El crecimiento argentino se desacelera, es un hecho. No una fatalidad. Pero sobre todo no debe convertirse en un tabú. Dado que la desaceleración del crecimiento argentino es en primer término bastante lógica, y en segundo lugar porque no es catastrófica ni ineluctable y en tercer lugar porque debe convertirse en una fuente de inspiración para mejor rebotar. La cuestión de fondo no es ¿qué crecimiento ? y ¿para qué ? Porque el crecimiento no es un fin en sí mismo sino un vector. El informe semestral del BCRA (Banco central de la República Argentina), fechado en julio, admite, para este segundo trimestre esa desaceleración en el marco de la coyuntura internacional. En el 2012 el ritmo del crecimiento se ha reducido « Mientras que en los primeros tres años el Producto con relación al mismo período del 2011, aumentó un 5,2%, los indicadores de la actividad adelantados muestran, en el segundo trimestre, una moderación del crecimiento » explican.
Debido a la disminución de las exportaciones de productos agrícolas, en razón de la sequía, aunque esté en parte recompensada por el alza de los precios y la disminución de la de manda externa de productos industriales ocasionada por la desaceleración económica global, especialmente en Brasil que ha impactado fuertemente en la industria argentina. Es necesario recordar que en 2010 el 21% de las exportaciones argentinas se destinaron a Brasil, de las cuales el 9% eran de automóviles. Productos fuertemente correlacionados con el ciclo económico. Hace algunos días el ministro de comercio exterior reconocía que en el último mes y medio la situación se había degradado, la competencia externa se había endurecido pero que aún podía lograrse, en el año, un excedente comercial de 10 mil millones de dólares. Con un importante crecimiento desde el 2003, la Argentina está acostumbrada a registrar ambos excedentes el presupuestario y el comercial. El consumo argentino ha registrado estos últimos años tasas de crecimiento que algunos consideran insolentes. ¡Tanto mejor ! El país estaba necesitando este dinamismo y retomar también confianza en sí mismo. Automóviles, electrodomésticos, ropa… se apuesta al futuro en la medida en que el poder de compra sostenido por las políticas de gobierno permitía a los argentinos emerger del agua y realimentar el mercado interno.
El consumidor argentino de clase media que se ha reencontrado con su nivel perdido, hace más de diez años, hace una pausa. Según el INDEC el crecimiento, en el primer semestre, en relación al mismo período del año anterior ha sido del 2,5%. Varios indicadores estadísticos tales como la producción industrial (tres meses consecutivos en descenso, especialmente la automotriz) o la venta de automóviles inicia el segundo semestre ; pero los centros comerciales han visto sin embargo aumentar sus ventas en un 23,5%.
En cambio lo referente a inversiones resulta más contradictorio. De modo que un bajo nivel de inversiones resulta muy pronto motivo de preocupación. Habrá que ver si los planes para la compra de vivienda o las nuevas políticas de créditos para las empresas lanzados por el gobierno toman la posta. Del lado del empleo la desocupación no ha aumentado, es de un 7,1% pero algunos destacan que las horas extras tienden a reducirse.
En fin, es sobre todo la inflación la que autoalimenta eventuales temores vinculados a esta desaceleración. La desaceleración comprobada no es un anatema y es sin duda lamentable que el gobierno argentino no haya anticipado hace varios meses esta doble realidad, en el mismo momento en que establecía controles en la compra de divisas. El índice de precios es el centro de todos los fantasmas. En un rango que va desde el 10% oficial hasta el 23% agitado – pero no respaldado – por los detractores de la actual política. Según los informes del BCRA, el índice de precio desaceleró su crecimiento en el primer trimestre pero los precios al consumo han aumentado a tasas equiparables a las de fines de 2011.
Terminar con la paranoia de la inflación
Desaceleración y riesgos inflacionarios, un cocktail que puede despertar inquietudes. Pero la inflación es automantenida por algunos componentes inflacionarios de algunos agentes de la economía argentina. Por otra parte Joseph Stiglitz, premio nobel de economía y antiguo jefe del Banco Mundial, en una conferencia recientemente pronunciada en la Universidad de Buenos Aires ( ver El Correo) reafirmó que era necesario terminar con la paranoia de la inflación. « No es un problema en sí misma. Lo que cuenta son sus consecuencias sobre el crecimiento, la distribución del ingreso y la pobreza » y recordar « que también está en la base de los EE.UU. y en Europa, donde se tienen en cuenta solo los precios y se ignora la burbuja financiera…) En cuanto a las estadísticas suelen ser a menudo motivo de controversias sobre su elaboración… » agregó.
Sin embargo como lo admitía recientemente en una declaración a la prensa Aldo Ferrer, reconocido economista y embajador argentino en Francia « Argentina tiene una inflación mayor de la conveniente » (…) « pero eso en el marco de una economía equilibrada que crece de forma sostenida y que no presenta riesgos de divagación inflacionaria » La inflación « importada » añadida al esfuerzo de distribución y a la concentración de los sectores formadores de precios son los principales factores que explican el alza de los precios destacaba el 17 de agosto último Mercedes Marcó del Pont, directora del BCRA, en oportunidad del congreso de AEDA (http://www.pagina12.com.ar/diario/e...). Pero es sobre todo la percepción de un eventual riesgo inflacionario, de unmenor excedente comercial y de un menor crecimiento lo que ha influido en el juego de los precios. Se penetra allí en la parte menos racional de la economía, el factor sicológicos que explica en su mayor parte los tira y aflojas en los que se encuentra la economía argentina, ampliamente alimentada por una oposición que disfruta soplar sobre las brasas.
Agrégase a esto la variable de los cambios. Como lo explica el BCRA « una parte de los agentes económicos argentinos con capacidad de ahorro han intensificado su tradicional propensión a mantener una significativa proporción de su riqueza financiera en moneda extranjera, especialmente en dólares »
La apuesta del reembolso de la deuda
En términos generales, en un contexto en que se instalan percepciones negativas en el seno de los agentes locales – como la de la crisis internacional que puede empeorar – la compra de moneda extranjera – en concreto el dólar – es un reflejo que alimenta los temores. : las medidas tendientes a restringir la compra de dólares decididas por el gobierno argentino – con el objeto de proteger su reembolso de la deuda en los plazos previstos – han indirectamente alimentado, en algunos ahorristas argentinos, una actitud sicológica de menor confianza pero también cierto tipo de inflación.
La Argentina ha enfrentado el desafío de pagar su deuda externa. Dedicando sus reservas a ese reembolso la política sobre las divisas se hallaba axialmente centrada en ese objetivo, « Destinar los dólares disponibles a una utilización más « eficiente » como lo recuerda el BCRA. Un objetivo de interés general que supera la suma de intereses particulares, resulta de alguna manera el mensaje enviado en relación a este tema, a quienes frente a un contexto de crisis internacional, quieren valorizar aún más sus ahorros. Paradojal, porque también residen allí los gérmenes de una peligrosa inflación –tan denigrada por la oposición- que también alimentan así a través de una dudosa especulación sinónima a menudo de evasión fiscal.
« Las perspectivas se usan a menudo para generar profecías autocumplidas y para lograr una devaluación. Es por eso que la Argentina ha decidido además de controlar los flujos de capital que llegan del exterior, controlar también los suyos » explica Marco del Pont recordando que « la fuga de capitales es una tendencia cultural y estructural producto de las recurrentes crisis argentina del pasado. » Ciertamente la restricción en la compra de divisas con fines de ahorro para limitar la huída de capitales ha generado ha generado un alza pero las tasas se mantienen competitivas.
Construir sobre la inversión productiva
Creer en el propio país es también creer invirtiendo. Ahora bien el crédito bancario para financiar las inversiones productivas a largo plazo es escaso en la Argentina. Por eso en este período de desaceleración del crecimiento, es esencial encarar el relevo con medidas contra cíclicas. Hay allí también una responsabilidad compartida que se inscribe en el interés general. El 77% del total de los préstamos acordados en 2011, tenían plazos de seis meses mientras 1u3 solo un 5,5% correspondían a créditos de más de tres años. Una nueva línea de créditos destinada a emprendimientos productivos ha sido lanzada : las más grandes em`presas financieras y las vinculadas al estado debían destinar el 5% de sus recursos a financiar la compra de bienes o la construcción de nuevas instalaciones a tasas inferiores al 15% y en plazos de más de seis meses, la mitad de esos préstamos debían estar orientados a las PYMES. El BCRA busca invertir la tendencia canalizando una mayor parte de los ahorros hacia la actividad productiva.
El papel del Banco Central en las medidas contra cíclicas.
Pero es precisamente contra el « nuevo papel » del Banco Central que arrecian las críticas que ha sido también el instrumento indirecto del pago de la deuda, puesto que el gobierno puede disponer de sus reservas. Nuevo papel definido por su nueva Carta Orgánica que amplia sus funciones incluyendo entre sus objetivos la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social.
Le otorga así al BCRA nuevas posibilidades e instrumentos concretos para interveni en materia de créditos. Pero también para desarrollar la transferencia de recursos al Tesoro en situaciones excepcionales como ante una crisis. Un papel que rompe con la ortodoxia. Y que va mucho más allá que la cuestión de la autonomía de un banco central con relación a una política financiera gubernamental.
Para la dirigente del I BCRA « ni una mayor financiación del Tesoro, ni la utilización de reservas en divisas para pagar la deuda externa, dos políticas denunciadas por la ortodoxia, afectan la capacidad de maniobra del BCRA o su equilibrio » Por el contrario esta reforma ha permitido desplegar instrumentos concretos para desarrollar políticas contra cíclicas en un período de desaceleración, orientando el crédito hacia la inversión productiva.
Y si este año el sector público presenta un déficit, se justifica el hecho de utilizar « en momentos de desaceleración un margen que le permita instrumentar políticas contra cíclicas » considerando ese déficit como « razonable ». « El pensamiento ortodoxo quiere instalar la idea de que el equilibrio presupuestario es un objetivo en sí mismo más allá de lo que suceda en la economía real » agrega.
Por otra parte en oportunidad de su conferencia en la UBA, Joseph Stiglitz subrayó que ha llegado la hora de terminar con los economistas ortodoxos cuyo único dogma se apoya en medidas de austeridad que agravan la situación. Es por eso que los gobiernos deben poder intervenir en la economía, la cuestión según él no es sobre si pueden o no intervenir « sino cuando deben hacerlo » concluyó.
Estelle Leroy-Debiasi pour El Correo, París, 19 de agosto de 2012
Traducción del francés para El Correo de: Susana Merino
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.