José O. Ramos Clos
Héctor Timerman
No quedaba muy claro porqué tanto el embajador argentino en EE UU, Jorge Arguello como el canciller argentino, Héctor Timerman, trataban de culpabilizar a los fondos buitres por la decisión tomada por Obama.
El embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, había asegurado hace unos días que hoy “no hay nada por qué preocuparse” en la relación entre la Argentina y Estados Unidos, a partir de la decisión de Washington de quitar al país del sistema de franquicia comercial para países en desarrollo.
“No hay de qué preocuparse; es un momento de la relación bilateral que seguiremos trabajando para mejorarla”, reflexionó Argüello. El embajador consideró que se trata de “ruidos que se producen” en cualquier relación y remarcó que “es algo normal, dijo como para no hacer olas.
Sin embargo y quedando muy mal parado, esta semana la Cancillería argentina calificó de “incomprensible y unilateral” la decisión tomada por Estados Unidos “de reducir los beneficios comerciales”, al quitar a la Argentina del sistema de franquicia comercial para países en desarrollo.
Barack Obama, en persona, tomó en cuenta la queja presentada por dos empresas estadounidenses -Azurix y CMS-Blue Ridge-, luego que el CIADI laudara en favor de ambas compañías en el pleito entablado contra la Argentina.
Y por si fuera poco, EE UU, la Unión Europa en bloque y algunos países lacayos embistieron contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. A esta altura ni Arguello o Timerman podían echarle la culpa a los “fondos buitres”
Cristina debió intervenir para no pasar más papelones y salió el comunicado oficial: «La Cancillería argentina reitera que el gobierno seguirá ejerciendo la decisión soberana de sus políticas comerciales que han impulsado el mayor crecimiento económico de nuestra historia y cumpliendo con las normativas de la OMC pero rechazando cualquier tipo de injerencia externa«.
La cancillería remarco además «Es de destacar que importantes socios comerciales de la Argentina, como los países del Mercosur, la gran mayoría de los países latinoamericanos, China, Rusia e India no suscribieron esta declaración«.
El gobierno argentino considera que «llama la atención que la iniciativa haya sido planteada por países que han aumentado sus exportaciones a la Argentina en un 25 por ciento superando su nivel de exportaciones promedio al resto del mundo«. Seguramente también llama la atención del porque de la decisión de Obama pero no mucho: Estados Unidos es la principal potencia económica y militar del mundo, país imperialista y dominado por las grandes corporaciones del capital.
La Cancillería admitió que « la Argentina fue el país que más aumentó sus importaciones entre los miembros del G20, contribuyendo de esta forma a la recuperación económica de los países en crisis económica y financiera».
Llamativa fue la explicación en relación a las técnicas diplomáticas: el texto oficial advierte que ninguno de los firmantes del documento presentó de manera individual hasta el momento un «caso» en el cual Argentina haya incumplido las reglas de la OMC, como si eso fuera importante.
Finalmente Timerman tuvo que expresar que «La República Argentina ve con alarma la insistencia de los países que siguen levantando barreras comerciales artificiales para dificultar el ingreso de productos agroindustriales de los países en desarrollo», quejándose de las prácticas habituales de los países en desarrollo.
La declaración argentina acusa a esos países de ejercer «presiones políticas para obligar a estos países a recibir la producción de bienes que sus mercados domésticos no pueden absorber por la situación económica que atraviesan desde el 2008 y que son las verdaderas trabas para la construcción de un sistema económico multilateral más equilibrado». Como si con esta declaración se pretendiera modificar la esencia del capitalismo salvaje: la expoliación, el saqueo y la ganancia desmedida.
Realmente toda una infantilidad de quienes admiran al modelo americano, su economía y sus alianzas comerciales que hambrean a la humanidad.