Hasta la fecha lo han intentado todo, desde la consabida revolución de colorines, los sabotajes y operaciones encubiertas, al terrorismo mercenario, el envío de yihadistas de todo el mundo al más puro estilo al Qaeda, la compra de quintacolumnistas internos con dinero y promesas de poder futuro, las manipulaciones mediáticas para la creación de los consensos previos a las intervenciones, el entrenamiento y pertrechamiento de los combatientes sirios e internacionales, etc, etc, etc.
Sin embargo, por el momento todo ha sido fallido, excepto el sacrificio de miles de personas y la destrucción de un país, los daños colaterales de la remodelación de Oriente Medio iniciada por Bush y en ejecución por Obama. ¿Para qué tanto dolor? —se preguntará mucha gente. ¿Para llevar la democracia a un país? Eso nadie se lo puede creer, Siria es infinitamente más democrática que bastantes de los países que la están agrediendo o financiando la agresión. Basta con mirar el ejemplo de Qatar o Arabia Saudí (donde las mujeres en estos días luchan por poder conducir) y donde no hay ni siquiera elecciones parlamentarias para darnos cuenta de que los motivos son de otra índole. Siria ha emprendido un proceso de reformas constitucionales y de legalización de partidos políticos al que nadie ha querido prestar ni la más mínima atención. La oposición y los países atacantes podrían haberse dedicado a criticar o denunciar las carencias de las reformas si es que ese fuese el objetivo real de las operaciones militares, así podrían haber mejorado el resultado. Pero no, el único interés es el derrocamiento del presidente Assad y su sustitución por un gobierno liderado por los hermanos musulmanes, como ha propuesto Qatar a cambio de cesar los ataques contra el país.
No obstante, a pesar de los evidentes fracasos militares sufridos por los mercenarios y terroristas “rebeldes”, occidente continua con la escalada. Ahora Francia está pidiendo una zona de exclusión aérea, cuando no hay ninguna constancia de que se estén usando aviones en la guerra. El armamento con el que equipa a los combatientes cada vez es más potente y sofisticado. Los medios occidentales siguen contando a los mercenarios muertos como “civiles” e inculpando al gobierno de los actos de terror y de las masacres genocidas llevadas a cabo por al Qaeda. El alto el fuego auspiciado por la ONU se está vulnerando por parte de occidente y los gobiernos del Golfo para que no haya lugar a una salida política. Saben que sin una solución militar no tienen ningún futuro en el país y por eso son los más interesados en ataques a militares y a civiles, en cometer actos terroristas, matanzas genocidas y asesinatos sectarios.
Rusia continua los esfuerzos en la búsqueda de una salida pacífica al conflicto, pero cuenta con la oposición de todos los países agresores que únicamente acceden a parlamentar para quemar etapas ante las opiniones públicas y los organismos internacionales sin ningún tipo de compromiso real. Ante la escalada sin fin, el fin de semana no dudó en lanzar dos misiles intercontinentales que atravesaron Oriente Medio en una clara señal de advertencia de que no iba a seguir permitiendo impasible la agresión internacional al país soberano y buen aliado. Días atrás se especulaba —aunque no deja de ser improbable— con el envío de una fuerza de más de 20.000 soldados para proteger al país, pero lo que sí parece que ha hecho ha sido el envío al puerto de Tortus de una flotilla procedente del Mar Negro. La inteligencia israelí sostienen que con ella viajan tropas especiales y que no sólo van a proteger al puerto que mantienen alquilado a Siria, sino que tienen un papel de intervención directa que va mucho más allá. Pero también EEUU tiene finalizados sus planes de intervención y mantiene tres buques de guerra y un submarino en el área y no descarta un escenario de invasión al estilo libio, con tropas suyas o pertenecientes a la OTAN y a las dictaduras aliadas del Golfo.
¿Que se juegan EEUU, Israel, parte de Europa y el CCG en Siria? No existe un sólo motivo para tomar el control de Siria. Obviamente, ni las razones humanitarias ni las democráticos tienen nada que ver. El altruismo no mueve las relaciones internacionales ni nunca lo ha hecho. Quien piense así o es un iluso o un indocumentado. Cada actor tienen un interés diferente:
– Occidente busca controlar un zona vital para la geoestrategia del gas, el combustible fósil que irá suplantando al petróleo una vez alcanzado el peak oil de la producción.
– Israel pretende acabar con uno más de sus enemigos, no en vano mantiene ocupado e intenta anexionarse una parte de Siria, los Altos del Golán.
– Ambos quieren eliminar al aliado más poderoso que tiene Irán. Una vez neutralizada Siria, el ataque a Irán sería mucho más fácil, sobre todo porque Israel no tendría el problema cerca de sus fronteras.
– Siria es aliada de las resistencias palestina y libanesa. Sin la cobertura de Damasco, ambos lo tendrían bastante más difícil para subsistir. Para Israel es un movimiento fundamental tener gobiernos controlados en todas sus fronteras.
– Los países del Golfo quieren eliminar la influencia iraní. Siria es un paso intermedio en su lucha global por extender su control confesional en toda la región. Por eso tienen invadido Bahrein y mantienen la opresión y discriminación contra sus minorías chiíes internas.
Muchas gentes de buena voluntad se sienten conmovidas e impotentes por las imágenes de niños asesinados o por las escenas de destrucción que nos muestran los medios. Otros no ven más salida que una intervención internacional para parar la guerra, pero eso es lo mismo que echar gasolina a un fuego para tratar de apagarlo. Para detener la matanza, los primero que se debería hacer es dejar de enviar armas y dinero para los grupos mercenarios y terroristas. Sin un compromiso claro de EEUU, Francia, UK, Turquía y los países del Golfo, esto no es posible. Sin ellos no habría lo que ahora gustan de llamar guerra civil, otra trampa del lenguaje con aviesas intenciones y con música a injerencia. Una vez sin tráfico de armas y blindadas las fronteras para evitar el contrabando y la entrada de milicianos desde Líbano, Turquía o Jordania, una fuerza de la ONU formada por países neutrales en el conflicto patrullaría fronteras y, sobre todo, las ciudades para impedir la presencia de elementos armados ni de tropas militares. Una vez estabilizado el país, unas elecciones generales y un proceso constituyente con presencia de observadores internacionales debatiría la composición del gobierno y el modelo de estado. ¿Adivinan quién no quiere ni oír hablar de nada parecido?
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