23 de Julio de 2012.- Una ola de ataques coordinados con bombas y armas en 13 ciudades de Irak dejó por lo menos 103 muertos hoy lunes, dijeron las autoridades, el día más cruento del país en lo que va de año.
Aunque nadie hasta ahora se ha atribuido la responsabilidad, el líder de Al-Qaeda en Irak declaró el domingo que lanzaría una nueva ofensiva para sembrar la inestabilidad en todo el país. Advirtió que los insurgentes se están reorganizando en áreas que controlaban las fuerzas estadounidenses antes de su retirada en diciembre.
El último episodio de violencia llevaba muchas de las señas de identidad de Al-Qaeda: todos los ataques con bomba y tiroteos ocurrieron en unas cuantas horas uno del otro y tuvieron como objetivos principales a las fuerzas de seguridad y oficinas del gobierno, los blancos favoritos de los milicianos predominantemente suníes.
«Al-Qaeda trata de enviar un mensaje de que es fuerte todavía y que puede elegir el tiempo y los lugares para atacar» , dijo el lunes el legislador chií Hakim al-Zamili, un miembro de la comisión de seguridad y defensa del Parlamento.
Agregó que las deficiencias en la capacidad de los servicios de espionaje de Irak para reunir información sobre ataques terroristas, o dejarlos ocurrir a pesar de los controles de seguridad, demuestra la ineficacia del gobierno para proteger a su pueblo.
La carnicería de este lunes y los atentados casi diarios del último mes indican que los integristas siguen siendo capaces de sembrar el caos.
La violencia del lunes estuvo centrada en 13 ciudades y aldeas iraquíes. Los atentados dinamiteros ocurrieron en un espacio de pocas horas y fueron dirigidos principalmente contra las fuerzas de seguridad y oficinas gubernamentales: dos de los objetivos preferidos de al-Qaeda en Irak. «Fue una explosión enorme», dijo Mohamed Munim, de 35 años, que trabajaba en una oficina del Ministerio del Interior que emite tarjetas de identidad a los residentes del barrio capitalino de Ciudad Sadr, cuando estalló un coche bomba frente al edificio. Murieron 16 personas.
«Lo único que recuerdo fue el humo y el fuego, que abundaba por todas partes» , dijo Munim en su cama del hospital de Ciudad Sadr, alcanzado por la metralla en el cuello y la espalda.
El peor atentado ocurrió en la aldea de Taji, a unos 20 kilómetros (12 millas) al norte de la capital, donde según la Policía las cagas colocadas junto a cinco casas estallaron, seguidas por un atentado suicida. En total murieron 41 personas.

