Este es el panorama del fascismo económico que tiene como dogma el capitalismo y éste, el crecimiento. Capitalismo sin crecimiento es imposible de entender, por eso, incluso aquello que llaman desarrollo sostenible es y entra dentro del capitalismo. Y éste es el error del capitalismo, el crecimiento no puede ser ilimitado, esto viola las leyes de la física. Es más, ya se han violado. No es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, como nos dicen los políticos y banquero hipócritas, sino que hemos crecido por encima de los límites del planeta a costa de su desmesurado e irracional enriquecimiento. Y por tanto ya no se puede crecer más, es el fin del capitalismo. Y es a lo que estamos asistiendo. Pero, claro, este fin del capitalismo trae aparejado el fascismo político. Todo aquello que desde los movimientos sociales, obreros, desde el movimiento sindical fuerte, desde la izquierda auténtica y desde el sentido común político habíamos conseguido (derechos sociales y laborales, además de la dignidad de la persona en tanto que tal), lo estamos perdiendo. Es más lo estamos perdiendo desde hace tres décadas, lo que sucede es que desde esta crisis que nos ha llevado a la recesión se ha hecho absolutamente visible, fundamentalmente por la rapidez con la que se están haciendo las cosas. Esto hace que el ciudadano tome conciencia de que se le está arrebatando su dignidad y derechos sociales. De tal manera que, a base de decreto, lo que se está instaurando, en nombre de un modelo económico finiquitado: el capitalismo, es un totalitarismo que establece una desigualdad entre los ciudadanos y una privación de los derechos básicos, ambas cosas en sanidad y educación, que son los ámbitos fundamentales. Estamos asistiendo a un apartheid. Una profunda discriminación y brecha social. La partitocracia oligárquica se ha transformado en una plutocracia. Por otro lado, los derechos de los ciudadanos a las protestas están siendo conculcados, se pretende reducir la democracia al acto del voto y eliminar el diálogo y la protesta en la cale. Es decir, que con ello, lo que se está es eliminando tanto al ciudadano como a la democracia. Estamos ante una pendiente resbaladiza, porque la situación no va a mejorar, hemos trascendido los límites del planeta, el hambre asola a dos quintas partes de la humanidad y ahora enseña su rostro en los países ricos. Mientras, el tardocapitalismo sigue empeñado en la utopía negativa del crecimiento. Éste es el camino para estrellarnos como civilización.
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