Autor:
Daniel Aguirre, Mao Henrique Rodríguez,  Hernán Henry Díaz. Estos son solo   unos de los últimos nombres de las victimas del sistema criminal y represivo del narco estado terrorista de la oligarquía colombiana.  Sumados a los líderes indígenas, sindicales y luchadores sociales, conforman la triste e inmoral respuesta que el gobierno de turno,  da a las inquietudes y anhelos del noble pueblo de Colombia  por ser libres, soberanos para el ejercicio pleno de sus derechos y libertades económicas, políticas sociales y democráticos.
El derramamiento de la sangre del pueblo colombiano y sus líderes, es la táctica preferida de esa macabra elite gobernante en la nación neogranadina. A cada intención de pacificación o de reencuentro social que el pueblo y sus vanguardias acometen, lo que reciben es muerte, desaparición, torturas, persecuciones y destierro. En este narco orden ilegal, la justicia y las leyes están secuestradas o tarifadas al mejor postor (con algunas excepciones) podríamos decir que el régimen imperante de gobierno en Colombia, es del orden del descarado y el caradurismo.
El problema para el pueblo colombiano, es que esa oligarquía maquiavélica, tiene el apoyo de la más aberrante empresa promotora de muerte y dolor que es la que controla el poder en USA e Israel, misma que a la vez pone y quita las directivas de las organizaciones mundiales que deberían velar por la justicia económica, social, política y derechos humanos en el mundo como la ONU, OEA, FAMI,BM,TPI, etc.
Lamentablemente esa realidad de la Colombia, de hoy, es la misma que se está exportando hacia otros estados. Así encontramos a Honduras, México, Costa Rica y Panamá en la misma secuencia de hechos y con la misma impunidad.
El crimen organizado del para estado colombiano se da el tupé de hacer y cumplir sus amenazas.  Lo hizo contra la marcha indígena y luego ejecutó a varios de sus líderes. Luego repitió su acción con los activistas de la marcha patriótica antes señalados.  El mutis de la gran prensa, de los órganos internacionales de DD.HH, destaca la complicidad del gran capital criminal con esa despreciable práctica.
Desde mucho antes del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el pueblo colombiano es victima de una oligarquía sanguinaria, cuya conducta racista y discriminadora, le hace creer, ser la única dueña del progreso y la libertad en esa nación, negándole a los demás hijos de la patria todo derecho a vivir dignamente. Pero esa prepotencia se acaba, cuando se ve obligada a postrarse a los pies del sionismo yanqui e Israelí, sin más empaño, que los favores  y migajas que les dan para que sigan siendo verdugos de su propio pueblo.
La libertad del continente Abyayala, pasa necesariamente por la libertad definitiva del pueblo de Colombia.
La torpeza de la justicia parcializada hace que los crímenes inexistentes en las naciones progresistas, se inventen, se difundan las mentiras y hasta se sancionen sin pruebas algunas, mientras los verdaderos y comprobados crímenes de los países aliados del sionismo sanguinario, sean borrados de las paginas de sucesos de los medios de comunicación cómplices. Como ejemplo allí tenemos a la Corte Interamericana, los casos Colombia, Honduras,  Venezuela Bolivia y ecuador. En los dos primeros casos, los periodistas, sindicalistas, líderes sociales son asesinados, torturados y desparecidos, pero no hay condena ni diligencia de esa justicia chueca, mientras Venezuela, Bolivia, Ecuador, son acosadas tan solo por hacer visibles y vivientes a los pobres.
(*) Abogado Bolivariano