Anatoly Matveenko /Coordinador de la sección belarusa del MST
El 22 de agosto entró en vigor el Protocolo sobre la adhesión de la Federación de Rusia al Acuerdo de Marrakech sobre la constitución de la Organización Mundial del Comercio del 15 de abril de 1994. Este día Rusia oficialmente se convierte en 156o país miembro de la OMC.
El hecho de que la economía rusa se encuentra bajo el control externo del capital internacional no es secreto alguno. Este proceso fue lanzado en la URSS a finales de los años 80, cuando se produjo el desmantelamiento del monopolio estatal sobre las divisas y del monopolio estatal sobre el comercio exterior. Durante los últimos veinte años, el control externo sobre la economía rusa por parte de los bancos y corporaciones multinacionales seguía aumentando. La adhesión de Rusia a la OMC es la última etapa de la transformación del Estado socialista una vez tan potente, destruido por el estalinismo, en un apéndice de materias primas para el Occidente.
OMC como herramienta de la oligarquía mundial.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) es una de las tres estructuras supranacionales fundadas después de la Segunda Guerra Mundial a iniciativa de los países occidentales, especialmente Estados Unidos y el Reino Unido. El objetivo de la constitución de estas organizaciones consistía en la formación del «nuevo orden mundial» del periodo de posguerra en el marco del cual las economías nacionales de los países menos desarrollados desempeñan el papel de apéndices de materias primas, centros de industrias peligrosas, basureros planetarios y proveedores de mano de obra barata. Originalmente, la OMC se llamaba el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Una vez derrumbado el campo socialista, las prioridades del GATT han cambiado: Las multinacionales comenzaron a utilizar la organización para repartir el rico «trofeo» en forma de los mercados de los países ex socialistas. En 1995, el GATT se transformó en la OMC.
Actualmente, el gobierno ruso, con cara muy prometedora, declara que la adhesión a la OMC es «el inicio de la modernización del país», lo que permitirá revivir sobre una base competitiva la producción retrasada, mejorar la calidad de los productos, aumentar significativamente el bienestar de la gente y abrir nuevas perspectivas para la economía rusa. Como un ejemplo se menciona la exitosa experiencia de los «tigres asiáticos», de los países de América Latina y China, los cuales, presuntamente, habían alcanzado unos prominentes resultados socioeconómicos una vez adheridos a la OMC.
Las consecuencias de la adhesión a la OMC
Sin embargo, no todos los rusos comparten estos pronósticos optimistas y dorados del Kremlin y de sus ideólogos, ni mucho menos. Analizando la experiencia de tales países de la ex URSS, como Ucrania, Moldavia, Lituania, Letonia y Estonia, que han entrado en la OMC recientemente, se vuelve evidente que la OMC para Rusia no es un bien, sino la esclavitud absoluta.
Examinemos los principales grupos de las consecuencias negativas que traería para Rusia la adhesión a la OMC.
La destrucción de la industria transformadora y de la agricultura rusa. Aplicando sólo una parte de las normas de la OMC (comenzando con la avalancha de las importaciones y el aumento de los precios internos de los portadores de energía), las pérdidas anuales de la economía rusa ya hoy en día ascenderán al 4% del PIB. Según los cálculos del Instituto de Previsión Económica Nacional de la Academia de Ciencias de Rusia, después de la adhesión a la OMC Rusia perderá el 1% del PIB, o sea, 7,2 mil millones de dólares EE.UU. al año. La anulación o reducción sustancial de los derechos de importación abrirá el mercado ruso para los productos baratos fabricados por la mano de obra esclava en los países del «tercer» mundo. Las prohibiciones de la OMC para el apoyo gubernamental de las empresas en forma de subvenciones, privilegios fiscales, subsidios, precios preferenciales, etc. resultan en su quiebra, venta o cierre. El aumento de los precios de los combustibles y energía, tarifas de transportación hasta el nivel mundial será especialmente crucial para la economía rusa. Según los cálculos de los economistas rusos, la adhesión de Rusia a la OMC amenaza con el cierre de 40.000 empresas importantes. Tan sólo las pérdidas de la industria agrícola de Rusia, según los datos de los científicos de la Academia Rusa de Ciencias Agrarias, después de la adhesión a la OMC, ascenderán a 4 mil millones dólares EE.UU. al año. Según la Cámara de Comercio e Industria de la Federación de Rusia, sólo el 10% de las empresas rusas están listas para trabajar en acuerdo con las normas de la OMC. En primer lugar, son las empresas de la industria minera formada por tales multinacionales rusas como «Gazprom» y «Lukoil».
Empobrecimiento total y extinción de una significativa parte de la población. Según los analistas de los sindicatos independientes, la adhesión a la OMC, a largo plazo, le traerá a Rusia unos 30 millones de desempleados. Cerca de 4 millones de los lugares de empleo ya se han perdido durante los últimos 5 años debido a la aplicación parcial de las normas de la OMC. Aproximadamente 6 millones de lugares de trabajo serán perdidos por la economía rusa para el año 2020 (de los cuales más de 3,7 millones en la industria transformadora, 1,2 millones en la agricultura y 400 mil en el transporte y las comunicaciones). Desaparecerán 460 ciudades, cuya existencia depende del funcionamiento de una empresa principal. Debido a una impresionante reducción de los impuestos de los cuales se forma el presupuesto federal el Estado se verá obligado a parar casi todos los programas sociales. A fin de mantener la competitividad, las empresas rusas tendrán que reducir los salarios. El salario medio en Rusia ya es bastante (760 dólares EE.UU.), mientras que el 60% de la población cobra unos 500 dólares EE.UU. al mes. Teniendo en cuenta la existente diferencia entre los ingresos de los más pobres y los más ricos, cuyo valor tiende a ser infinito, millones de rusos vivirán bajo la línea de pobreza. Como consecuencia, la fuga de la mano de obra calificada será inevitable. Los lugares de trabajo de los emigrantes y de los que protesten serán ocupados por los trabajadores de Asia Central, India y China que están dispuestos a trabajar prácticamente en cualesquiera condiciones. Una práctica similar ya se utiliza ampliamente en Rusia.
Pérdida de la soberanía nacional. Debido a la prioridad del derecho internacional y de las normas de la OMC sobre la legislación rusa, la política socioeconómica del país será determinada por los competidores extranjeros. Si, por ejemplo, las leyes promulgadas están dirigidas a la protección del medio ambiente o a la protección de la salud pública, la OMC podrá anularlas como «anti-competitivas».
La historia no conoce ejemplo alguno cuando la apertura de las fronteras para el capital multinacional ha llevado a un rápido desarrollo de la industria nacional, el florecimiento de la ciencia y la cultura. Como demuestra la experiencia de América Latina, África, Asia y la ex URSS que creyeron en los milagros de la ideología neoliberal y en los principios del «Consenso de Washington», todos los «bienes» de la OMC son limitados con la implicación del país en el sistema desigual de comercio exterior. La imposición de la especialización en materias primas a un país menos desarrollado se acompaña con la expansión incontrolada de los préstamos extranjeros, la privatización de los activos públicos más rentables, los recortes presupuestarios en menoscabo de la ciencia, educación, medicina y el desarrollo del capital humano. El resultado lógico es una colonización económica y financiera del país, con la pérdida total o parcial de la soberanía económica y política. La pérdida de la independencia económica inevitablemente conlleva la pérdida de la independencia política.
El socialismo es la única alternativa real a la globalización capitalista
La adhesión de Rusia a la OMC ha finalizado una etapa de la globalización corporativa del mundo. En ningún otro momento de la historia de la humanidad el capitalismo ha mostrado tanta dominación como en la última década. Y cuanto más se expanda el mercado capitalista global, tanto más detonante será la situación. Las gravísimas crisis financieras, los conflictos internacionales, la subyugación neocolonial de los países en vías de desarrollo, el terrorismo, los desastres ambientales y tecnológicos: todo esto es generado por el Sistema económico actual.
La transformación del mundo a través de la revolución socialista internacional ha sido y es la única manera de salir del callejón sin salida al cual la humanidad fue conducida por el capitalismo global y el imperialismo. Únicamente los trabajadores unidos en una organización revolucionaria internacional son capaces de resistir a la barbarie capitalista en la cual sigue sumergiéndose nuestro mundo. Quienquiera que se considere revolucionario, debe asumir la responsabilidad por el futuro de la civilización y hacer todos los esfuerzos para unir a todos en el proyecto socialista internacional. En primer lugar, tenemos que centrar los esfuerzos en la propaganda de las ideas de la revolución entre los trabajadores. No sólo las palabras huecas, sino las acciones reales en la materia de la formación de los trabajadores deben servir de la base para la constitución de una organización internacional de la clase obrera.
“No en los cañonazos ni en los aullidos patrióticos, sino en el trabajo de formación del proletariado internacional yace el mejor fruto de todos los esfuerzos anteriores de la humanidad de salir de las tinieblas y de la salvajez al camino del libre desarrollo” (León Trotsky)
¡Por la solidaridad internacional de los trabajadores!
¡Por la revolución del siglo XXI!