Hace unos días, cuando se pensó una vez más que iba a resolverse el conflicto, Vargas encabezó un acto frente al Viceministerio de Gobierno y se auto ascendió al grado de Coronel. Sus seguidores le impusieron una chamarra mientras él proclamaba a Guadalupe Cárdenas, “líder” de las esposas de los sublevados, como “Defensora de los Derechos de los Policías”.
¿Quién es David Vargas?
David Vargas nació en La Paz el 26 de marzo de 1962. Estudió en el American School, donde terminó como bachiller en humanidades en 1979.
Vargas es conocido por haber liderado, ruidosamente, unos motines entre los cuales él ocurrido en abril de 1999, bajo el Gobierno de Hugo Banzer, y otro en febrero de 2003 frente a Gonzalo “Goni” Sánchez de Lozada.
Este último amotinamiento, ocurrido el 12 y 13 de febrero de 2003, terminó trágicamente con la muerte de 10 policías, cuatro militares y 16 civiles.
El viernes 22 de junio, el ministro boliviano de Gobierno, Carlos Romero, acusó expresamente a David Vargas de desafiar la autoridad del Estado, al interferir constantemente en el dialogo establecido entre los verdaderos portavoces de los policías y el gobierno.
Vargas, según Romero, desconoció las potestades del actual Comandante General, Víctor Maldonado: «Ha adoptado una actitud de ruptura institucional, de desafío a la autoridad de la policía, de desafío a la autoridad del Estado», dijo.
Unos días después, las presidentas del Senado y de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño y Rebeca Delgado, respectivamente, señalaron públicamente que detrás del último motín policial se ubicaban “infiltrados” que se aprovechan de las demandas legítimas de los policías de bajo rango.
“Hemos detectado que ciertas personas, como el ex mayor David Vargas, están infiltradas con intereses y afanes desestabilizadores que aprovechan las reivindicaciones legítimas de los policías y que ya fueron atendidas por el Gobierno”, precisó Gabriela Montaño, presidenta de la Cámara de Senadores.
El ministro boliviano de Gobierno, Carlos Romero, acusó hoy al exoficial Vargas de intentar “romper la estructura institucional del cuerpo” y de desafiar la autoridad del Estado.
Romero denunció que Vargas intentaba aprovecharse de la movilización de los efectivos de baja graduación que reclamaban un aumento salarial.
Vargas, según Romero, desconoció las potestades del actual Comandante General, Víctor Maldonado, de quien dijo que “ya no es más la máxima autoridad policial”.
«Ha adoptado una actitud de ruptura institucional, de desafío a la autoridad de la policía, de desafío a la autoridad del Estado», insistió Romero en alusión a la posición de Vargas.
La “Embajada” respalda
Puro producto de la bochornosa injerencia de Estados Unidos que durante tantos años se toleraba en muchos países del continente – tal como lo enseñó el agente CIA arrepentido Philip Agee – David Vargas no teme infringir la ley, desafiar las autoridades e imponer a sus ex colegas reivindicaciones provocadoras, por una autoridad que le confiere su connivencia, acordada o no, con “la Embajada”.
El respaldo perpetua de la representación diplomática norteamericana que se manifiesta detrás de cada provocación que beneficia a las oligarquías, a las transnacionales, a EEUU y sus socios, no es propio a Bolivia sino a cada nación donde un gobierno progresista se atreve a sacudir el dominio imperial.
¿Será David Vargas un agente de la inteligencia norteamericana? Su intervención en el último conflicto por cierto se alinea con la voluntad de desestabilizar el Gobierno de Evo Morales que el Departamento de Estado no llega a disimular.
Sus provocaciones no tienen otra lógica que un deseo de confundir, provocar, sabotear, desestabilizar y derrocar.
Los propios estadounidenses tienen un dicho elocuente: Si anda como un pato, suena como un pato y nada como un pato, es un pato.
Y David Vargas enseña todas las características de un asalariado del imperio, como tantos otros individuos que pisan su honor y la soberanía de su pueblo en cambio de los efémeros beneficios de una traición.