Ancianos sobrevivientes, parientes, representantes del gobierno y delegados extranjeros asistieron a la ceremonia en el parque memorial de la paz de Hiroshima, para recordar la explosión de la bomba atómica, hace casi siete décadas.
Un bombardero norteamericano B-29 denominado «Enola Gay» arrojó la bomba nuclear el 6 de agosto de 1945, convirtiendo a la ciudad en un infierno y matando a unas 140.000 personas, en el capítulo final de la Segunda Guerra Mundial.
A las 08:15 hora local -la hora exacta de la explosión-, un toque de campana marcó el inicio de un minuto de silencio. La gente se inmovilizó y juntó sus manos en gesto de plegaria.
Unas 50.000 personas asistieron a la ceremonia, mientras que otros miles se sumaron a manifestaciones, marchas, foros y conciertos organizados en la ciudad, convertida en símbolo del movimiento global contra las armas nucleares.
Unas 700 personas, incluyendo sobrevivientes de la bomba y evacuados de la zona de Fukushima, participaron en una manifestación anti-nuclear, la última a la fecha de una serie de protestas tras la catástrofe del año pasado, desencadenada por un sismo que provocó un tsunami, matando a 19.000 personas el 11 de marzo de 2011.
La mayoría de los sobrevivientes de la bomba, conocidos bajo el nombre de «hibakusha», se oponen terminantemente a toda utilización del átomo. «Queremos trabajar con la gente de Fukushima. Sumar nuestras voces para que lo nuclear no vuelva a provocar víctimas», afirmó uno de los sobrevivientes, Toshiyuki Mimaki, de 70 años.
En Japón el movimiento de protesta contra la energía nuclear se ha fortalecido desde que el Primer Ministro Yoshihiko Noda decidió en junio pasado reactivar dos reactores nucleares.
Noda justificó su decisión por el riesgo de penuria en el suministro de energía eléctrica. Japón, que antes de Fukushima se había lanzado en una política de desarrollo nuclear para compensar su falta de recursos energéticos, se abstuvo por completo en mayo y junio de utilizar sus 50 centrales nucleares.
Las 48 restantes siguen detenidas, ya sea a causa del sismo o de medidas de precaución adicionales exigidas por las autoridades tras la catástrofe del 11 de marzo.
«Llamo al gobierno a poner en marcha en breve una política energética que preserve la seguridad de sus habitantes», dijo durante la ceremonia el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui.
El Primer Ministro Noda se limitó a contestarle: «pondremos en práctica una política energética mixta, gracias a la cual la gente podrá sentirse en seguridad a mediano y largo plazo».
Los manifestantes antinucleares desfilaron frente a la sede de Chugoku Electric Power, una compañía de electricidad que posee plantas nucleares, coreando consignas como «Renuncia de Noda, abajo la energía nuclear».
El bombardeo de Hiroshima fue seguido por el de Nagasaki, que el 9 de agosto provocó 70.000 muertos. Los dos ataques precipitaron la capitulación de Japón y el final de la Segunda Guerra Mundial, el 15 de agosto de 1945.