Julio Escalona
El proceso bolivariano tiene éxitos indiscutibles. Uno de ellos es el alto grado de politización alcanzado por el pueblo venezolano, politización que el presidente Chávez ha impulsado. Ese proceso tiene errores serios y una burocracia insensible. Ese pueblo debe triunfar frente a los errores y la burocracia.
El triunfo del presidente Chávez es decisivo para la existencia de democracia, respeto a los derechos humanos y soberanía, cuando el mundo vive un serio peligro por el avance del totalitarismo fundado en la privatización de la naturaleza y los seres humanos, es decir, la universalización de la mercancía.
Por supuesto que Capriles es progresista. El progreso que llegó, en nombre de la cultura occidental y la superioridad racial, en La Pinta, La Niña y la Santa María, ha ido destruyendo la diversidad cultural, étnica, religiosa, de las lenguas, del sonido; de esa mezcla de jazz, blues, música afrocaribeña, música de las sabanas, dulces decires y cantares de la música andina…
Es el totalitarismo de la civilización que representa la globalización neoliberal, que destruye los saberes tradicionales, la creación vital desde los fogones, los tambores, las flautas e instrumentos de viento que reproducen el sonido de los pájaros, el bramido de los animales, de los vientos cuando viajan a través de los ríos, las selvas, nuestras borrascas y ensoñaciones interiores; el canto, el llanto, la oración de los pueblos oprimidos. Es el progresismo del nazismo, el sionismo, el Tea Party. Representa el autobús del progreso en el que fueron arrastrados miles hacia el estadio de Chile, la Operación Cóndor…
La guerra de Vietnam, Irak, Afganistán, Libia, Siria… La desestabilización contra Venezuela y los países de la Alba, el cerco estratégico contra China y Rusia; la destrucción de la hermosa y sagrada vida salvaje, ¿no se han hecho y se están haciendo en nombre del progreso? Es Chávez o Goldman Sachs.
El autor es: Licenciado y abogado