Autor: Emilio Pino Salinas
LA PRENSA:
En estos últimos días mi dedicación esta puesta en la obra del filósofo Mexicano Fernando Buen Abad: Filosofía de la comunicación. Un documento revelador, inteligente y realmente indispensable en estos tiempos de dominación mediática. Y en esta oportunidad analizaremos el fenómeno de la prensa, veamos. Buen Abad expone lo siguiente “Hoy la prensa es un personaje empresarial que resuelve sus galimatías financieros publicitariamente. Hay de todo, pero escasea lo mejor”. Las noticias son sencillamente herramientas que utilizan los medios impresos para llenar sus bolsillos de dinero; falseando la realidad, compitiendo sin límites por conseguir la mejor portada del día de mañana. Los diarios mundiales se divorcian de la literatura y el periodismo, basándose “En concepciones funcionalistas, mercantiles y pragmáticas se creó una separación aparentemente irreconciliable que fracturó el oficio de escribir (es decir, creó uno nuevo especializado y sometido a una cadena de producción ideológica) en porciones cada día más insostenibles”. Dicha fractura del escribir (como nos afirma el escritor mexicano) ha cegado a los lectores desde personas mayores hasta algunos muy jóvenes. Los periódicos comerciales tienen muy poco interés en evolucionar, pero los lectores apuntan al ejercicio dialéctico y se cansan de leer noticias mutiladas. La prensa no aclara, confunde, “muy pocos diarios atienden o resuelven las necesidades en comunicación, a cambio juegan a confundir y legitimar lo político con lo farandulesco, lo deportivo con lo financiero y lo sociológico con lo criminalístico. Del contenido a la forma”. Lamentablemente los diarios son monstruos con varias cabezas creados por empresarios capitalistas, si, empresarios no periodistas. Y debemos decir firmemente, que nadie puede creer en la imparcialidad de estos medios. Todos actúan por sus intereses de clase, por sus intereses políticos. Los periodistas sufren de falta de compromiso y terminan sirviendo a los gusanos dueños del poder mediático. El sistema capitalista y su concepción positivista de la vida nos tienen acostumbrado a la forma y no al fondo, a la estética y no a la ética. Aquí los dejo con este otro fragmento de la obra de Fernando Buen Abad (que recomiendo su lectura) con el propósito de que la reflexión sea permanente para asumir la transformación de la sociedad. “Un diario da cabida a posibilidades expresivas combinatorias múltiples. Cabe la fotografía, el dibujo y la composición pictórica. Caben todas las formas de escritura, las especialidades y lo vocacional. Cabe lo comercial y altruista, lo político, empresarial, religioso y artístico. Performance multimedia que sintetiza todos los lenguajes contemporáneos para fortalecer su expresión particular y colectiva. Como virtualmente, ningún otro portador de mensajes explora la realidad social en calidades y cantidades que otros desconocen, es decir, un diario posee todo para arribar al futuro inmediato como paradigma comunicacional cargado con promesas y sorpresas, como obra portátil de arte distinto, vehículo y vehiculante al mismo tiempo. Pero no está la ética primero que la estética”.
LA TELEVISIÓN:
La televisión, principal arma ideológica del capitalismo, atrapada por la dictadura del raiting, las cadenas monopólicas y la estética artificial farandulera. Las televisoras exponen perfectamente el concepto positivista dentro de su programación, dejándonos claro que el capitalismo (para ellos): es el final de la evolución histórica, el más alto nivel de desarrollo al cual puede llegar la sociedad. Cuya preservación del sistema abunda en la existencia del show, el despotismo, la competencia, el racismo miserable; son los ingredientes para el “entretenimiento” y lamentablemente no abundan las excepciones entorno a los aceptables show televisivos.
Las empresas productoras de imágenes imponen todos los valores característicos del burgués y utiliza los avances tecnológicos para invadir de estereotipos a los receptores. Observamos una producción con las condiciones de explotación y alienación salvajes, obviando la conciencia crítica.
Las cadenas televisivas son las principales productoras de la cultura de la dominación. El culto a la fragmentación, haciendo culto a lo externo.
Además, la permanencia de las guerras en el mundo es posible por la penetración de la televisión en los rincones más remotos del planeta tierra.
El estudio de la televisión y las televisoras es simultáneamente un estudio de la vida cotidiana, de las relaciones con los otros, el estado. En muchísimos lugares se gasta más en producción televisiva que en salud, educación, servicios públicos… por ejemplo.