyo incondicional al estado terrorista de Israel, que se pasa por el forro tanto la legislación internacional como los derechos humanos de los palestinos»

o

«Esta condena no borra los cientos de miles de muertos civiles que dejó Estados Unidos con sus bombardeos en Irak, o sus bombardeos rutinarios a civiles en Pakistán y Afganistán»

Y así podríamos seguir con un gran número de ejemplos que pondrían de manifiesto la descomunal hipocresía de Europa y Estados Unidos a la hora de hablar de derechos humanos. Pero como los medios capitalistas están del lado de los buenos, nunca se hacen esos recordatorios. Así que cuando Estados Unidos y Europa hablan de derechos humanos, la noticia se rodea de un aura de solemnidad y seriedad, para que el incauto telespectador no suelte una carcajada, que sería la reacción lógica.

La segunda observación a la coletilla de TVE sobre Ecuador tiene que ver con su veracidad. Dejando aparte a Venezuela y Bolivia, para no extendernos demasiado, ¿es cierto ese «hostigamiento a la libertad de expresión» por parte del gobierno de Correa? Fijémonos en que TVE lo transmite de forma implícita, como si fuera algo tan obvio y conocido que no cabe ni cuestionarlo. Y lo dice rápido, como corresponde a la televisión, para que el telespectador no pueda detenerse y preguntarse, «un momento, ¿de qué hostigamiento me están hablando?».

Ese tipo de reflexiones críticas son raras. Primero porque la televisión está diseñada para ser consumida con un bajo nivel de atención, y segundo porque la inmensa mayoría de los telespectadores, cuando estén viendo la noticia de Assange, no estarán familiarizados con la política comunicativa de Ecuador, así que no podrán contrastar la afirmación implícita en esos breves segundos que tienen. Porque tras esa noticia viene rápidamente otra y la atención se va a otra parte. De modo que el mensaje queda grabado, y de la frase

«… no borra, sin embargo, los antecedentes de hostigamiento a la libertad de expresión del gobierno de Correa …»

el telespectador incorpora rápidamente

«el gobierno de Correa hostiga la libertad de expresión»

Eso sin haber mostrado el menor dato o argumento para apoyar tal afirmación. Todo un logro de la propaganda.

No es éste el lugar para analizar detalladamente la relación entre el gobierno de Ecuador y los medios de comunicación (2), pero sí comentaré un aspecto muy relevador sobre el concepto de «libertad de expresión» que utilizan los medios capitalistas. Tomaré para ello un artículo de Miguel Ángel Bastenier, publicado en El País el 22 de agosto. Comenta el autor la nueva ley de Comunicación de Ecuador,

«… una ley de Comunicación, coronada por un ente regulador y un reparto de frecuencias que romperían en favor del gobernante el precario equilibrio que aún se mantiene porque al presidente le faltan los escaños necesarios para aprobarla en el Senado.» (3)

¿Y cuál es ese reparto de frecuencias? El autor no lo dice, claro, porque entonces se vería claramente que miente (¡desinformación!) Pues resulta que el reparto previsto es el siguiente (4):

34% para medios comunitarios
33% para medios públicos
33% para medios privados

Como se ve, terriblemente desequilibrado. Aun suponiendo que todo lo que sea público va «en favor del gobernante», sería sólo un tercio, quedando otro tercio para que los medios privados se desfoguen contra Correa, como han venido haciendo hasta ahora.

¿Y cuál es el buen, aunque precario, «equilibrio» del que habla Bastenier? Pues según un informe de la UNESCO de marzo de 2011 (5), que analiza la estructura de los medios de comunicación en Ecuador,

Frecuencias de televisión:

83% propiedad privada
17% propiedad pública
0% propiedad comunitaria

Frecuencias de radio:

89% propiedad privada
10,8% propiedad pública
0,2% propiedad comunitaria

¡Maravilloso equilibrio! Vemos, pues, que la libertad de expresión que desean los medios capitalistas (y los medios públicos con gobiernos vendidos al capitalismo) es sólo la de ellos. Pero eso no es libertad de expresión sino monopolio mediático al servicio de sus intereses. Tengamos, por tanto, bien claro hacia qué se dirige el «hostigamiento» del gobierno de Correa.

Referencias:

1) Expresión utilizada por el propio Assange en su discurso desde la embajada ecuatoriana en Londres

2) Aquí algunas referencias sobre el tema

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=114093
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=154675
http://old.kaosenlared.net/noticia/caso-universo-ecuador-democracia-medios-comunicacion-empresariales

3) El País, 22/08/2012

4) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147846

5) http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001925/192563s.pdf