Las historias de los dos países son paralelas: la industrialización periférica, la hegemonía del nacionalismo en el movimiento popular, el peronismo y el getulismo, los golpes militares, la redemocratización, el neoliberalismo, los gobiernos progresistas de este siglo. Las diferencias se produjeron con el agotamiento del getulismo con el golpe militar de 1964.
La alianza de Getulio con Perón y actualmente de Lula y Dilma con los Kirschner fortalecieron la demonización de la Argentina. FHC (Fernando Henrique Cardoso) llegó a decir que el gobierno del PT (Partido de los Trabajadores) era un «subperonismo» con todo el tono peyorativo que asumió el peronismo en la «ciencia política» brasileña.
Los medios brasileños solo acumulan análisis negativos y denuncias sobre el gobierno argentino, como si el país estuviese siempre al borde del caos y como si el gobierno de los Kirchner fuera una aberración. Por eso no consiguen transmitir a sus lectores, oyentes y televidentes, enfoques que hagan comprensible que Cristina haya sido fácilmente reelecta y que la oposición solo sea una decena de grupos fragmentados y sin apoyo popular.
Las ambigüedades del peronismo favorecen la confusión, Peronista fue el gobierno de Isabel Perón que respaldo las acciones de la Triple A y preparó el terreno a la dictadura. También Carlos Menem fue peronista quién introdujera una versión radical del neoliberalismo en el país.
También son peronistas –aún habiendo adherido al menemismo en los años 90– los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, integrados al postneoliberalismo latinoamericano. Recuperaron la economía argentina del peor desastre de su historia –la implosión de la política de paridad entre el dólar y el peso instrumentada por Menem y mantenida por De La Rúa– han fortalecido la integración regional, recomponiendo la capacidad económica del Estado argentino y desarrollaron formas creativas de políticas sociales.
El Correo. París, 23 de julio de 2012. http://www.elcorreo.eu.org/El-enigma-argentino?lang=fr
Traducción del portugués para El Correo de Susana Merino