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Miles de malianos piden armas en Bamako para iniciar una ofensiva total contra los invasores islamistas radicales en el Norte de Mali. A esta iniciativa se están sumando las fuerzas armadas de los países del CEDEAO (Occidente de Africa), que se disponen a una invasión conjunta en el territorio para expulsarlos.

Los invasores, Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento por la Unidad del Yijad en África Occidental (MUJAO), el Movimiento por la Liberación de Al-Zawad y los Defensores del Islam, tienen tres meses imponiendo la ley islámica del siglo V en el Norte de Mali. La población femenina es sistemáticamente humillada en público, y miles de personas emigran de esta región hacia el Sur de Mali y otros países.

«En nombre de Dios» y porque «no cumplen la Ley islámica» los invasores han destruido 7 de los 16 mausoleos de los santos musulmanes que acoge la ciudad antigua de Tumbuctú, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. También se han abierto puertas prohibidas de una mezquita fundamental en la historia de la que es, después de Meca y Medina, la ciudad santa musulmana más importante del mundo.

El nuevo gobierno francés también lleva a las Naciones Unidas, de la mano de los países del CEDEAO, la propuesta de una intervención armada.

La invasión se produjo cuando grupos rebeldes pro-Gadafi, debieron retirarse de Libia después de la guerra civil e invasión contra el expresidente Libio. Estos grupos quedaron fuertemente armados y descabezados, por lo que decidieron atacar a los países del sur del Africa con el objetivo de crear en el desierto del Sael una nación bajo la ley islámica del siglo V.

Las lecturas antiimperialistas son insuficientes. El poder omnímodo de las armas no enfrenta solo países pobres contra ricos o imperios contra colonias, también enfrenta a los oprimidos entre sí generando poderosas y nuevas formas de dominación y represión. El islamismo radical y los independentistas del Sael reproducen estructuras feudales en las regiones y países donde han logrado el poder gracias al predominio de las armas y por medio de amenazas sobre cualquier forma de disensión. Ahora atacan a la población maliana con el objetivo de hacerse de la ciudad santa y controlar los importantes yacimientos de petróleo no explotados que guarda Mali en su desierto. No hay nada inocente. El pueblo de Mali, aunque aún está solo, ya lo sabe.

El ejemplo de Mali hace transparente los errores cometidos por la izquierda más irreflexiva, que subsume la complejidad de la luchas de los pueblos al monotemático tablero del antiimperialismo, olvidando las peligrosas formas de dominación y sojuzgamiento que han privado dentro de las clases explotadas y que se han convertido, a lo largo de la historia, en nuevos juegos y modelos de dominación.

El pueblo maliano, musulmán, defensor persistente de otro mundo posible, promotor mundial de la soberanía alimentaria y ejemplo indeclinable de felicidad popular y antiimperialismo, hoy dispuesto a tomar las armas contra los invasores, lo hace también por los muertos y las mujeres violadas de Darfur, así como contra toda forma de oscurantismo que amenace la liberación definitiva y plena de los seres humanos.

Las organizaciones malianas nos piden apoyo. Nuestra solidaridad con Mali nos obliga pensar de manera más comprometida y plena en la transformación de la humanidad.

Para mayor información sobre las movilizaciones malianas contactar a Mme. Touré:  sbourgoint@gmail.com