CEPRID

 

Para extender y consolidar el dominio militar, económico y político en nuestra América Latina y el Caribe, el imperio con el Comando Sur,  la CIA, USAID y sus ONGs en la vanguardia, decidió instalar una nueva base militar junto al aeropuerto de Resistencia en Argentina, pero el pueblo del Chaco se movilizó multitudinariamente para repudiar el intento del gobernador  Jorge Capitanich, de permitir la instalación de una base militar en sus tierras que con  absoluto servilismo cipayo dijera: “Defiendo una alianza estratégica con Estados Unidos y estoy dispuesto a luchar por esa idea”.

El pueblo chaqueño con sus movilizaciones y la Asamblea Popular  prendieron las alertas y obtuvieron  la solidaridad expresada por millares de argentinos que enviaron mensajes de protesta y reivindicación que, al final, fueron el fundamento socio-político para que el Gobierno  de la Presidenta Cristina Fernández,  de manera contundente, ordenara el fin de la “misión humanitaria”, socorrido pretexto que pretende justificar la   penetración imperial en esta parte del mundo.

El gobernador de la Provincia del Chaco, Jorge Capitanich, es un personaje controvertido por sus posiciones proestadounidenses confirmadas por el periodista argentino Walter Goobar quien  afirmó que en 2007, cuando era candidato a gobernador, Capitanich se reunió con el embajador de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne, y le expresó que él “no compartía el sentimiento antinorteamericano de la población argentina”, según revelaron en 2011 cables de Wikileaks.  La inauguración estaba prevista para fines de mayo. Pero encontró el rechazo abierto de la población chaqueña, que protagonizó dos marchas multitudinarias. Los manifestantes entonaron consignas de rechazo al acuerdo del gobierno provincial con el Comando Sur que invirtió más de tres millones de dólares en construcciones de esa base de “ayuda humanitaria “que suponía la instalación de una base militar encubierta, con capacidad para espiar los sistemas de armas y fuerzas militares del país anfitrión, y sus vecinos, realizar acciones de infiltración, relevamiento, influencia y control sobre las fuerzas armadas y la población civil”.

La experiencia de los pueblos latinoamericanos y del Caribe demuestra que Estados Unidos en su rol imperial, jamás da nada por nada. Las inversiones, los regalos de armas o vehículos obsoletos, es decir juguetes para militares y policías, los cursos e invitaciones a los aparatos represivos de nuestros países, son cobrados con creces ya sea mediante obediencia servil de militares y policías beneficiarios o ya con la perpetración  de golpes de Estado e imposición de dictaduras neofascistas crueles y sanguinarias, o también con la obediencia de gobiernos civiles “democráticos” y constitucionales, todos prestos a defender los intereses geopolíticos y estratégicos del imperio, inclusive a costa de los intereses nacionales.

La famosa “ayuda humanitaria” es en realidad la fachada tras la cual se esconden objetivos  imperiales. La experta en geopolítica y miembro del Centro de Militares por la Democracia (Cemida) Elsa Bruzzone afirma que la de Chaco iba a ser una base militar encubierta. “Las bases descubiertas operan a la luz del día –dice–. Las encubiertas se esconden detrás de estos centros de ayuda humanitaria o en instalaciones cercanas a algún aeropuerto”, explica. “Edifican una construcción que parece civil, pero que la pueden transformar en militar cuando sea necesario porque tienen una pista que permite el aterrizaje de aviones de gran porte.” Según estudios del Cemida, en el aeropuerto de Resistencia pueden aterrizar aviones militares con cargas pesadas, como los C-130 Hércules, C-17 Globemaster III y C-5 Galaxy.

Más aún: esas bases encubiertas se convierten en cenáculo  de conspiraciones contra gobiernos calificados de “indeseables” por Washington y en verdaderos centros de espionaje comandados por la CIA y sus agentes. Desde esas bases se corrompe a políticos, dirigentes sindicales y sociales deleznables y civiles a los que convierte en agentes  criollos y crean verdaderos sistemas de penetración y de estudio de los problemas del país y sus necesidades económicas, políticas y  sociales y aspiraciones militares para lo que cuentan con la “inocente” colaboración de oficiales  de alta graduación.  Una base de “ayuda humanitaria” tiene equipos sofisticados de espionaje electrónico y de última tecnología que permite acciones de infiltración y de cooperación en “el mantenimiento de la paz y el orden” no sólo en el país anfitrión sino en países vecinos. Recuérdese que la Base de Manta ubicada en el Ecuador sirvió como eje sustancial para intervenir en la ejecución  de los planes Colombia y Patriota y para dirigir las operaciones militares de bombardeo del escondido campamento de las FARC en territorio ecuatoriano de  Angostura, en el que fueron masacrados el jefe guerrillero Raúl Reyes y 26 de sus acompañantes.

Para imponer bases militares  en un país, Estados Unidos encuentra socios y colaboradores. En el caso de la base del Chaco, “curiosamente, los grandes medios nacionales que en su momento despellejaron a Capitanich por sus desaveniencias con su ex mujer, la ex ministra de Salud provincial, Sandra Mendoza, guardaron un llamativo silencio frente al sigiloso desembarco del Comando Sur. Las grandes empresas de comunicación social son socias de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) creada ploro la CIA para defender intereses estadounidenses y otros socios de la penetración   imperial son los empresarios, financistas y banqueros  y los políticos de las derechas  económicas, sociales y políticas que pululan por el subcontinente.

Lo que no contaron los cipayos de toda laya, es con la reacción de las organizaciones sociales, culturales y políticas en la provincia del Chaco que fue de innegable significación y “hubo también mucha repercusión en los países de la Unasur y en el resto de los países del continente. Además, pendía sobre Capitanich un pedido de juicio político por parte de la Legislatura provincial, ya que ningún gobernador puede firmar un convenio con el Comando Sur.

Pese a que Jorge Capitanich es un aliado de Cristina Kirchner, la presidenta, la Cancillería y el Ministerio de Defensa no estaban dispuestos a permitir que el Comando Sur ingresara a la Argentina mediante una argucia legal facilitada por el complaciente gobernador chaqueño. El convenio bilateral al que recurrieron Capitanich y el Pentágono para justificar su presencia en el Chaco se llama “Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias”. Fue impulsado por el Comando Sur y la embajada estadounidense y aprobado por el Ministerio del Interior, “como un aporte a los programas sociales del gobierno”. Sin embargo, la disposición de Capitanich para complacer los intereses estratégicos de Estados Unidos estaba en curso de colisión con las posiciones de Argentina dentro del Mercado Común del Sur (Mercosur), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), bloques regionales que excluyen a Estados Unidos.

Para abortar el desembarco del Pentágono en el Chaco, el gobierno nacional presidido por Cristina Fernández, vetó el ingreso del equipo tecnológico, las computadoras, los radares y el sistema operativo para el funcionamiento de la base estadounidense y ahora se discute la devolución de los 3 millones de dólares que el Comando Sur donó para las instalaciones.

Reprendido por el gobierno nacional, Capitanich tuvo que dar un giro de 180 grados. Aclaró  que las instalaciones en el aeropuerto de Resistencia servirán de sede permanente a la Defensa Civil. Ese mismo día envió a la Legislatura un proyecto para derogar la Ley 2014 de Defensa Civil y sancionar la de Protección Civil Provincial, lo que implicaría prohibir cualquier colaboración con el Comando Sur de Estados Unidos, como así también la instalación de fuerzas extranjeras en la provincia.

Capitanich explicó que la Ley 2014 fue sancionada en un gobierno de facto y cuenta con términos de carácter castrenses que no se relacionan con la realidad objetiva que implica la articulación con un sistema de prevención de catástrofes.

A pesar de que en el caso chaqueño al Comando Sur le salió el tiro por la culata, es evidente que existe una estrategia silenciosa que trabaja en una política de disciplinamiento del continente: el 5 de abril pasado, se inauguró en Concón, Chile, un centro de entrenamiento para las fuerzas de paz de la ONU que fue construido con más de 500 mil dólares aportados por el Comando Sur. El Pentágono también firmó un acuerdo con el gobierno uruguayo para que los SEAL estadounidenses –la misma fuerza que perpetró el asesinato de Osama Bin Laden en Pakistán–, ingresen armados al país a entrenar a los Fusileros de la Armada y a establecer su “cabeza de playa” para ir incursionando territorio adentro.

Según la mexicana Ana Esther Ceceña, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México –Unam– y directora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, “hay una serie de rutas no tan visibles y que suponen una intervención más silenciosa y que se encamina a apoyar a grupos de oposición internos o a introducir recursos para montar escenarios que no obedecen a las lógicas internas de los países”.

A.E. Ceceña sostiene que Estados Unidos modificó su estrategia: “Ahora el estilo de intervención es distinto. Las bases militares son presentadas como centros de ayuda humanitaria, de atención a emergencias o de entrenamiento, y permiten una interacción constante con las fuerzas locales, mezclan personal policíaco y militar. Esto se asemeja mucho a una especie de Escuela de las Américas desagregada”, remata Ceceña, según comentaba el analista Walter Goobar.

Como siempre, Estados Unidos, para el desarrollo de sus planes de penetración y de neocolonización utiliza variadas  agencias del gobierno ya sean militares, civiles, de espionaje como la CIA  y diplomáticas. En argentina, para el asunto del Chaco, los representantes diplomáticos y militares estadounidenses habían suscrito los acuerdos con el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, sin embargo, la cancillería y el ministerio de Defensa argentinos suspendieron todos los acuerdos firmados entre las partes que, en principio, permitían la instalación de una base fundamentado en un  proyecto que había sido presentado públicamente como un centro de ayuda humanitaria para hacer frente a catástrofes naturales o epidemias. “El sitio elegido para su emplazamiento fue el aeropuerto de Resistencia, capital de la provincia. En su predio se construyeron dos edificios, financiados por el Comando Sur, que depende del ministerio de Defensa de Estados Unidos. Washington tenía previsto inaugurar la base a finales de mayo, no obstante, fue testigo del rechazo de los chaqueños que se opusieron a la instalación de la base militar, pues según ellos, su principal objetivo era controlar los recursos naturales estratégicos de la zona. La misma idea incitó al gobierno de Cristina Fernández a adoptar una postura firme que acabó con los sueños del Comando Sur, con mucha pena para Capitanich que se empavonaba, como buen cipayo,  al informar que “recibió a una delegación encabezada por el ministro consejero de la embajada estadounidense, Jefferson Brown, quien dijo que el centro constituye uno de los proyectos más importantes que el gobierno norteamericano tiene con Argentina.

“Por su parte, las organizaciones sindicales y civiles chaqueñas lanzaron una advertencia hace ya 4 años sobre los riesgos de la presencia del Comando Sur en la zona, recalcando que los mecanismos de ayuda humanitaria podrían y deberían articularse con los Cascos Blancos, la Organización Panamericana de la Salud, Unicef o la Cruz Roja. El Comando Sur de Estados Unidos o USSOUTHCOM (United States Southern Command en inglés) es uno de los diez comandos perteneciente a los Estados Unidos desplegados en el mundo que abarca el área relativa al sur del continente americano, América Central y el Caribe. Dicho comando se halla ubicado en la ciudad de Miami, Florida”, señalaba Francisco Olaso, en la revista Proceso de México.

Añadía que “el proyecto había sido presentado públicamente como un centro de ayuda humanitaria para hacer frente a catástrofes naturales o epidemias. El sitio elegido para su emplazamiento fue el aeropuerto de Resistencia, capital de la provincia. La inauguración estaba prevista para fines de mayo, pero encontró el rechazo abierto de la población chaqueña, que suponía la instalación de una base militar encubierta, con el objetivo primordial de controlar recursos naturales estratégicos.  Olaso informó que el diario Tiempo Argentino consultó sobre la decisión del gobierno a Gabriel Fuks, titular de Cascos Blancos de la Cancillería, según una nota que publicó el pasado 27 de mayo. “El principio consiste en evitar, bajo el paraguas de las urgencias humanitarias, la injerencia de potencias militares extranjeras”, sostuvo Fuks. “Con la imagen humanitaria muchas veces se enmascaran políticas de intervención”. “No es algo nuevo. Se suele usar lo humanitario, como Caballo de Troya, para establecer otra relación”, denunciaba Fuks Previamente, el gobierno nacional había vetado el ingreso del equipo tecnológico, las computadoras, los radares y el sistema operativo para el funcionamiento de la base en Chaco. Hoy se discute la devolución de los 3 millones de dólares que el Comando Sur donó para las instalaciones.   Agua

“En los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, Estados Unidos incrementó las presiones sobre los gobiernos argentinos para que permitieran la instalación de una base descubierta en la provincia argentina de Misiones”, dice Elsa Bruzzone. “El lugar elegido era San Ignacio, que es uno de los puntos más importantes de carga y descarga del Acuífero Guaraní. Ésta es la cuarta reserva de agua subterránea del mundo, que comparten Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay”. Licenciada en historia, miembro del prestigioso Centro de Militares por la Democracia (Cemida), Bruzzone es autora del libro Las guerras del agua (2008). “Entonces los estadunidenses agitaban el fantasma de la presencia de células terroristas en la zona de la Triple Frontera –prosigue–, cuando todos los informes elaborados por el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre el terrorismo en el mundo lo desmienten cada año”.

Explica: “Como no lograron ese objetivo, reflotaron un convenio firmado en 2006 entre ambos gobiernos, para intentar entrar por la puerta de servicio.” Con el pretexto de ejecutar el “Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias”.

Los yanquis no descansan en sus planes de penetración  en la República Argentina considerada territorio de elevada importancia estratégica que permitirá el control de la Triple Frontera, de la Antártida,  del Atlántico Sur, Cono Sur y, naturalmente de Brasil. Para esos objetivos geopolíticos ya en marzo de 2008, “se llevó adelante en Resistencia una jornada de capacitación para el personal de Defensa Civil de la provincia. Fue impartida por consultores designados por la embajada de Estados Unidos. Se tocaron temas relacionados con la organización y el funcionamiento de un centro de emergencias. El embajador Wayne visitó la provincia el 13 de agosto de 2008, para presidir junto al gobernador “la ceremonia de cierre de un programa civil de capacitación para la prevención, mitigación y superación de desastres naturales”, según informó la página web de la embajada estadunidense en Argentina”. Capitanich fue el anfitrión perfecto para esa visita y para recibir pomposamente a una “delegación de legisladores estadunidenses que visitó Chaco en septiembre de 2010, según refleja Chacoonline, portal del gobierno de la provincia. En diciembre de 2011, el gobernador recibió al coronel Edwin Passmore, máximo representante del Comando Sur en Argentina. Los antecedentes de Passmore no reflejan vínculo alguno con la ayuda humanitaria. Participó en la invasión a Afganistán, fue asesor de inteligencia en Irak y terminó expulsado de Venezuela en 2008 por actividades de espionaje.

La hoja de servicios del coronel estadounidense   encargado de la supuesta “ayuda humanitaria” no son precisamente los de un buen samaritano sino los de un experto en operaciones  encubiertas de  inteligencia  que actuó en Afganistán y fue expulsado de Venezuela por espionaje.

“El gobernador Capitanich no ha desmentido haber recibido al coronel Edwin Passmore, responsable directo de la instalación por parte de la IV Flota del Comando Sur del ejército estadounidense, del Centro Anticatástrofes y Ayuda Humanitaria que ha generado esta controversia. Entre los antecedentes del coronel  Passmore, figura haber cumplido “tareas humanitarias” en la invasión de Afganistán y haber actuado como asesor de Inteligencia del ministro de Defensa de Kuwait durante la invasión a Irak.

Desde el año 2005, Passmore ocupó el cargo de agregado militar en la Embajada de los Estados Unidos en Venezuela, de donde fue expulsado por el gobierno del Presidente Hugo Chávez,    por ejecutar actividades de espionaje en el año 2008.

Passmore no es el único funcionario declarado persona no grata en el continente que terminó recalando en Buenos Aires. Ocurre que luego de varias expulsiones de personal militar y de la DEA de Bolivia, Venezuela y Ecuador por injerencia en los asuntos internos y actividades de espionaje, muchos de esos funcionarios han sido reasignados en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, que ya no cuenta con espacio físico para tantos militares y agentes antidrogas.

Las andanzas venezolanas de Passmore continuaron en Buenos Aires: en marzo de 2009 la ministra de Defensa Nilda Garré ordenó desalojar a militares de los Estados Unidos del Edificio Libertador (Sede del Ejército Argentino). El Grupo Militar de los Estados Unidos en la Argentina ocupaba desde el año 1960, oficinas del piso 13 en el Edificio Libertador. Además cuenta con otras delegaciones en el Edificio Libertad de la Armada y en el Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea. A cargo de este Grupo Militar estaba el Coronel Edwin W. Passmore.

Passmore fue también el protagonista –detrás de bambalinas–, del caso de contrabando protagonizado en Ezeiza en febrero de 2011 por un C-17 Globemaster de la fuerza aérea estadounidense. El Globemaster con licencia 77.187 aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza. Los funcionarios de Aduana encontraron en la bodega del avión pesadas cajas traídas desde la base del 7º Grupo de Fuerzas Especiales de Fort Bragg en Carolina del Norte, que contenían armamento, municiones, equipos de visión nocturna y otros artículos empleados para un curso de entrenamiento del Grupo Federal de Operaciones Especiales con instructores estadounidense.

Sin embargo, la revisión reveló que había alrededor de un tercio de la carga que no aparecía en el manifiesto de embarque. La requisa del material no declarado dispuesta por el gobierno nacional incluyó un bulto repleto de drogas y estupefacientes.

El coronel Edwin Passmore tuvo activa participación durante el incidente en el que se hallaron dos pen drives rotulados “Secreto”, una llave I2 de software para información; un disco rígido también marcado como “Secreto”. Códigos de comunicaciones encriptadas y un gracioso folleto traducido a quince idiomas, con el texto: “Soy un soldado de los Estados Unidos. Por favor, informe a mi embajada que he sido arrestado.”

Sin embargo, la especialidad de Edwin Passsmore parece ser los cursos de capacitación ya que son excelentes sitios para reclutar agentes locales. La capacitación de funcionarios e integrantes de los municipios del interior del Chaco la brinda un consultor salvadoreño contratado por el Comando Sur.

Passmore era, además, el encargado de recibir, en el aeropuerto de Buenos Aires, el avión militar estadunidense que “intentó ingresar un cargamento no declarado de armas de guerra, equipos de comunicación encriptada,  programas informáticos y drogas narcóticas y estupefacientes”, según informó el diario Página 12 el 13 de febrero pasado. El material supuestamente se usaría en una jornada de capacitación a la Policía Federal. ¿Acaso esos equipos de guerra y represión serían utilizados en “ayuda humanitaria? Fue retenido durante meses por el gobierno argentino, lo que generó un incidente diplomático.

Los agregados militares y de la defensa, coroneles Edwin Passmore y Mark Alcott, trataron de conseguir un arreglo amigable. “¡No hagamos un escándalo de esto, somos socios, debemos confiar entre nosotros!”, sugirió Passmore.

Finalmente, las autoridades argentinas, con el propósito de evitar una escalada del conflicto, permitieron que el Boeing estadounidense abandonara el país con la “parte legal de la carga” y sus instructores. La entonces embajadora estadounidense, Vilma Martínez, admitió que el reclamo de los funcionarios aduaneros tenía base y más tarde declaró que sentía vergüenza por el comportamiento del personal militar estadounidense.

La donación del “centro de ayuda humanitaria” despertó grandes sospechas entre la población de la provincia. El Comando Sur no es precisamente una organización solidaria sin fines de lucro. Como unidad militar, dependiente del Ministerio de Defensa estadunidense, enfoca su acción en el continente latinoamericano, con excepción de México. Por otra parte, existen numerosas organizaciones civiles, argentinas e internacionales, que se orientan hacia la acción social y humanitaria, y que en caso de necesidad podrían cooperar en este tipo de tareas. El pasado 2 de abril, día en que se conmemoraron 30 años de la guerra de las Malvinas, y el 25 de mayo último, día en que Argentina festeja su primer gobierno patrio, Resistencia fue escenario de dos marchas multitudinarias. Los manifestantes transitaron los 10 kilómetros que separan la Casa de Gobierno del Aeropuerto. Cantaban consignas de rechazo al acuerdo del gobierno provincial con el Comando Sur de Estados Unidos.

“No se trataba de una base militar, aunque los fondos para la construcción salieron del fondo de asistencia humanitaria del Comando Sur”, dijo el 27 de mayo Alfredo Forti, secretario de Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa, al periódico Tiempo Argentino. “Aunque el convenio no preveía presencia militar, podría haber dejado una puerta abierta para un tipo de capacitación”, señaló.  “Dentro de los nuevos conceptos ‘flexibles’ del Pentágono sobre bases militares, hay un borde difuso en las actividades militares y civiles, lo que maximiza la confusión de la opinión pública”, escribió el politólogo Carlos Pereyra Mele, profesor de la Universidad de la Patagonia, en un texto difundido el pasado 27 de marzo por Argenpress.

En el caso de estas bases se presenta un “componente humanitario visible al público, estructurado sobre actividades que la sociedad visualiza como ‘justas’ y en su beneficio, de modo tal que pueda justificarse una interacción bilateral”, según explican Bruzzone y José Luis García en su artículo: El Comando Sur en el Chaco, publicado el 28 de marzo también por Argenpress.

“Pero hay, además, un componente no visible que se encuadra en los objetivos estratégicos afines a los intereses de Estados Unidos y muchas veces contrapuestos a los del país asistido, conducidos por un comando militar”, agrega.

Es posible que al principio la base militar encubierta opere sin personal militar. Pero una estructura de este tipo puede transformarse rápidamente en una instalación castrense formidable y muy difícil de eliminar.

Operaciones militares encubiertas

La instalación subrepticia de una base militar con un fin inicial distinto al declarado, más que una excepción constituye la base del manual de procedimientos estadounidenses; tal es el caso de las bases de  Comalapa, Aruba y Curazao, por ejemplo, que se clasificaban como FOL, es decir para lucha antidrogas, y luego fueron redefinidas como CSL (de Cooperación). Hay abundante evidencia de que en estas instalaciones de los Estados Unidos y  en  otras de mucho menor perfil se realizan en los hechos, operaciones militares encubiertas de la más diversa índole y que cumplen múltiples funciones estratégicas; entre ellas apoyar ataques militares contra organizaciones rebeldes locales que estorben los intereses de los Estados Unidos y sus aliados, y guerra de Inteligencia de señales electrónicas y de comunicaciones que permite detectar la posición de los blancos, identificarlos e implementar el ataque con bombas inteligentes.

Es habitual que Estados Unidos  encubra actividades de inteligencia con campañas de vacunación. El antecedente más reciente se remonta al rastreo y asesinato de Osama bin Laden en Pakistán en mayo de 2011: como parte de esa operación se organizó una campaña de vacunación que permitió revelar la zona donde residía Bin Laden e incluso conocer en detalle la cantidad de ocupantes mayores y menores en cada casa.

Las instalaciones estadounidenses cumplen además misiones de vigilancia y espionaje de los sistemas de armas y fuerzas militares del país anfitrión y sus vecinos, y fundamentalmente sirven para ejercer un férreo control sobre las Fuerzas Armadas y poblaciones locales. Cuando ha sido alcanzada cierta aceptación social y un nivel de organización aceptable –según explica el citado artículo de Bruzzone y García–, la base puede convertirse en un Centro de Seguridad Cooperativa (CSL), que coordina la lucha contra las drogas, con poca o nula presencia permanente de los estadounidenses; pero ante una supuesta “amenaza”, por parte de un “enemigo común”, el centro puede pasar a ser Base de Operaciones Principales (MOB), con fuerzas operativas permanentes; o bien Base de Operaciones de Avanzada (FOB), que además incluye fuerzas para operaciones especiales. Estados Unidos suele aprovechar estas bases para realizar operaciones militares encubiertas. Adicionalmente se monitorea y controla satelitalmente toda la región.

Francisco Olaso manifestaba que la asesora del Ministerio de Defensa en el artículo de   Bruzzone y García, habría sostenido que el ejército argentino ya no es el de la dictadura; no está formado en la hipótesis del enemigo interno. Hace unos años la fuerza elaboró el proyecto Ejército Argentino en el horizonte 2025, que en parte fue tomado por el ministerio de Defensa.

“Argentina tiene como hipótesis de conflicto susceptibles de transformarse en hipótesis de guerra la defensa de sus recursos naturales.” dice Bruzzone. Pone como ejemplos el Acuífero Guaraní, los minerales e hidrocarburos. “Lo que ha quedado perfectamente explicitado es que la agresión va a venir de un enemigo extraregional, extracontinental, que está fuera de la Unasur y la Celac”, sostiene. “No se les nombra, pero sabemos ciertamente que se están refiriendo a Estados Unidos y a la OTAN.”, sostuvieron.

Como se dijo anteriormente a Estados Unidos le preocupa el liderazgo de Brasil en el subcontinente. La frustrada base en Chaco hubiera contribuido al cerrojo que ya sufre el gigante sudamericano. El país está rodeado por más de 20 bases de Estados Unidos, instaladas con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.

Una vez más, para Bruzzone lo que está en juego es el control de recursos naturales estratégicos. “La Amazonia, que es el mayor pulmón del planeta, tiene el 25% de las reservas mundiales de agua dulce, la mayor fuente de biodiversidad, y no olvidemos que el 80% de los medicamentos que se producen en el mundo están elaborados en base a plantas de los bosques y las selvas”, sostiene Entre los minerales estratégicos cita el neobio, el titanio o el tugsteno, que se utiliza en la tecnología aeroespacial y en la industria militar. Hay también grandes riquezas hidrocarburíferas. “Estados Unidos ha utilizado la Iniciativa Regional Andina y el Plan Colombia para sembrar de bases toda la frontera amazónica”, dice la asesora.

La base inaugurada el 5 de abril de 2012 en Concón, Chile, es un centro de entrenamiento para las fuerzas de paz de la ONU. Fue construida con 500 mil dólares aportados por el Comando Sur. Apunta, según la analista, a la estrategia de control y militarización del Océano Pacífico que desarrolla Estados Unidos.

La estrategia incluye a México, Colombia, Perú, Chile, y también a Corea del Sur y los Tigres asiáticos. “El objetivo final es cercar a China, país que ellos perciben como el gran oponente en este siglo XXI, el enemigo que tiene visos de ser la gran potencia hegemónica”, dice Elsa Bruzzone. “Se toma posición enmascarada en el paraguas de la ONU –advierte –. Detrás de las misiones de Naciones Unidas desembarcan los soldados de la OTAN, los marines estadounidenses, no precisamente para preservar la paz sino para hacer pie y quedarse.” (Fuente: http://www.proceso.com.mx/?p=309423)

Por su parte, el periodista Fernando Pino Solanas testigo presencial de las manifestaciones antiyanquis en el Chaco decía: “El 25 de mayo pasado tuve la gratísima sorpresa de participar de una extraordinaria y emocionante caravana de ciudadanos y de jóvenes de toda condición que salió del centro de la plaza central de Resistencia (Chaco) hacia el aeropuerto. Esa caravana fue lanzada por decenas de organizaciones políticas y sociales para repudiar y exigir el cierre de la base militar que el Comando Sur del Pentágono; es decir, de las fuerzas armadas norteamericanas, ha instalado en el aeropuerto de Resistencia con la idea de que es una brigada de ayuda humanitaria, curioso caso donde la ayuda pasa por el Comando Sur del ejército norteamericano, el mismo ejercito que ha producido el genocidio de Irak con más de un millón de muertos, y otro tanto en Afganistán.”

Los pueblos de nuestra América Latina y del Caribe paulatinamente comprenden que fueron alienados y manipulados por el poder mediático imperial y nacionales, y en esta nueva etapa descubren que los Estados Unidos y sus militares, sus espías de la CIA y de la DEA  son sus verdaderos enemigos.

En el caso argentino, mientras se recordaba la guerra de las Malvinas y se luchaba por la recuperación y el fin  del colonialismo británico, Estadios Unidos enviaba el submarino atómico Talent para que llegue el 14 de junio a Malvinas, el día del armisticio de la guerra de Malvinas. Mandan para celebrar ese día un submarino atómico.

Es el ejército que tiene la mayor base de la OTAN en el hemisferio sur, con una escuadrilla de aviones de alta perfomance y una fragata misilistica que amenaza la Argentina, sostenía Pino Solanas.

En el Ecuador fue el pueblo movilizado el que exigió la expulsión de la base aérea de Manta (FOL, por sus siglas en inglés) y esa misma movilización  exigió que en la Constitución   de la República conste un  artículo que prohíbe de manera terminante que nunca, bajo ningún pretexto se permitirá la instalación de una base militar o la presencia de tropas extranjeras en el territorio nacional.

En Argentina el pueblo del  Chaco en movilizaciones exigió la expulsión de la famosa base y el Comando Sur sufre las consecuencias de la prepotencia imperial y la misma Casa Blanca comienza a percibir el creciente rechazo a todo lo que huela siquiera a presencia yanqui armada.

Los ejemplos de Ecuador y Argentina podrían ser emulados por los pueblos del resto de nuestra América Latina y del Caribe que se constituyen en territorios de paz, libres de armas de destrucción  masiva: nucleares y químico-bacteriológicas que son portadas por aviones, barcos de guerra y submarinos de la IV Flota que surcan nuestros mares.     Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com