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27/08/12.- El coronel del ejército Francisco Alamán Castro ha advertido que ha advertido que los militares se están cansando de la farsa política y ha criticado el desprecio de los dirigentes del PP por el estamento militar. Colaborador de la publicación AD, ha afirmado que “los militares tenemos algo que la mayoría de los políticos de la casta desconocen: patriotismo y honor. Ese patriotismo y ese honor nos impele a actuar siempre bajo la exigencia del sentido del deber. Y el deber de los militares es alertar de la situación agónica que vive nuestra patria”, asegura el colaborador de AD.

Recuerda que el ejército es el garante de la unidad de la patria y de su seguridad, y tras afirmar que el ministro de Defensa “es un vividor”, reclama una regeneración moral de la clase política: “Cuando se presenta el curriculum de algún nuevo cargo público, se dice que estuvo en tal sitio y que estudió en esa otra universidad. Pero nunca nos dicen si ese cargo público tiene sentido del honor o si se trata de una persona decente. Es por eso que muchos políticos no tragan a los militares, representamos esos valores que ellos no han tenido ni tendrán nunca”.

Alamán apela al honor, el sentido recto del deber, la disciplina moral, la austeridad, el amor a España y el valor del sacrificio, aún en las circunstancias más adversas. Salvo deshonrosas excepciones, dice, “somos aún la conciencia limpia que no han podido torcer”.

El militar lamenta que no se permitan a los militares expresarse con libertad: “se puede ofender a Dios, se puede insultar a España, quemar su bandera, silbar su himno, denigrar a los héroes. Cualquier imán en cualquier mezquita puede defender las leyes islámicas. Cualquier artista puede denigrar las imágenes sagradas. Cualquier etarra puede dar su opinión en los periódicos… Todos tienen derecho a expresarse… menos los militares. Imagine qué ocurriría si el Gobierno amenazara con sancionar a los representantes del colectivo gay que insultasen a la Iglesia, una institución en la que se ven representados millones de españoles. Se armaría la de San Quintín. En cambio se nos pide a nosotros que nos callemos y nadie sale al paso”.

El coronel mira hacia atrás y recuerda con nostalgia la dictadura franquista: “Cualquier comparación con el régimen de Franco dejaría muy mal parada a esta casta política. Aquella gente sí que hacía las cosas por el interés y el bien de todos. La altura moral de aquellos ministros convierte a los de ahora en enanos. Gracias a la fortaleza de esa clase media que se creó durante el franquismo, España ha tenido tranquilidad social todos estos años. Eso ya se está acabando, y por desgracia no tenemos a otro estadista como Franco para que nos eche una mano”.

“Se destrozan las estatuas de antes, pero se conservan los paradores de turismo. Se quita el nombre a las calles de los franquistas, pero no sus frutos en forma de industrias, pagas extraordinarias, seguridad social, pantanos, universidades populares, trenes, aeropuertos, autopistas, puertos pesqueros, altos hornos y, sobre todo, una gran clase media que nunca antes había existido. Esta farsa ya se les está acabando. Por eso temen tanto las opiniones de quienes representan aún la conciencia moral y patriótica de aquella maravillosa época que dio paz, desarrollo económico y fortaleza moral a los españoles”, concluye.