En el frente interno, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Superior de Justicia Electoral han convalidado tanto el juicio político sumario al que fue sometido Lugo en el Congreso –dominado por la oposición oligárquica– como la constitucionalidad de la presidencia que ejerce desde el lunes pasado Federico Franco, quien hasta entonces se desempeñaba como vicepresidente. De esta manera se han cerrado prácticamente todas las vías legales para restablecer la institucionalidad democrática, salvo que el propio Legislativo dé marcha atrás sobre sus pasos y restituya a Lugo en el cargo.
Mientras tanto, al calor de las movilizaciones en las calles, miles de partidarios del presidente depuesto han conformado un Frente Nacional para la Defensa de la Democracia que mantiene el control de la televisión pública, y en el que convergen organizaciones estudiantiles y campesinas, así como ciudadanos en general. La crispación en el país ha llegado a tal punto que Franco declaró ayer que su prioridad es evitar una guerra civil y renunció a nuevos intentos de tomar en forma violenta las instalaciones de la televisión pública.
El aislamiento regional del régimen golpista es general: dos de los tres países limítrofes con Paraguay, Argentina y Brasil, han llamado a consultas a sus respectivos embajadores en Asunción, en tanto el presidente de Bolivia –el otro Estado fronterizo–, Evo Morales, anunció que no reconocerá a Franco porque encabeza un gobierno gestado por los neoliberales, en colaboración con los terratenientes locales y el imperio, en referencia a Estados Unidos.
Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela han expresado, en distintos estilos e intensidades, su rechazo a la triquiñuela legal mediante la cual el Legislativo destituyó al mandatario elegido en 2008. Varias naciones de la región, asimismo, se muestran partidarias de la inmediata exclusión de la OEA del régimen encabezado por Franco, en tanto el Mercosur vetó a sus representantes de la reunión cumbre que se inicia el viernes próximo en Mendoza, Argentina.
En contraste con el masivo respaldo regional a la institucionalidad democrática paraguaya y con la determinación de miles de paraguayos de defenderla, el defenestrado Lugo manifestó su pesimismo sobre las perspectivas de una restauración del orden constitucional en su país, y renunció a asistir al encuentro de Mendoza, en el cual tenía asegurado el apoyo de la comunidad sudamericana, porque, dijo, no quiero presionar ni a los presidentes ni a los países de la región para que puedan tomar decisiones.
Es claro que si el ex obispo de San Pedro no asume actitudes firmes en defensa de la representatividad democrática, la resistencia contra el golpe parlamentario perpetrado en Asunción el pasado 22 de junio carecerá de perspectivas claras y que, en tal escenario, Paraguay correrá la misma suerte de Honduras en 2009, es decir, una grave regresión antipopular y oligárquica.