Manuel G. Ayestarán
Revista Pueblos
Entidades financieras como el Banco Santander, BBVA, Banco Popular, La Caixa, y multinacionales como Repsol, Vodafone o Accenture son presentadas como empresas solidarias y comprometidas contra la pobreza por diversas ONGs como Médicos sin Fronteras, Acción Contra el Hambre, Intermon Oxfam, Plan España, Save the Children, etc. Resulta paradójico que organizaciones supuestamente dedicadas a luchar contra la miseria y la injusticia social, limpien, a la vez, la imagen de los agentes conservadores del orden mundial existente en la actualidad. [1]
Medios de comunicación y grandes ONG
En las últimas décadas, los grandes medios de comunicación han presentado a estas organizaciones como los principales agentes en la lucha contra el mal de la miseria que asola al Tercer Mundo. Gracias a esta labor prestigiadora, la ayuda de emergencia y la cooperación para el desarrollo son conceptos que gozan de gran popularidad en la sociedad occidental contemporánea. La primera hace referencia a una ayuda puntual a corto plazo, por parte de la ONG a un colectivo en una situación crítica determinada, que en ningún caso pretende provocar un cambio en su forma de subsistencia u organización, únicamente pretende “preservar la vida y aliviar el sufrimiento de otros seres humanos”. [2] El segundo hace referencia a una ayuda a largo plazo que pretende mejorar las condiciones de vida en las comunidades donde se lleva a cabo, de modo que éstas acaben siendo autosuficientes.
El término Tercer Mundo, acuñado por el economista y sociólogo Alfred Sauvy, tan empleado en el discurso mediático y científico occidental, es, de entrada, un término poco práctico para la concienciación social, debido a que lleva asociada una connotación de lejanía de las naciones pobres respecto de las ricas, tanto en el sentido físico del término como en el simbólico. Sin embargo, las realidades de ambos lugares se encuentran estrechamente interconectadas, hasta el punto de que la existencia y el desarrollo histórico de las últimas han marcado y marcan profundamente la existencia y la forma de vida existente en las primeras. [3]
Además de fomentar esta percepción de alejamiento en el público, otro punto de conexión entre el establishment mediático y las ONG es la forma en la que representan a los países desfavorecidos y a sus habitantes en sus mensajes. Estos suelen ser presentados como lugares hostiles habitados por sociedades atrasadas, víctimas de su propia realidad política, social y natural, incapaces de subsistir de forma independiente y, por tanto, necesitados de la ayuda y del socorro de las sociedades más adelantadas, aspecto mediante el cual se justifica la constante intervención de las naciones ricas en su economía y organización política.
Ideología
La imagen de marca generada por este tipo de ONG suele caracterizarse principalmente por su carácter apartidista, neutral e independiente. Se presentan a sí mismas como organizaciones que salvan vidas “apolíticamente”. Sin embargo, esta concepción de su trabajo tiene numerosas lagunas y resulta muy dañina a largo plazo para la eliminación de la miseria y de las grandes diferencias sociales en la humanidad.
El carácter apolítico de estas organizaciones viene definido por el hecho de que ninguna tiene afinidad declarada con ninguna ideología política ni con ningún gobierno, sin embargo, como se ha mostrado previamente, sí la tienen con entidades de fuerte perfil neoliberal que apoyan y se benefician de las políticas que, en esta línea ideológica, fuerzan a impulsar organizaciones internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional a los países pobres, tales como acuerdos de libre mercado o medidas de legislación ambiental más permisivas que les permitan reducir los costes en sus actividades económicas. Es decir, mantienen relación con empresas que explotan trabajadores y saquean países legalmente, gracias al marco jurídico creado por el establishment político internacional, de fuerte tendencia derechista.
En la sección “empresas” de la página web de cualquier ONG puede verse la concepción que éstas tienen de la empresa privada como agente de cambio social, “La empresa es el mayor responsable de la generación de riqueza y puestos de trabajo en España […] Este nuevo concepto de «empresa socialmente responsable» tiende a integrar en su estrategia aspectos considerados antes marginales o filantrópicos y a racionalizar su gestión para que confluyan en la esencia de la empresa: la rentabilidad económica como factor clave para crecer y crear riqueza” . [4]
Este punto de vista esconde unas connotaciones ideológicas muy importantes, ya que señala que el “nuevo” empresario es capaz de regularse por sí mismo y crear riqueza para toda la sociedad, idea defendida a ultranza por el ideario económico derechista internacional, que a tantos millones de esclavos y hambrientos afecta. A cambio de un donativo superior a una determinada cantidad económica, 1000€ en el caso de Acción contra el hambre [5], la ONG coloca el logotipo de la empresa en su sección de empresas “solidarias”, “comprometidas” o “colaboradoras”, sirviendo así de publicidad para estos agentes al asociarlos con causas justas (a pesar de que las consecuencias de su actividad económica no lo sean).
“Invierte en tu marca, invierte en la lucha contra el hambre”, es el slogan de Acción contra el hambre en esta sección de su página web, en la cual la ONG señala también las ventajas de ser una empresa comprometida: “crea valor de marca (asocia a tu empresa a valores positivos y solidarios), desgrávate un 35%, diferénciate de la competencia, fideliza a tus clientes y mejora las ventas” son algunas de ellas. Lo más importante es que ayudar nunca suponga una disminución del beneficio económico para los empresarios.
Otro ejemplo extremo de la apuesta de estas organizaciones por la viabilidad de la sociedad de consumo capitalista son las “tarjetas de crédito solidarias”, fruto de la asociación entre las ONGs y los bancos. [6] La colaboración consiste en el envío a la ONG por parte del banco de una parte de los beneficios que le reporta la tarjeta. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras, Intermon Oxfam, Médicos Mundi o Ayuda en Acción lanzaron en 2007 sus tarjetas-exponsor asociadas a diversos bancos y cajas de ahorros con la fotografía de uno o varios “pobres” bajo sus numeraciones, para recordar al consumidor la labor humanitaria que está realizando cada vez que compra con alguna de ellas. [7] De esta forma, alimentar a la sociedad de consumo, e incluso comprar productos manufacturados por trabajadores explotados, entre ellos el gran colectivo que suponen los niños que se encuentran en esta situación, se convierten en actos de solidaridad que contribuyen a mejorar el mundo.
Este tipo de iniciativas resultan dañinas debido a que promueven la llamada “ética mínima de la acción humanitaria” (Picas Contreras. J, 2003) en la que ayudar se convierte en una acción cómoda, absolutamente alejada del sacrificio y del altruismo, donde el combatir la miseria y la desigualdad social no son fines en sí mismos y siempre el mantenimiento del bienestar individual aparece en primer lugar. [8]
Esto se traduce finalmente en el fomento del conformismo y del apolitismo (que tanto benefician al poder debido a la inactividad que conllevan) en los mensajes que emiten. Informan de los índices de pobreza pero ocultan sus causas, lo cual les permite nutrir sus campañas publicitarias con mensajes de fuerte carga emotiva, que apelen a la sensibilidad del público objetivo, sin ganarse la oposición visceral de todo el establishment político, mediático y económico mundial.
Se dedican, por tanto, a limar los desperfectos más incómodos que produce el capitalismo en vez de denunciar los pilares en los que se asienta este sistema y los mecanismos que emplean sus principales beneficiarios para mantener sus privilegios en él. Su activismo consiste en el desarrollo de obras de caridad, cuyo objetivo es mejorar la situación de colectivos y comunidades puntuales, mientras que, por otro lado, limpian la imagen de sus verdugos y justifican el sistema económico que les oprime, prácticas en las cuales no son pioneros, ya que la “empresa líder” ha sido y sigue siendo la Iglesia Católica.
Notas
[1] Las ONGs estudiadas a través de la información disponible en sus páginas web han sido: Acción Contra el Hambre, ACNUR, Aldeas Infantiles, Ayuda en Acción, Cruz Roja, Intermón Oxfam, Médicos Sin Fronteras, Medicos Mundi, Plan España, Save The Children, UNICEF.
[2] Ver: http://www.msf.es/colabora/empresas
[3] GIDDENS, Anthony. “Sociología”. 6ª Ed. Madrid: Alianza Editorial, 2010. 1272p. 9788420684673
[4] GIDDENS, Anthony. “Sociología”. 6ª Ed. Madrid: Alianza Editorial, 2010. 1272p. 9788420684673
[5] Ver: http://www.accioncontraelhambre.org/acciones/empresas_solidarias/
[6] ARREGOCÉS CARRERE, Benyi. “Productos financieros con fines sociales. Las tarjetas y fondos de inversión solidarios como herramienta contra las desigualdades sociales”. Eroski Consumer, Mayo 2008. M. LÓPEZ MAROTO, Rosa, GARCÍA, Azucena. “Tarjetas de crédito solidarias”. Eroski Consumer, Diciembre 2007.
[7] Actualmente UNICEF, Intermón Oxfam y Aldeas Infantiles tienen su tarjeta solidaria asociada a Bankia en el caso de las dos primeras, y a Banco Popular en el caso de la Tercera.
[8] PICAS CONTRERAS, Joan. “Las ONG y la cultura de la solidaridad: la ética mínima de la acción humanitaria”. Papers, nº71, 2003, pp. 65-76