Entrevista a Belén Gopegui
Autor: Alfons García
La opinión (La Coruña)

Impactó tanto en el panorama español hace 19 años con ‘La escala de los mapas’ que Francisco Umbral la situó como la mejor de su generación. En ‘Acceso no autorizado’ (Mondadori), Belén Gopegui (Madrid, 1963) fabula sobre la impotencia de una vicepresidenta con rasgos parecidos a los de María Teresa Fernández de la Vega. Entre su primera obra y esta última figuran títulos como ‘Lo real’, ‘El padre de Blancanieves’, ‘Deseo de ser punk’ y el guion del filme ‘El principio de Arquímedes’

ALFONS GARCÍA | VALENCIA -Lo convencional es acomodarse con la edad, pero su literatura es cada vez más comprometida. ¿Alguna explicación?

-El mito de que con la edad nos hacemos más conservadores es interesado. En la historia de cada familia hay mayores que han luchado y siguen luchando. Hay una especie de inercia que nos lleva a pensar que no hay más remedio que pactar y adaptarse, pero se puede elegir.

-La ideología dominante es muy clara y explicar que lo claro no es tan claro a veces es complicado, pero sí es interesante llegar a personas a las que les cuesta un determinado grado de complejidad literaria. Hay que eliminar lo que no haga falta.

-Un rasgo común en sus últimos libros es la presencia de personajes muy jóvenes. ¿Es porque la literatura los olvida?

-Mis novelas son de varias generaciones que se hablan entre ellas. La juventud está más necesitada de referentes y a mí los libros me ayudaron mucho en la adolescencia. Ayudar con tu libro a alguien en esa edad es importante, aunque en cada edad se está perdido de una forma u otra.

-¿No tenemos escapatoria a la tecnología? ¿Lo que nos queda es adaptarnos, como la vicepresidenta de la que habla en su novela?

-Hay que pelear por que las redes nos pertenezcan. ¿De qué sirve que los contenidos puedan ser libres si los caminos son de propiedad privada? Necesitamos que se nacionalicen los cables, que los satélites sean de las personas, que Google sea de la gente.

-¿Qué es ser progresista en 2012?

-Ni siquiera sabría si yo lo soy, pero sí que hay valores claros que defender. Cualquier cosa que se parezca a acabar con el más débil no es progresista y cualquier cosa que sea buscar la colaboración para que nadie quede abandonado es muy importante. ¿El camino? Yo creo que los grandes medios de producción deberían ser de propiedad pública, pero otros, seguramente, pensarán que hay otro camino.

-¿Existe la utopía en el siglo XXI o estamos en una fase diferente?

-Existe la necesidad de construir un futuro más digno del que se nos viene encima. Nos hemos encontrado con una situación que a los de nuestra generación les parece más difícil, pero hay que combatir por un mundo más razonable.

-¿La clase media es un camelo que vemos como se diluye ahora que las cosas vienen mal dadas?

-Estoy de acuerdo. Es una estructura que cuando el excedente desaparece, como ahora, no existe. O eres trabajador o trabajan para ti. La clase media es trabajadora, solo que en época de excedentes ha estado sobrepagada y se ha creído otra cosa.

-¿Que tendamos a identificar a la vicepresidenta de Acceso no autorizado con Fernández de la Vega perjudica a su lectura?

-Quería jugar con eso, contar qué le pasaría a un político muy parecido a uno de los conocidos y que hiciera esas cosas (como intentar intervenir el sistema financiero). No importa el mejor o peor carácter del político, lo que importa es la estructura y, si esta no cambia, da igual lo que haga. Con un personaje parecido a uno real era más visible el efecto de la impotencia.

-¿Tiene sentido hablar de Unión Europea ahora que sus cimientos se revelan tan débiles?

-Tanto la OTAN como la UE no tienen sentido porque pertenecen a un sistema capitalista. Una unión de países se puede establecer si no rige la lógica del capital.

-¿Ha renunciado Belén Gopegui a muchas cosas por mantener públicamente su pensamiento político y apoyar de forma activa, por ejemplo, al sistema cubano?

-Alguna posibilidad de intervenir en algún sitio o de tener algún premio habré perdido seguramente, pero me parece ridículo comparado con aquellos a quienes les dan un porrazo en la cabeza.