El consumidor de noticias es aquel sujeto que se dedica a mirar una noticia tras otra tanto en la prensa en papel o en la digital como en los telediarios, no expresamente tiene que ser un comprador compulsivo de periódicos sino que el término hace referencia a que va tragando vorazmente una noticia tras otra. Como aquel que deambula por las calles comerciales en busca de productos que comprar y lo comenta con otros consumidores, el consumidor de noticias se dedica a difundirlas y comentarlas con la gente, seleccionando las más morbosas o los titulares más destacados. Entonces se convierten en meros espectadores en busca de alguna noticia que les satisfaga cual consumidor con su nuevo producto adquirido. Lo que uno no llega a comprender del todo es cómo no cesan en seguir pasando más links de noticias sin siquiera pararse a cuestionarlas ni a debatir con otros; que si bien lo hacen, usan los mismos o similares tópicos que han transmitido las noticias.
Aunque igualmente uno puede desarrollar su propia opinión, muchas veces no se dan cuenta de que esas opiniones son ajenas tenidas como propias, moldeadas por lo que ha leído. El peligro radica precisamente en que se acabe descuidando la reflexión y la formación así como la lectura y el debate, en pos de «devorar» una noticia tras otra. Entonces, el consumidor de noticias pasa a ser otro espectador más de la sociedad de la información donde atiende más al mundo que le rodea que a sí mismo, acabando por ser un sujeto pasivo que, ante la impotencia de no poder hacer nada, va a quejarse de lo mal que está todo en los bares.
Por nuestra parte, también debemos cuidar este aspecto y no convertirnos en un consumidor de noticias más, que en nuestro caso sería la contrainformación. Es cierto que necesitamos estar al tanto de lo que ocurre a nuestro alrededor pero no hay que desatender la formación individual, los espacios de debate, tertulia y por supuesto, de la práctica. La sobreinformación acaba siendo un lastre, nos convierte en espectadores de lo que sucede alrededor del mundo y, en el peor de los casos, en sujetos pasivos que se reducen a meros transmisores de esa información.