Milagros López de Guereño
La Verdad

Raúl Castro aún no ha definido el modelo de las «lentas» reformas

A cuatro años del comienzo de las reformas económicas en Cuba, la velocidad de su aplicación suscita división de opiniones. Mientras quienes esperan mayores cambios critican su lentitud, el Gobierno de Raúl Castro defiende su decisión de avanzar «sin prisas pero sin pausas» para no cometer «errores estratégicos».

La semana que termina, tanto el presidente Castro como su vicepresidente, José Ramón Machado Ventura, se refirieron al asunto. Este último fue particularmente duro al vincular las censuras con la contrarrevolución. «Los enemigos de la Revolución -tanto los de fuera como los de dentro-, bajo la sombrilla de la crítica hacia una supuesta lentitud o poca audacia de las medidas adoptadas, ocultan sus verdaderas intenciones de restaurar el régimen de oprobio existente hasta 1959». Para Machado Ventura, no se trata de «resolver un problema a costa de crear otro, sino de encontrar soluciones definitivas para no retroceder posteriormente».

El eje de la «actualización» es traspasar la carga del Estado a la iniciativa privada. La operación comenzó con la entrega de tierras en usufructo, el levantamiento de «prohibiciones absurdas» vinculadas al consumo como el acceso a la telefonía móvil, a hoteles internacionales y al alquiler de coches, y se amplió el trabajo por cuenta propia en más de 180 actividades. Pero se resiste el «cambio de mentalidad» y surgen tropiezos al aplicar las medidas, básicamente porque los precios de todo son elevados y los salarios siguen sin subir.

Salvo para los 390.598 autónomos de junio de este año -233.227 más que en septiembre de 2010- y los 150.000 cubanos que han recibido tierras en usufructo, la inercia, los bajos salarios, la «indisciplina, el desorden y la impunidad», en palabras de Castro, inciden en que muchos trabajadores estatales consideran normal «desviar», es decir, robar al Estado para vender en el mercado negro y completar la economía familiar, perpetuando la filosofía del ‘resolver’ (sobrevivir más allá de los límites oficiales). Sin embargo, hay trabajadores que se sienten realizados cuando han podido pasar de alquilar un cuarto en su casa a completar un curso de confección de artesanías que venden en un puesto callejero. Y, para no depender de la meteorología, ahora quieren abrir establecimiento propio aprovechando las facilidades crediticias.

La fisonomía de las ciudades ha cambiado desde que a finales de 2010 florecieron los autónomos. Pero junto a la proliferación de ‘paladares’ (restaurantes) y mercadillos donde lo mismo se venden grifos que películas piratas o ropa y calzado, también han crecido los problemas. No hay mercado mayorista, las aceras se abarrotan de vendedores y la suciedad aumenta. El Gobierno aprobó el alquiler de locales para pequeños negocios como peluquerías, manicura o reparación de calzado, y la contratación de empleados. Para no sufrir grandes reveses, el Ejecutivo gusta de comenzar con los ‘planes piloto’, como con el servicio de taxis o las barberías. Una prueba que, si funciona, se extiende; y si fracasa, el Estado salva la cara. Investigadores del Centro de Estudios de la Economía Cubana sostienen que las reformas se desaceleraron porque el Gobierno tiene pendiente de definir un capítulo clave: hacia qué tipo de país se avanza y cuáles serán las principales líneas maestras para construir ese nuevo modelo. Y este semestre comenzará otro experimento más ambicioso: las cooperativas en actividades no agropecuarias. Según el vicepresidente Marino Murillo, se trata de una «forma preferente dentro de la gestión no estatal». Para apoyar la marcha de más de 200 incipientes cooperativas en 2013 se destinarán 85 millones de euros. Un dineral considerando el déficit de liquidez de Cuba y que la crisis mundial dificulta la obtención de créditos.

Asignatura pendiente

Entre las reformas más significativas figuran también la legalización de la compra-venta de viviendas y coches usados y una nueva Ley Tributaria que, entre otras cargas, contempla el impuesto aduanero que penaliza los bienes y productos destinados a la venta en tenderetes particulares o a domicilio. Son similares a los que ofrecen las tiendas oficiales pero bastante más baratos.

La asignatura pendiente es la anhelada reforma migratoria que obliga a los cubanos a tener una ‘carta de invitación’, un ‘permiso de salida’ y a permanecer no más de 11 meses fuera de la isla. Según Castro, la «cuestión no ha sido relegada» sino que «hemos continuado profundizando para su gradual flexibilización, teniendo en cuenta los efectos asociados y el escenario internacional». Y todo ello sin dejar «espacio a los cantos de sirena que nos llaman al desmontaje inmediato del socialismo» y a imponer «terapias de choque» que «pondrían en peligro la estabilidad de la nación» que promete mantener socialista y próspera, aunque esto sea mucho más difícil.

Fuente: http://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20120729/mundo/cuba-cambia-pero-hacia-20120729.html