Docente en Derechos Humanos
Panorama Alternativo
29 de abril de 2012.- Los titulares de Brasil fuerón contundentes hace un año: “Afastado: Participante da ditadura Argentina é professor da Unila”, (Desplazado: participante de la dictadura argentina es profesor de la Unila).
El único profesor concursado no brasilero de la Universidad federal de la Integración Latinoamericana (Unila), Eduardo Vior, trabajo para la dictadura argentina. Fue reconocido por integrantes de movimientos sociales del vecino país duante la XX Cumbre Social del Mercosur realizada en Foz de Iguazú en diciembre de 2010. Vior había colaborado escribiendo para el diario Convicción, medio de propaganda del sanguinario represor y miembro de la Junta Militar, Eduardo Masera.
El rector de la UNILA, Hélgio Trindade, expresó que el profesor había presentado certificados de no poseer antecedentes criminales en Argentina y Brasil y que “La universidad no investiga ningún antecedente y que solamente “juzga la competencia académica”. Sostuvo extrañamente que estos trabajos realizados por Vior (ser redactor de Convicción), fue algo sucedido hace hace 30 años” (ver artículo completo)
Luego de haberse publicado la noticia con pruebas contundentes sobre su participación, juicio académicamente por la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) -de la que se alejo para no participar de la defensa de la acusación- despedido de la Universidad Nacional de La Matanza por presionar a una cátedra para aceptarlo como profesor a cambio de supuestos subsidios provenientes de Alemania -país que lo alojó desde 1982 hasta 2005- también fue “Invitado” a retirarse de las filas de Carta Abierta, grupo de intelectuales que apoyan al gobierno de la presidenta argentina.
Tal como operan los servicios en actividad apenas son detectados se van del foco de conflicto, pero esta vez Vior parece haber reincidido en su comportamiento.
En un artículo de Miradas al Sur del mes de enero de 2012 de título “La redacción de Convicción era un lugar de tensión y miedo permanentes”, Vior hace un relato confuso de su paso por la redacción del diario de Masera y se presenta como víctima de los medios alternativos de comunicación denunciando la existencia en su contra de una campaña de difamación y calumnias por haber pasado por el diario de Massera”, dice el actual profesor de Derechos Humanos de la universidad fundada por Lula.
Según el redactor del Convicción “Me encargaron ocuparme de Brasil. Al informar sobre la oposición allí, quería inducir una confluencia similar en Argentina. Pero en enero del ’79 recibí una amenaza de mi jefe, Mariano Montemayor: “Si seguís escribiendo así, vas a acabar en un zanjón”. Entonces me ocupé de otros temas internacionales”, dice Vior en un relato poco creible.
Aunque el reportaje menciona en sintonía con lo denunciado por los medios argentinos que: El diario Convicción fue el mascarón de proa del proyecto político no sólo de Massera, sino de la Marina, que “financiaba a Convicción para una operación política que no tenía otro referente que el almirante retirado”, explica Uriarte en el imprescindible Almirante Cero. Biografía no autorizada de Massera.
Según Vior en su increible relato: “Había un pequeño grupo comprometido con Massera y con la Armada. Algunos están aún en medios hegemónicos. La gran mayoría sólo eran profesionales y una ínfima minoría pretendíamos hacer contrainformación.”
“En nuestra sección sólo promovían una línea equidistante de los Estados Unidos y de la Urss. Los controles ideológicos eran inconsecuentes. Por lo menos, a los periodistas de a pie nadie nos marcaba la línea”, afirmó sin ningún tipo de vergüenza.
Y continúa: “La redacción no era un sitio romántico: era un lugar de tensión y miedo permanentes. Uno vivía atento a lo que se decía y a lo que no se decía”.
En las últimas semanas existe en Argentina un debate sobre la participación de civiles en el golpe miltar de 1976 , de la que una gran cantidad de colaboradores y cómplices no han sido juzgados, ni estan procesados, como el caso de Vior.
A continuación reproducimos algunas de las preguntas del diario Miradas al Sur :
–¿Se hacían con sus compañeros planteos morales por trabajar allí?
–Dialogando con el padre Luzzi me aseguraba de no ser usado por la dictadura. No hablaba del tema con mis colegas. Yo puedo mostrar todo lo que escribí: publiqué siempre columnas firmadas con mi nombre y apellido, que nunca omití en mis currículum. Es un antecedente profesional que no me enorgullece y sobre el que hago autocrítica, pero que nunca oculté.
–¿Tenían conocimiento de que en la imprenta se empleaba mano de obra esclava, detenidos-desaparecidos de la Esma?
–Yo no.
–¿Sufrió amenazas por su trabajo periodístico?
–Sufrí una primera amenaza a principios de 1979 por mis informes sobre Brasil. La segunda la recibí poco antes de irme becado a Alemania, cuando me impusieron seguir publicando desde Europa, si quería cuidar a mis familiares que quedaban en el país. Salí del país en marzo de 1980, con una beca de la fundación demócrata cristiana Konrad Adenauer, a la que el padre Luzzi me indujo a presentarme para protegerme. Seguí escribiendo ocasionalmente, mandando dos o tres notas por mes hasta el fin de Malvinas, cuando juzgué que el peligro había pasado.
–¿Cuándo y por qué sostiene que empezó una campaña de difamación en su contra por haber trabajado en Convicción?
–Nunca oculté mi trabajo. Figuro como miembro de la redacción en la lista que Uriarte publicó en su libro. Después de su muerte, esa lista fue publicada en un blog con el sugerente título de “Colaboradores de la dictadura en el diario Convicción”. En 2009, la jefa de redacción del diario Río Negro falseó una entrevista conmigo sobre el tema, cuando era profesor en la Universidad Nacional de Río Negro. Ese diario censuró mi réplica, certificada ante escribano, y la universidad no me dio posibilidades de defensa, así que volví a Buenos Aires. En mayo de 2010 gané un concurso de profesor en la Unila, en Foz do Iguaçú, Brasil, y comencé a trabajar en septiembre de ese año. Meses después fui atacado públicamente en la Cumbre Social del Mercosur, sin poder protegerme. El rector de la universidad, Hélgio Trindade, defendió mi estatus académico y jurídico y rechazó el ataque. Luego hubo ataques anónimos por Internet, como parte de una campaña contra la universidad. Me presenté espontáneamente a la Justicia, para aclarar mi situación. El juez federal Sergio Torres certificó la falta de méritos. Igualmente me dirigí a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y al Cels, para que me investiguen.
–¿Pudo identificar o hablar con quienes lo acusan?
–Las acusaciones siempre fueron anónimas y nunca pude defenderme públicamente. El origen de los ataques quizá fue por celos académicos o por el encubrimiento a cómplices locales de la dictadura. Muchos amigos, colegas y compañeros recibieron mails con difamaciones. Mis casillas de correo y los teléfonos de mi esposa y míos estuvieron interceptados un tiempo.
–¿Esa campaña continúa hoy? ¿A qué la atribuye?
–Pasaron meses desde los últimos ataques, con ecos en Brasil por el papel de la Unila en la integración latinoamericana. Esta entrevista es mi primera defensa pública, para restablecer mi nombre y prestigio académico. Los ataques son hipócritas. Injurian a los que trabajamos honestamente en Convicción, pero nadie ataca a los periodistas y medios cómplices aún existentes por miedo a Adepa. Nadie que haya trabajado entonces en un medio de prensa y no se haya hecho cómplice de la dictadura por acciones concretas, puede ser imputado por el hecho de haber pertenecido al medio.
EL retorno de Vior a Foz de Iguazú es al menos sospechosa, pues el profesor de Derechos Humanos y Migraciones da clases nuevamente en la Universidad con un sueldo inicial de R$ 6.722,85. Una Universidad poco ética para la tradición pro derechos humanos del gobierno brasileño.
Eduardo Vior es hoy docente integrante de la Comisión Consultiva de Planeamiento, Finanzas y desarrollo Institucional de la UNILA
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