Disertaciones econo-místicas

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En el capitalismo financiero hay una contradicción: el crecimiento macroeconómico necesariamente genera inflación. Eso sucede porque la condición sine qua non del crecimiento es el aumento del movimiento de dinero (compra-venta), que supone el incremento del precio del mismo, lo que genera que los precios de las mercancías industriales suban, porque hay que recordar que el capitalismo financiero no ha logrado superar la “necesidad social” (industrialización) para la acumulación de capital, que contradictoriamente lo ata a lo concreto y le posibilita su crecimiento al mismo tiempo. Es así como parece no haber solución dentro del nuevo capitalismo para la inflación, que es una consecuencia del crecimiento financiero. Y esto se hace evidente cuando se recuerda que mientras el capitalismo industrial predominaba en la economía mundial, la inflación se mantenía a unos niveles despreciables; pero en el momento en que el modo de producción estuvo preparado para formalizar su siguiente paso adelante, la inflación comenzó a ser un fenómeno mundial indetenible y se institucionalizó en forma de “crisis recurrentes”. Así empezaron a finales del siglo XIX las grandes crisis bursátiles, de las que podrían ser paradigmáticas la de los años 30’s del siglo XX y la del 2008.

¿Y por qué sucedió eso? Porque cuando los productos industriales habían inundado todo su mercado natural, que eran los capitalistas de las metrópolis, tuvieron que salir a competir entre ellos por los mercados artificiales, tuvieron que salir a crear mercados entre las poblaciones de los territorios coloniales, eliminando los artesanos y los campesinos de esos territorios, a los que estimularían o dejarían convertirse en capitalistas, para poder convertirlos en sus clientes. Rosa Luxemburgo diría que allí estaba el germen de la destrucción del modo de producción, porque ese proceso convertiría a la economía en una noria sin fin, que en algún momento dejaría de producir nuevos capitales; paralelamente se profundizarían los antagonismos de clase y sobrevendría la rebelión del proletariado internacional. Pero antes que esa premonición se convirtiera en realidad, el capitalismo ya estaba ideando la manera de transformarse a sí mismo, dejando de ser primordialmente industrial para convertirse fundamentalmente en financiero.

¿Por qué entonces los llamados “países desarrollados” vivieron tanto tiempo después de la guerra que terminó en 1945 con unos niveles de inflación tan bajos y seguían creciendo?. Es porque lograron trasladar la inflación propia de su crecimiento financiero hacia las naciones del “tercer mundo”; es decir, globalizaron el capitalismo y acumularon todos los capitales provenientes de las industrias de todo el mundo en sus arcas, convirtiendo al mundo en una formación social unívoca. Pero el capitalismo sabía que la acumulación de capitales provenientes de mercancías no podía seguir creciendo ad infinitum y en su afán de resolver este problema por medio de la acumulación financiera creó una contradicción insuperable: la burbuja. La Burbuja es la característica más resaltante del momento histórico que vive el Capitalismo; es la evidencia de que la acumulación ya no depende del intercambio de mercancías sino de la especulación financiera. La acumulación resultado de la especulación con los productos financieros puede generar un crecimiento infinito de los capitales. Al final, si el crecimiento trae inflación, la inflación es síntoma de crecimiento.

Pero hay que tener claro que cuando en economía se habla de crecimiento no tiene nada que ver con el nivel de vida de la gente común y en general no tiene nada que ver con gente. Crecimiento en economía se refiere al crecimiento de los capitales como resultado de la acumulación. Así mismo, en este momento de la historia, cuando se habla de especulación no se está hablando de los precios que los pequeños comerciantes le ponen a los productos que venden, sino del resultado de las apuestas sobre el precio del dinero en las Bolsas, porque mientras en el capitalismo industrial la inflación es un fenómeno que se deriva de la escasa producción de mercancías, en el capitalismo financiero la inflación es una consecuencia directa de la especulación.

Por eso, es errado decir que el aumento indiscriminado de los precios de las mercancías se debe a la “especulación”, que se usa como sinónimo de disposición de los pequeños y medianos comerciantes e industriales a robar a la población. Y es que la explicación es mucho más complicada que eso; lo que en este punto convierte en una mentira probablemente piadosa, las explicaciones sobre la inflación. El problema es que habría que decir que en el capitalismo, que en este momento está en su etapa financiera, no hay salida a la inflación, porque la inflación es una consecuencia directa del proceso de financierización de la acumulación de capitales; y que la única solución está definitivamente en transformar el modo de producción en un modo de vida, afirmación que parece ser muy radical para el momento político que vive nuestro país y el mundo.

Ahora bien, el capitalismo actual está tratando de resolver el problema de la inflación provocada por la financierización, a través de una política de decrecimiento o reducción de las economías. Pero las economías latinoamericanas, que son grandes economías -y que era a las que les tocaba decrecer infinitamente- de repente se negaron a seguir decreciendo y empezaron a crecer. Entonces hay que sacrificar a alguien: si los ajenos no quieren, serán los propios; y los sacrificados son los europeos, por ahora. Cuando el Grupo Bilbelberg propuso a sus asociados en el 2010 empezar a desconcentrar un poco los capitales, pareció una movida que tenía que ver con la preocupación de los ricos por el hambre del mundo. Pero en realidad era una propuesta de algunos, que tendía hacia el decrecimiento de algunas áreas, para poder contener las consecuencias de la burbuja, que no es un fenómeno aislado ni coyuntural, sino que es una característica que se descubrió sistémica y que hay que buscar una fórmula para controlarla.

Es por esto que es indispensable que la gente sepa qué es exactamente lo que está enfrentando. El enemigo real de la gente común no son los bodegueros ni los buhoneros; incluso no son los gringos o los españoles; y mucho menos los judíos o los musulmanes, como casi han logrado hacernos creer, poniendo a unos contra otros para predisponernos a la violencia. El enemigo real es el gran capital mundial, que está en manos de menos del 1% de la población mundial y que busca reproducirse a toda costa, incluso a costa de la desaparición de inmensas cantidades de gentes, porque a raíz de los grandes desarrollos tecnológicos que han reducido al mínimo la necesidad de mano de obra, se han dado cuenta que hay una gran cantidad de “población sobrante” que está impidiendo reducir las economías, lo que probablemente resultaría en una solución a la contradicción fundamental del capitalismo actual.

Hasta la victoria siempre!!!

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