Raúl Kollmann
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El doble crimen de Cañuelas produjo esta semana un fenómeno llamativo: coberturas de 24 horas, llenas de dramatismo, en las que nadie mencionó que se trata de una localidad donde hay bajísimos índices de delito y hace casi diez años que no se registra un homicidio en ocasión de robo.

El caso Cañuelas plantea varios interrogantes:

1 ¿Estamos ante un caso de inseguridad?

La pregunta en sí misma carece de sentido. El punto clave está en si se trata de un hecho prevenible o no, si el doble homicidio se produjo en una localidad donde se registraron hechos serios en los últimos tiempos, si fallaron los patrullajes, si había algún indicio de que algo así podría ocurrir, si podría haber habido complicidad o ineficiencia policial o si faltaron cámaras o cualquier medida de seguridad de ese tipo que la población o los especialistas vinieran reclamando. Lo cierto es que, en principio, nada hacia prever semejante hecho. Curiosamente, en las convocatorias de Cañuelas parecía estar sólo la consigna de justicia, o sea, que detengan a los responsables y los juzguen. Y también, el pedido de renuncia de la intendenta Marisa Fassi, que fue fuerte durante las primeras horas y se diluyó la misma tarde posterior. Nadie exhibió críticas muy serias a la gestión de la policía comunal, que es la que existe en Cañuelas. Sin embargo, habrá que esperar que siga un poco la investigación. Los dos detenidos son hijos de policías, y personas cercanas a la intendencia sugieren que en los últimos 20 días comenzó una oleada de robos que rompieron con la tranquilidad de Cañuelas en los últimos años. Habrá que profundizar.

2 ¿Son Marconi y Chavero los autores del asesinato de los Massa?

Por ahora, el fiscal Rodolfo Robatto está seguro de que tiene pruebas suficientes contra ambos. Y el juez Guillermo Atencio lo respalda.

Respecto de Marconi, los indicios empiezan por la moto, reconocida como la que estuvo frente al supermercado. En su casa se encontró, a medio quemar, tela de una campera azul que sería concordante con la usada por el hombre que entró y disparó, y una zapatilla del mismo par que la que perdió el homicida en su huida. Pero, además, Marconi dijo que estuvo con una mujer tomando mate a la hora de los homicidios y la mujer ha dicho que no lo ve desde hace casi un mes. Igualmente, no se puede dar por probado en un ciento por ciento, porque todavía no hay prueba científica, al estilo de huellas, ADN, sangre. Debe recordarse que, según los testigos, Marconi se quedó afuera, sobre la moto, con el casco puesto.

En cuanto al Luli Chavero, lo que lo involucra es un primer reconocimiento fotográfico y dos reconocimientos en rueda de presos. Chavero dijo que no estuvo en Cañuelas, pero hay sospechas de que se alojó en una especie de pensión –habitaciones casi abandonadas, regenteadas por una señora que vive en una casucha de atrás– y que salió de allí el lunes, horas después del crimen, cuando había pagado el alojamiento por un mes. Uno de los reconocimientos es de una persona que está viviendo en esa pensión. Nuevamente está la advertencia de que tampoco hay, hasta el momento, prueba científica en su contra.

3 ¿Fue venganza o robo?

En principio, tanto el fiscal como el juez hablan de venganza. Como se sabe, en 2004, Marconi intentó robar a Marcelo Massa. Lo hizo encapuchado, pero el comerciante se trenzó en lucha con él, le quitó la capucha y se dio cuenta de que era la persona que había trabajado en una verdulería que conocía. En aquella oportunidad, Marconi disparó y provocó serias heridas en Marcelo. Durante el juicio lo reconoció en forma indubitable, lo que llevó a Marconi a la cárcel desde 2004 hasta mayo pasado. En la causa hay testimonios de amenazas recientes de Marconi a Marcelo Massa, y esto es lo que está en la base de la hipótesis de que se trató de una venganza.

Hay otra teoría que no se aparta demasiado. Marconi efectivamente habría pensado en una venganza, pero la quería ejecutar robándoles a los hermanos. Eso es lo que explicaría que no entrara al supermercado, sino que quien habría ingresado sería el Luli Chavero, a quien los Massa no conocían. También esto explicaría por qué Marconi se habría quedado afuera, con la capucha puesta.

El juez Atencio dijo ayer a Radio Mitre que cree en la hipótesis de la venganza y por eso la calificación es doble homicidio agravado. Sin embargo, sostuvo que el fiscal tiene algunos elementos que van hacia la teoría del robo, pero que le parecen débiles.

4 ¿El sistema carcelario?

Ya se sabe que Marconi –hijo de un policía de la zona– estuvo preso siete años. Salió en mayo pasado. El viernes, fuentes policiales le dijeron a este diario que los antecedentes del Luli eran dramáticos y el sitio Online 911 publicó ayer los detalles. El padre de Chavero, Daniel, fue cabo de la Policía Bonaerense. En 1990 mató a su esposa, Patricia Báez, y enterró el cuerpo en el jardín de su casa. Ignacio, El Luli, era entonces muy chico. Su padre estuvo 12 años en prisión y salió en 2002, cuando El Luli tenía 18. Poco tiempo después cayó preso por robo y supuestamente en el penal de Olmos conoció a Marconi. También Chavero padre volvió a caer en prisión por robo. Los Chavero y Marconi suman ejemplos a un servicio penitenciario que acumula denuncias y exhibe su crisis.

5 La cobertura y la política

Las cámaras y los micrófonos apuntando a cualquiera que estuviera dispuesto a gritar, llorar o golpear fueron una constante desde el lunes. La primera concentración, empujada por la Sociedad Rural, la Cámara de Comercio y la Cooperativa de Transportes, estuvo centrada en los reclamos de que renunciara la intendenta. Por un lado gritaban que Fassi no quería dar la cara, pero cuando bajó en tres oportunidades, no la dejaron hablar. Ya a la tarde, se empezó a encauzar hacia un reclamo de que tuviera resultados la investigación y que fueran capturados los responsables. Pero en ese marco, en las coberturas, no hubo voces dispuestas a poner en contexto un hecho inusual para Cañuelas, que no registra índices de delito de relevancia. En lugar de un sereno análisis criminalístico del doble homicidio, una cobertura de la investigación y de la búsqueda de los homicidas, la imagen más repetida fue la de un sujeto que le pegaba un puñetazo (el único hecho de ese tipo) a la puerta de un ascensor. Esa escena pudo verse centenares de veces. Convivieron la ideología manodurista y quienes quieren golpear como sea al oficialismo. En ambos casos, el truco consistió en hacer pasar el doble homicidio como algo que colmó la paciencia en Cañuelas, cuando la realidad es que no hubo un hecho como éste en toda la historia de la localidad y –al menos por lo que se investigó hasta ahora– se originó en una venganza casi inédita a nivel nacional.