Sin querer, la operación golpista del senado paraguayo generó la posibilidad para que por fin Venezuela lograra entrar como miembro pleno al Mercosur, luego de una década en la que la burguesía retrógrada de la hermana república guaraní impidió, por injustas motivaciones políticas, que la patria de Simón Bolívar se sumara a esta vigorosa unión de países. Ahora que Paraguay ha quedado suspendido de este mecanismo, nuevos desafíos aparecen en el marco de esta repotenciada alianza.

Evidentemente, son el expansionismo económico de América del Norte y principalmente EEUU quienes más pierden influencia en esta etapa de transformación en Sudamérica y por ello no constituye un hecho aislado que recientemente desde Uruguay, el embajador israelí acreditado en ese país, emita infundados señalamientos contra el Gobierno Bolivariano y un supuesto pacto subversivo con Irán, todo a fin de provocar una polémica diplomática y poner en entredicho el comercio entre Israel y Mercosur.

Con toda certeza el petróleo venezolano y sus productos derivados constituyen un factor económico capaz de redimensionar la influencia de Mercosur en el contexto multipolar del siglo XXI, habida cuenta que se crea una base de intercambio preferencial con economías diversificadas y pioneras del mundo actual, como por ejemplo Brasil. La nueva situación hace factible que en el mediano plazo el Estado venezolano regule con mayor rigor viejos vínculos comerciales que en los últimos años han sido perturbados por el Imperialismo y gobiernos latinoamericanos que lo obedecen.

Constitucionalista. Profesor UCV.

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