Vestido con un traje de chaqueta oscuro y una corbata amarilla, el reo escuchó la pena sin inmutarse. El juez que presidió el caso, Richard Lussick, aclaró que los magistrados tuvieron en cuenta como factor agravante su papel de liderazgo, ya que durante los años que duró la guerra civil en Sierra Leona (1991-2002) era presidente del país vecino, Liberia. Taylor «usó su posición única para alimentar los crímenes en Sierra Leona en lugar de usarla para promover la paz», según Lussick. Además «se benefició del sufrimiento de las víctimas para poder hacerse con diamantes», los llamados ‘diamantes de sangre’.
Es el primer jefe de Estado condenado por la justicia internacional
«El impacto de los crímenes a largo plazo es devastador para los que sobrevivieron: a quienes se les amputaron miembros son incapaces de realizar tareas básicas y las mujeres violadas, así como sus bebés si resultaron embarazadas, han sido estigmatizadas de por vida», señala. Los jueces constataron que el apoyo de Taylor a los rebeldes en Sierra Leona «prolongó la duración del conflicto, que se hubiese acabado antes sin las armas y municiones» que proveyó a la guerrilla.
El pasado 26 de abril, los jueces del TESL declararon culpable a Taylor, de los once cargos incluidos en la acusación, estimando que aunque no tenía una responsabilidad de mando sobre las fuerzas rebeldes en Sierra Leona, contribuyó a la comisión de los crímenes en ese país financiando a esa guerrilla a cambio de diamantes. Ahora, el expresidente de Liberia deberá pasar su condena en una cárcel de Reino Unido.