“A la lentitud de la burocracia, la dificultad para tratar con bancos y administraciones, los pagos que se retrasan y jamás llegan se unen ahora las empresas endeudadas (…). El pequeño empresario se ve abocado a despedir a personas con las que ha trabajado toda la vida, a verdaderos amigos, incluso a familiares”, sostienen representantes de CGIE, una de las numerosas asociaciones de artesanos y pequeñas empresas que operan hoy en Italia.
Los empresarios casi han perdido toda esperanza de poder seguir adelante con sus negocios de forma eficaz en un futuro próximo. “Es el momento más negro en relación con el consumo en más de 60 años», sostiene el sociólogo Enrico Finzi.
Según la cifra oficial, el 87% de los italianos han reducido su cesta de la compra. Más de un 1,5 millones de familias se ven obligadas a reclamar ayudas a organizaciones de caridad. Hoy en día solo un 9% de la población consigue ahorrar algo cada mes. Según el propio Gobierno, es muy poco probable que la situación del consumo -que no era tan mala desde los años de la posguerra- mejore antes de 2013.