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Casi diez años después del inicio del Open Access, en el 2012, la comunidad científica ha logrado el apoyo público para abrir sus investigaciones a todos. Inglaterra en particular, y ahora la Unión Europea, han decidido que los estudios científicos financiados con fondos públicos deben ser de libre acceso a la ciudadanía, cambiando así las reglas que hasta ahora imponen las casas editoriales.

Acceso Libre

Antes de la masificación de Internet, e incluso hasta hoy, para que los lectores pudieran acceder a algunos artículos científicos era necesario pagar una suscripción a una revista especializada. A su vez, los investigadores interesados en masificar su conocimiento deben pagar a las revistas o casas editoriales para que el material salga publicado.

Este es el modelo de negocios tradicional que ha fundamentado el prestigio tanto de las revistas científicas como de los estudios que en ella se consignan. Dicha reputación se fundamenta también en que las casas editoriales aportan un valor agregado, garantizando que los artículos que se difunden en cada edición han sido revisados por especialistas en la temática del estudio en cuestión y no están relacionados con el autor (no tienen conflicto de intereses), a través del sistema de «revisión por pares» o «peer review».

Pues bien, con la llegada de Internet este modelo ha cambiando, generándose una nueva tendencia denominada acceso libre (Open Access, OA). De acuerdo a ésta, el soporte tradicional (el artículo en papel pagado, o la versión electrónica pagada) da paso a las publicaciones electrónicas gratuitas.

Así los usuarios (lectores) pueden acceder al conocimiento sin tener que pagar por ello ni tener que entregar información personal (registrarse). Este modelo implica que los usuarios no tan sólo pueden consultar los artículos, sino también están facultados para descargarlos, copiarlos, imprimirlos, distribuirlos, por supuesto haciendo respetar los derechos de autor.

El acceso libre opera de dos formas:

• Acceso abierto vía dorada: las editoriales (revistas electrónicas) ponen los artículos a libre disposición. Esto porque las revistas están totalmente bajo la modalidad OA o porque los autores de las investigaciones o las instituciones que las financian, pagan a la revista para que los artículos estén abiertos.

En este caso, es la editorial la que toma la decisión de cuándo publicar el material. De manera mayoritaria, las revistas mantienen los derechos de publicación, es decir, los autores cargan las versiones previas o finales de sus investigaciones, pero las editoriales deciden cuándo publicarlas.

• Acceso abierto vía verde: los autores son responsables de poner sus artículos, en forma voluntaria, en un repositorio público. Asimismo, publican abiertamente en Internet sus artículos en una revista electrónica científica que suele ser abierta. Normalmente son los autores los que pagan a la revista para que dichos textos sean públicos.

Un prejuicio que existe hasta hoy, aún cuando las revistas científicas de OA aparecieron a principios de 1990, es que aquellas publicaciones más prestigiosas tienen un acceso relativamente abierto, es decir, se puede acceder al resumen de su contenido pero para leer el estudio completo es necesario suscribirse pagando.

Al respecto, se han desarrollado investigaciones que indican que en un primer momento la calidad de los artículos estaba influida por su acceso. No obstante, hoy esta diferencia se ha ido minimizando, lo que se ha comprobado, principalmente, por el uso que se da este material: hoy, tanto los estudios de OA como los que se adquieren por suscripción, son citados con similar regularidad , e incluso, los organismos que financian el trabajo de los investigadores han comenzado a exigir como condición que el resultado de estos trabajos sea publicado libremente.

Haciendo un poco de historia, la desconfianza fue la tónica de la década de los 90 cuando sólo las publicaciones relacionadas con Internet se atrevían a difundir sus contenidos por OA. Luego las investigaciones científicas, principalmente las relacionadas con el mundo de la medicina se atrevieron a dar el paso, lo que logró consolidarse con la entrada de BMS Group; y en Chile, con Scielo que recopila las investigaciones científicas nacionales, principalmente médicas. BioMedCentral y Public Library of Science (PLoS ) hoy encabezan los repositorios de OA vía verde.

Actualmente, las revistas bajo OA son tan valoradas como sus antecesoras. Aun más, luego que comenzara a consolidarse un nuevo modelo de negocios distinto al tradicional basado en la cancelación de suscripciones. Hoy, el pago de parte de los autores a las casas editoriales es la principal forma de financiamiento. Las tarifas varían de acuerdo al tipo de revista o repositorio, según sea la vía que se elija, pero sólo para tener una referencia, en Estados Unidos en el 2010, se cobraba entre dos y tres mil dólares por publicación, con un promedio unos 900 dólares.

Financiamiento público

Uno de los grandes temas de la divulgación científica ha sido la participación que tienen los entes públicos en su financiamiento. En este contexto surge la pregunta ¿por qué una casa editorial puede beneficiarse de una investigación que ha contado con fondos públicos para su realización? De allí surge la idea de posicionar el OA como única plataforma.

Caso británico

En Inglaterra, se ha generado un movimiento en pro del OA. Un estudio de la Universidad de Manchester recomendó que las investigaciones financiadas por el Estado debieran estar a disposición de todos. Esto, luego que se analizara en profundidad el negocio de las suscripciones de revistas científicas y su contraparte abierta, contraponiendo los costos y beneficios de ambos modelos.

A partir de ello, el gobierno británico estableció que dentro de dos años todos los estudios científicos que hayan sido financiados con dineros públicos deberán ser de acceso gratuito.

La propuesta establece que las universidades sigan pagando a las revistas especializadas por publicar los artículos de sus investigadores, pero que éstas no podrán obligar al público a cancelar por acceder a la lectura de estos textos.

Actualmente las universidades –principales emisores de conocimiento científico- desembolsan unos 255 millones de euros por año en divulgación.

Frente a ello, el Estado ha decidido cancelar unos 64 millones anuales de euros –provenientes del presupuesto destinado a ciencia- a las casas editoriales que funcionan bajo los estándares tradicionales (suscripciones pagadas) que deberán derivar al sistema OA. Así, las revistas científicas publicarán los artículos en sus páginas automáticamente, y podrán solicitar al Gobierno un reembolso por los gastos que significó dicha publicación (vía dorada).

Este enfoque ha sido apoyado mayoritariamente por la comunidad científica, sin embargo, se ha criticado que el mundo pueda acceder gratis a los artículos pagados por los contribuyentes británicos (que aportan con el financiamiento público) pero estos deberán seguir desembolsando para leer investigación de otros países.

Caso Unión Europea

Siguiendo a Inglaterra, la Comisión Europea ha anunciado que los estudios científicos financiados con fondos públicos de la Unión Europea (UE) deberán ser de libre acceso a partir del 2014.

Asimismo, esta instancia recomendó a los países miembros hacer lo propio, tal como lo está planteando Inglaterra. El objetivo es que al 2016 al menos un 60% de los estudios pagados con fondos públicos europeos sean OA.

La citada comisión informó el 17 de julio de 2012 que las investigaciones que sean canceladas entre el 2014 y el 2020 dentro del programa Horizonte 2020 (fondo para la investigación científica), deberán pasar al sistema OA. Este fondo dedica unos 80 mil millones de euros a investigación y desarrollo.

La idea es que se abran los artículos por la vía verde, de manera de obligar a los investigadores a enviar sus artículos a un repositorio público en un plazo máximo de 6 meses. La excepción serán los estudios relacionados con las ciencias sociales que tendrán que remitir la información, a más tardar en 12 meses.

De seguro esta tendencia europea se replicará en otros continentes. Esto porque la penetración de Internet y la tendencia a masificar la información es una camino sin retorno en un mundo globalizado.