La mayor riqueza de un pueblo es el Conocimiento, poseer y compartir el Conocimiento nos hace avanzar, nos convierte en una ciudadanía más libre y con mayores posibilidades. Por eso, durante toda la historia de la Humanidad, las personas han buscado proteger y compartir el Conocimiento, bien mediante la escritura, el “boca-oreja” de generaciones, la palabra, …. lo importante era que no se perdiera.
El Conocimiento, en su sentido más amplio es la mayor riqueza que un pueblo puede tener, y por eso, es el bien más sagrado que debemos preservar, a la vez de compartir. El Conocimiento libre nos hace más libres, nos habilita para mayores posibilidades y nos hace crecer como Sociedad y como individuos que forman parte de un todo.
Por eso, el Conocimiento deber ser libre, y por eso, se abre un nuevo frente para las Multinacionales y los gobiernos, colonizar – poseer el Conocimiento como fuente de riqueza y poder. En ocasiones, incluso generando y atesorando ese Conocimiento como única forma de progreso, con la falsa promesa de avance y modernidad, cuando en realidad se crea una nueva Sociedad, la del yugo tecnológico, a la que muchos denominan colonización digital:
Hoy existe una estrategia monopolista y hasta aceptada, porque parece altruista y desinteresada. Se trata de un negocio grande y a largo plazo que consiste en ir y convencer a países en vías de desarrollo, en especial a los gobiernos de ciudades grandes en Latinoamérica, para firmar acuerdos por grandes volumenes de licencias con las instituciones a la vez que distribuyen de manera gratuita copias de software no libre en las escuelas.
¿Y cuál es el objetivo de tanta bondad y generosidad? ¿Promover la educación? ¿Sobre todo la de las personas de pocos recursos?
No, lo que quieren es llegar al público joven. Usar las escuelas como instrumentos para imponer a la sociedad entera una dependencia permanente a sus productos. Las escuelas pasan a ser sus salones de ventas y los maestros sus vendedores.
Realmente no es es ni más ni menos que una nueva colonización, la Colonización Tecnológica del siglo XXI.
La tecnología no es neutral, no puede serlo, y el ejemplo más claro se plantea cuando son las multinacionales y no los estados los que poseen los datos de su ciudadanía, los que deciden como afecta la tecnología al Estado y a la Sociedad en su conjunto, y no es la Sociedad -o sus responsables elegidos democráticamente- los que deciden como la tecnología está al servicio de la ciudadanía. Cuando son las multinacionales las que poseen los datos, la información, e incluso deciden como deben realizarse los procesos y las comunicaciones, la tecnología pierde su sentido de herramienta y se convierte en el fin mismo, en el bien que toda empresa quiere poseer, expropiando a su verdadero poseedor, el Estado.
Es tan evidente el control que algunas multinacionales poseen y que no quieren perder, que incluso abiertamente imponen sus reglas y su forma de entender la Sociedad en su conjunto, intentando no solo crear confusión, sino además, autoproclamándose en la única voz capacitada para imponer sus condiciones:
“exhortó a las autoridades de la región a que dejen el desarrollo de software en manos privadas …los gobiernos, éstos “deberían dedicarse a mejorar la vida del ciudadano” y no a la informática, en especial alusión a la popularización en Brasil de programas de “código abierto” impulsada por el sector público.
Cuando hablamos de soberanía tecnológica hablamos de seguridad nacional. Si un Estado entrega la gestión de su administración a un grupo de empresas tecnológicas, ¿el Estado es independiente? ¿el Estado es libre? No.
¿Se imaginan que un millonario repositorio de datos sobre la salud de los ciudadanos de un país se custodiara en un cofre con dos llaves, una en manos del herrero que construyó el cajón y la otra en las del gobierno del citado país? ¿Y que al contenido del cofre puede acceder su constructor? ¿Y que el propietario de los datos dependerá para acceder del herrero? ¿Y que el herrero puede cambiar la cerradura sin avisar al dueño? No hace falta imaginar demasiado, porque es el día a día de decenas de gobiernos del mundo. Surgen preguntas en este punto con fácil respuesta: ¿la confidencialidad de los datos existe? ¿Con qué fines pueden utilizarse? ¿el gobierno depende del diseñador de la llave? ¿Podrá el gobierno construir sus propios cofres? No es verdaderamente independiente un gobierno de un Estado cuando no es independiente en su tecnología.
Si la información es poder, y las tecnologías las herramientas que nos permiten la comunicación y el tratamiento de la información, éstas deben ser usadas al servicio de la humanidad. Las tecnologías no son ni deben ser el fin, sino el vehículo para compartir el Conocimiento, que debe ser libre y compartido.