Pedro Pablo Gómez
La pupila insomne

El pasado martes 24 de enero se produjo el discurso ante los integrantes del Congreso de los Estados Unidos, por su actual presidente, Barack Obama. El mismo constituyó una pieza oratoria, plena de la retórica triunfalista en su enfoque de los logros obtenidos en sus tres años de mandato en el gobierno y como clara pieza de su campaña por la reelección en las próximas elecciones presidenciales.

 

Un llamado angustioso a las filas republicanas para que se unan y aprueben las medidas propuestas por él, por encima de los conceptos de demócratas y republicanos; y a favor del pueblo estadounidense, al cual proclamó como líder actual del mundo en que vivimos. Se refirió sin detallar al final de la guerra de Iraq, esto sin mencionar las bajas y sí la alegría de los soldados que regresan; en esto se comprometió a seguir apoyando el sostenimiento y aseguramiento para los representantes del poder bélico estadounidense.

Otro tema aireado fue la campaña desarrollada contra Al Qaeda, y la muerte de su dirigente, Osama Bin Laden. El espíritu de triunfo en la guerra emprendida en Afganistán, donde anunció la no retirada de las tropas en el conflicto y el avance de la coordinación con el gobierno de Pakistán en esta dirección.

También anunció el aumento de impuestos a los sectores económicos mas poderosos y elogió la clase media de su población y su capacidad, iniciativa y la inventiva para la salida de las crisis que afectan a la mayoría de los pobladores de los Estados Unidos y probables soluciones para aumentar los empleos a las masas de desocupados; a la vez que anunciaba importantes transacciones a esos efectos con China y Corea del Sur.

Con relación a sus enfoques en el orden internacional dijo expresamente: “Por consiguiente debemos derrotar a los enemigos obstinados en cualquier lugar en el que estén y construir coaliciones que superen los límites de las regiones, las razas y las religiones. El ejemplo moral de Estados Unidos debe brillar de forma constante para todos los que anhelan la libertad, la justicia y la dignidad. Y, gracias a que ya hemos comenzado esta tarea, esta noche podemos decir que se ha renovado el liderazgo estadounidense y se ha restaurado nuestro prestigio”.

O sea, el gobernante norteamericano y premio Nobel de la “Paz”, se atribuye continuar su política intervencionista en aras de volver a prometer las cosas no cumplidas y ampliar con nuevas promesas poco reales dadas las diferencias de puntos de vista con la mayoría republicana en los temas de los inmigrantes y las mejoras en los sectores de la salud y educacionales.

Las promesas se mantienen y los problemas también. Dicen haber salido de las crisis, “en sacrificio de quién” y mantienen al mundo flotante en su economía, sostenida por su fábrica de papeles verdes sin respaldo real y manejada por la Reserva Federal en manos particulares de los grandes banqueros y poderosos lobbys internacionales.

Si querer ser pájaros agoreros habría que esperar si los ciudadanos del país del norte creen en sus gastadas promesas y no deciden jugar al extremo de irse en apoyo a la extrema derecha republicana que le cuestiona al poder.