Te voy a responder con las mismas palabras que utilizó Jennifer McCoy en el Congreso canadiense. Y subrayo su nombre, porque es ciudadana estadounidense y la organización que representa recibe financiamiento del Partido Demócrata (actualmente en el poder). Preguntada sobre el tema, McCoy dijo que en Venezuela había plena libertad de prensa y de pensamiento y, además, aclaró: antes de que Chávez llegara a la presidencia, casi todos los medios estaban en manos de grupos privados, había un monopolio; ahora el espacio se ha democratizado, se ha abierto para que las diversas organizaciones sociales que hay en Venezuela puedan expresarse. Se ha logrado un pequeño equilibrio, aunque todavía -Jennifer McCoy dixit- hay desequilibrio, porque el control de los grandes medios sigue en manos del sector privado.
Porque lo dicho por esta representante de la Fundación Carter refleja perfectamente lo que está ocurriendo en Venezuela y la percepción de personas que hacen un esfuerzo por entender el proceso bolivariano, de la manera más objetiva posible, sirve para ilustrar lo que realmente ocurre en nuestro país. Pero por supuesto, de ahora en adelante me comprometo contigo de que hablará Jorge Valero, sin que tenga que hacerlo a través de Jennifer McCoy.
El gobierno bolivariano valora en alto grado que el presidente Santos haya compartido las principales demandas políticas que, en el marco de la Cumbre de las Américas, defendieron los países de América Latina y el Caribe; a saber, la invitación a Cuba para que participe en la próxima Cumbre y el respaldo a Argentina en su justa demanda de soberanía sobre las islas Malvinas. Esto demuestra que hoy existe una vigorosa convergencia -que debe ser potenciada- entre todos los países del hemisferio. Somos muy respetuosos de las opiniones de cualquier Jefe de Estado que se pronuncie, de la misma manera en que se expresaron los países del Alba que, en un comunicado, señalaron que si Cuba no es invitada a la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá, las naciones del Alba no asistirían. Pero quiero subrayar que no estamos solos en este predicamento, porque hemos visto declaraciones conjuntas, que fueron ratificadas, de las presidentas de Argentina y Brasil en un tono similar.
Obviamente, si no se invita a Cuba no tendría sentido. Habría periclitado, como periclitó el Alca en 2005.
Si Cuba no es invitada a la VII Cumbre, obviamente no se podrá realizar. No se puede seguir arrastrando una situación antihistórica, en la cual un país que forma parte las Américas se deje por fuera. «América no es solamente para los americanos», sino para todos los pueblos que forman parte de este hemisferio y que vienen avanzando en una gran configuración estratégica, que tienen tejidos diversos y expresiones institucionales múltiples, entre otros, la Celac, Unasur, el Alba y otros mecanismos de integración regional. Es decir, estamos avanzando hacia la construcción de un gran polo que se articula en su diversidad.
Sí, votar en contra del bloqueo a Cuba en la más reciente reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas y en Cartagena, prácticamente hacer lo contrario. Por lo demás, Cuba tiene unas relaciones bilaterales con Canadá de alto perfil. La principal afluencia de turistas a la isla es de origen canadiense. En consecuencia, resulta incomprensible este cambio de actitud, este cambio de posición.
Es posible, porque como se sabe, Estados Unidos y Canadá forman un eje estratégico muy importante y es el principal aliado en términos políticos, económicos y militares. No olvidemos que Canadá es parte de la Otan, incluso el secretario general de la alianza atlántica es canadiense.
Estamos hoy en presencia de un nuevo mapa político hemisférico. Ese mapa ha cambiado, entre otras cosas, gracias a la emergencia de un gobierno revolucionario en Venezuela. Y para graficar esta aseveración recordemos la Cumbre celebrada en Quebec en 2001. El presidente Chávez hizo dos reservas a la declaración suscrita por los Jefes de Estado en esa ocasión. La primera: se impugnó la entrada en vigencia del Alca (2005), y en segundo lugar, se propuso el concepto de democracia participativa. Eran tiempos en que se recurría, con cierta petulancia, al pensamiento de Francis Fukuyama para explicar el curso de los acontecimientos, El fin de la Historia. Era bien difícil levantar un discurso anticapitalista, antiimperialista e incluso antineoliberal. Pero el mapa político cambió en 2005 y en Mar del Plata, Chávez y Kitchner, dos personajes protagónicos, enterraron el Alca.
No, Venezuela entiende la rica diversidad que constituye hoy el mapa político en nuestra región y, por tanto, se mueven posiciones diferentes; pero lo importante, diría yo, es que hay una reivindicación histórica del pensamiento integracionista.
Depende del Gobierno de Estados Unidos. Si ese Gobierno da señales de que respeta la soberanía, la independencia de Venezuela, el Gobierno de Venezuela registrará ese cambio. Pero hasta ahora las señales que recibimos, por múltiples razones, son de intervención. Lo que dijo Obama en su discurso, que quería ver elecciones libres y justas en Venezuela, es una impertinencia.
Jorge Valero. Valera (Tru) 1946.
¿Realmente hay condiciones para que las relaciones con Estados Unidos mejoren? «Esperemos al nuevo Obama, para ver si se pone a derecho con su condición de Premio Nobel de la Paz». ¿Eso podría ocurrir después de noviembre? «Repito, vamos a esperar cuáles señales envía el Gobierno estadounidense. Venezuela es un país abierto al diálogo y respeta las diferencias, desde una posición como la que tenemos, anticapitalista, antiimperialista y socialista». ¿En qué mes o año podríamos esperar al nuevo Obama? «Esperemos que haga una lectura adecuada de las nuevas corrientes de la historia».
Hay varios temas que se negocian en Naciones Unidas, especialmente en el Consejo de Seguridad. Son 15 miembros, cinco permanentes (las naciones victoriosas de la Segunda Guerra Mundial más China), que además tienen derecho a veto y 10 no permanentes que se rotan. «Venezuela se hace eco de las demandas de los países del Sur, que reclaman un cambio en la estructura del Consejo de Seguridad. Resulta inconcebible que países de América Latina o África no estén representados. Venezuela apoya la aspiración de Brasil de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad».