… Y no solo sobre nuestros gustos estéticos y tecnológicos, si no también sobre nuestros hábitos.
Que la información es poder ya se sabía en la antigüedad clásica. Si no, los grandes genios militares como Julio César no se habrían preocupado por protegerla, este concretamente con el código que lleva su famoso nombre.
Pero tal afirmación nunca ha sido más acertada que en nuestros tiempos, cuando la información no solamente sirve a los intereses de los estrategas militares, si no que también lo hace a los de los estrategas de las ventas y de las estadísticas.
Saber de qué hablamos en nuestros mensajes, donde fichamos en las aplicaciones de geolocalización o que compras realizamos desde nuestro smartphone, es vital para poder perfilar estrategias de segmentación y venta a los poseedores de uno de estos aparatos inteligentes. Y hoy en día ¿quien no tiene un teléfono que, por lo menos, le deja hacer una de estas cosas?
Nuestro smartphone es, cada día más, una herramienta de diario que utilizamos en una diversidad de situaciones que superan, con mucho, la realización de llamadas y envío/recepción de mensajes. Estas acciones generan una serie de datos o informaciones que, debidamente procesados, pueden ofrecernos un perfil del usuario aprovechable para tareas de marketing.
Pongamos un par de ejemplos, y empecemos por WhatsApp.
Cada día, y a través del popular servicio de mensajería instantánea para móviles, se cruzan millones de mensajes que tratan sobre los temas más variados. Igual que a Google con Gmail, a la compañía creadora de este servicio le puede interesar analizar el contenido de las conversaciones* para saber cuales son las palabras más utilizadas y, en consecuencia, mostrar publicidad o enviar anuncios acorde con los intereses de los usuarios.
Además, y gracias a la información de geolocalización proporcionada por el móvil, podemos saber donde se encuentra exactamente el usuario que está escribiendo los mensajes, con lo que podremos ofrecerle anuncios de establecimientos que se encuentren en su área de cercanía. Es, en este contexto, en el que entiendo el nacimiento de Joyn como alternativa de las operadoras a WhatsApp, para no perder el control de esta información a favor de otro jugador.
Otro ejemplo más, este más potente aún: compras. Al realizar pagos con nuestro terminal, le estamos dando a los servidores de nuestro proveedor de pagos online, información sobre el tipo de productos que más nos interesan, donde vamos a buscarlos y cuando lo hacemos. La publicidad sensible al contexto tiene en estos datos un más que valioso aliado para ofrecernos exactamente aquello que nos puede interesar para alimentar aún más nuestro espíritu comprador.
Las plataformas de pagos móviles van a vivir, pues, no solamente de lo que compren los usuarios, si no de estas “miguitas de pan” que los consumidores les van a ir dejando y que, correctamente coleccionadas y leídas, van a permitir a los mismos proveedores de pagos o a terceras partes que trabajen con ellos, hacernos nuevas ofertas difíciles de rechazar.
Como he dicho, nuestro smartphone dice mucho sobre nosotros. Todo sea en beneficio de nuestra comodidad… y de la de la sociedad de consumo.