El 27 de noviembre pasado, 38 meses después de que la empresa anglo-holandesa Royal Dutch Shell anunciara su interés por conseguir un cuantioso negocio de gas en el sur de Iraq, el gigante del petróleo firmó un contrato por nada menos que 17.000 millones de dólares en gas.
Tres días después, la empresa energética Emerson, con sede en Estados Unidos, presentó a subasta una oferta de contrato para operar en el gigantesco campo petrolífero iraquí de Zubair, que según las informaciones dadas contiene unos ocho millones de barriles de petróleo.
BP ya explota el supergigantesco campo petrolífero iraquí de Rumaila, y la otra gigantesca reserva que es el campo de Majnún la explota Royal Dutch Shell. Ambos campos se encuentran en el sur de Iraq.
Según la Dirección de Información Energética de Estados Unidos (EIA, Energy Information Administration), las reservas de petróleo de Iraq, calculadas en 112.000 millones de barriles, son las segundas del mundo, sólo por detrás de Arabia Saudí. La EIA calcula también que hasta un 90 por ciento del territorio iraquí permanece sin explorar, por haber sufrido durante décadas sanciones económicas y guerras lideradas por Estados Unidos.
“[…] Antes de la invasión de 2003 y la ocupación de Iraq, todas las compañías petroleras de Estados Unidos y de otros países occidentales estaban completamente excluidas del mercado de petróleo iraquí; pero gracias a la invasión y la ocupación, las compañías han vuelto de nuevo a Iraq y, por primera vez desde que fueron obligadas a salir del país en 1973, están produciendo petróleo allí”, afirma Antonia Juhasz, analista de la industria petrolera, en una entrevista a Al Jazeera.
Juhasz, autora de los libros The Tyranny of Oil [La tiranía del petróleo] y The Bush Agenda [El plan de Bush], dijo que aunque las compañías petroleras de Estados Unidos y de otros países occidentales no habían obtenido aún todo lo que esperaban recibir de la invasión de Iraq liderada por Estados Unidos, “[…] Lo cierto es que las cosas les han salido muy bien, al conseguir contratos de producción para algunos de los campos petrolíferos más grandes del mundo en condiciones que resultan ser de las más lucrativas del mundo”.
El doctor Abdulay Yahya Zalloum, economista y consultor internacional de petróleo que lleva casi cincuenta años en el negocio petrolero en Estados Unidos, Europa, Asia y Oriente Próximo, coincide al afirmar que las compañías petroleras occidentales han “[…] obtenido concesiones en los campos [petrolíferos] más importantes de Iraq”, a pesar de “[…] existir una falta de transparencia y claridad de visión en lo que respecta a las cuestiones legales”. El doctor Zalloum añadió que, en su opinión, las compañías petroleras occidentales se han llevado la parte del león del petróleo iraquí, “[…] pero dieron un pequeño trozo del pastel a China y a algunos de los otros países y compañías para mantenerlos callados”.
En un discurso que tuvo lugar en Fort Bragg, a raíz de la retirada militar de Estados Unidos, el presidente Barack Obama dijo que Estados Unidos dejaba detrás “[…] un Iraq soberano, estable e independiente, con un gobierno representativo elegido por sus ciudadanos”. Sobre esta visión, el doctor Zalloum fue del todo franco: “[…] Lo último que le importa a Estados Unidos en Oriente Próximo es la democracia. Lo que le interesa es el petróleo, y punto”.
¿Se trata de un socio fuerte?
Un comunicado de prensa de la Casa Blanca fechado el 30 de noviembre y titulado “Declaración conjunta de Estados Unidos y de la República de Iraq a través del Alto Comité de Coordinación” decía lo siguiente sobre “cooperación en materia de energía” entre los dos países:
“[…] Estados Unidos se compromete a ayudar a la República de Iraq a desarrollar el sector energético. Juntos, estamos explorando diferentes vías, entre las que se incluye una mejor protección de las infraestructuras esenciales, para contribuir al aumento de la producción petrolera de Iraq”.
Iraq es uno de los mayores exportadores de petróleo a Estados Unidos y tiene planes para aumentar el total de sus exportaciones de crudo a 3,3 millones de barriles diarios el próximo año, teniendo en cuenta que el objetivo de este año es de 3 millones de barriles, según afirma Assim Jihad, portavoz del ministerio de Petróleo iraquí.
Jihad dijo a al Jazeera que Iraq se ha puesto como objetivo elevar su capacidad de producción petrolera a 12 millones de barriles diarios para 2017, lo que llevaría a este país a ser el mayor productor del mundo. Según Jihad, el objetivo de producción para 2013 es de 4,5 millones de barriles diarios y de 5 millones para 2014. Las previsiones para 2017 son realmente ambiciosas, pero dado que Iraq no ha cumplido su objetivo para 2011, muchos cargos de la Administración aseguran que la cifra de 8 millones para 2017 es más realista.
Las regiones de Iraq no exploradas hasta ahora podrían proporcionar 100.000 millones de barriles adicionales, y los costes de producción en Iraq son de los más bajos del mundo. Hasta la fecha, sólo se han perforado unos 2.000 pozos en Iraq, lo cual no es nada comparado con el millón aproximado de pozos solamente en Texas.
A nivel mundial, el consumo actual de petróleo es aproximadamente de 88 millones de barriles diarios. Para 2030, la demanda mundial de petróleo crecerá unos 27 millones más y muchos expertos ven a Iraq como un actor clave para satisfacer esta demanda.
La opinión de que Iraq necesitará al menos 200.000 millones de dólares en inversiones de material, y personal para elevar su capacidad de producción a 12 millones de barriles diarios desde sus niveles actuales de producción, es ampliamente compartida.
Juhasz explica que ExxonMobil, BP y Shell figuraban entre las compañías petroleras que “[…] desempeñaron un papel más agresivo a la hora de presionar a sus gobiernos para asegurar que la invasión produciría una apertura de Iraq a las compañías petroleras extranjeras”. “Y lo lograron”, añade. “Todas están de nuevo en Iraq. BP y CNPC [China National Petroleum Corporation] ultimaron el primero de los nuevos contratos que firmó Bagdad y fue para el campo petrolífero más grande del país: el supergigantesco campo de Rumaila, de 17.000 millones de barriles. ExxonMobil junto a su joven socio Royal Dutch Shell ganaron una guerra de licitaciones contra la empresa rusa Lukoil (y su joven socio ConocoPhillips) al adjudicarse el proyecto Fase 1 de la zona occidental de Qurna, valorado en 8.700 millones de barriles. A la italiana Eni SpA, junto con California’s Occidental Petroleum y Korea Gas Corp., se les otorgó el campo petrolífero iraquí de Zubair, con unas reservas valoradas en 4.400 millones de barriles. Shell fue el socio más aventajado, junto con Malaysia’s Petroliam Nadional Bhd. o Petronas, al ganar un contrato para el supergigantesco campo de Majnún, uno de los más grandes del mundo, con unas reservas valoradas en hasta 25.000 millones de barriles.” [1].
Zalloum afirma que para las compañías petroleras occidentales existe un doble interés: “[…] Está la explotación de los campos existentes, pero también de los campos explorados que aún no están en fase de producción. Por lo que respecta a los campos ya existentes, hay dos tipos de explotación. Una es la renovación de la infraestructura, ya que en los últimos 25 años ha ido perdiendo valor debido a las sanciones y conflictos. La segunda es que algunos de estos campos tienen diferentes estratos, de modo que una vez que utilicen técnicas innovadoras, como la perforación horizontal, hay un enorme potencial en los campos que han explorado”.
Sin embargo, existen factores que complican la situación. A raíz de la retirada militar estadounidense, Bagdad sufrió un brote de violencia y las desavenencias políticas se han agrandado, de modo que la inestabilidad en Iraq es evidente [2].
“[…] Iraq tiene un montón de petróleo barato de obtener, pero tiene también un montón de problemas —políticos, étnicos, tribales, religiosos, etc.— que le han impedido explotarlo tan bien o tan rápido como los saudíes”, afirma Tom Whipple, especialista en energía que fue analista de la CIA durante treinta años. “[…] Algún día puede resultar que Iraq tenga más bolsas de petróleo que Arabia Saudí. La cuestión principal es cómo será de estable el país después de que se marchen los estadounidenses. Hasta ahora no se ve que vaya muy bien la cosa.”
Sin embargo, Jihad, portavoz del ministerio de Petróleo iraquí, considera que los ataques contra los oleoductos iraquíes tienen un mínimo efecto sobre la capacidad de producción y declara que “[…] los sabotajes no afectarán a nuestra producción y exportaciones de petróleo porque podemos arreglar los daños en cuestión de días, incluso de horas”.
Whipple, miembro del Instituto Post-Carbón, afirma que Bagdad ha sabido regatear con las compañías petroleras occidentales: “[…] La única razón por la que están participando es porque todo el mundo lo hace y ellos esperan abrirse hueco en caso de que un nuevo gobierno en Iraq cambie su política para dejar que otros intrusos ganen más dinero. Recuerde que no están todas las compañías petroleras occidentales que tradicionalmente estaban ahí; los chinos, los rusos y Singapur, todos quieren una parte de las ganancias”.
¿Idea equivocada?
El portavoz Jihad dijo a Al Jazeera que muchos iraquíes creen que la razón por la que las compañías petroleras occidentales están operando en Iraq es simplemente para robar el petróleo de Iraq. “[…] Estas ideas se gestaron durante el régimen del depuesto dictador Sadam Hussein y son ideas equivocadas”, afirma. “[…] El futuro contribuirá a que los iraquíes entiendan que estas compañías han venido a trabajar aquí para ayudar a Iraq a vender su petróleo para ayudar a la población, y trabajan para servir al país” [3].
Jihad admite que su gabinete de prensa trabaja “[…] para ayudar a los iraquíes a comprender la naturaleza del trabajo que están haciendo estas compañías y sus inversiones en Iraq”.
Sin embargo, los iraquíes muestran su desacuerdo a Al Jazeera, a pesar de los esfuerzos del gabinete de Jihad para probar lo contrario. “[…] Sólo un niño ingenuo podría creer que los estadounidenses vinieron aquí por algo que no fuera nuestro petróleo; ni podemos creer que su estancia aquí tenga algo que ver con ayudar al pueblo iraquí”, dice a Al Jazeera Ahmed Ali, un ingeniero en paro.
Basim al-Khalili, el propietario de un restaurante del barrio de Karada en Bagdad, opina lo mismo: “[…] Si Iraq no tuviera petróleo, ¿acaso Estados Unidos habría sacrificado miles de soldados y cientos de miles de millones de dólares para venir aquí?”.
Juhasz, la analista de petróleo, también coincide en esto: “[…] Las compañías petroleras de Occidente y Estados Unidos, así como sus gobiernos estuvieron presionando para que se aprobase una nueva ley nacional en Iraq, la Ley del Petróleo Iraquí, que haría que Iraq pasara de ser un mercado nacionalizado de petróleo a ser otro mercado en gran medida privatizado a través de los Acuerdos de Participación en la Producción, un tipo de modelo de contrato utilizado en aproximadamente el 12 por ciento del mercado mundial de petróleo”.
Esta analista explica que este acuerdo ha sido rechazado por la mayoría de los países, incluidos todos los vecinos de Iraq, “[…] porque proporciona muchos más beneficios a las empresas extranjeras que al gobierno nacional”. Pero no ha sido un camino fácil para las compañías petroleras occidentales en Iraq. “[…] Las empresas occidentales más importantes, como Chevron y ConocoPhillips, que confiaban en firmar contratos, no pudieron hacerlo. En diciembre de 2010 tuvo lugar una tercera ronda [de contrataciones] y ninguna de las grandes compañías petroleras occidentales, excepto Shell, obtuvo contratos. Creo que hubo una fuerte reacción en Iraq contra la concesión de contratos a las grandes compañías petroleras occidentales importantes. Por eso, en diciembre de 2010, los campos fueron a parar a las compañías rusas Lukoil y Gazprom, la noruega Statoil y la compañía angoleña Sonangol, entre otras.”
A diferencia de lo que establece la Ley del Petróleo Iraquí [4], estos contratos no precisan pasar por el Parlamento, según el gobierno central. Esto significa que los contratos están siendo firmados sin un debate público. “[…] La población está en contra de la privatización y ésta es una razón por la que no ha sido aprobada la ley”, afirma Juhasz. “[…] Los contratos están promulgando una forma de privatización sin un debate público y, esencialmente, a punta de pistola: estos contratos han sido adjudicados durante una ocupación militar extranjera y los contratos más importantes han ido a parar a las empresas de los países extranjeros ocupantes. Diríase que la democracia y la equidad son los dos grandes perdedores en esta batalla por el petróleo.”
El futuro del petróleo de Iraq
En las actuales circunstancias, la posibilidad de una retirada de las compañías petroleras occidentales de Iraq parece remota y el gobierno de Obama sigue presionando a Bagdad para que apruebe la Ley del Petróleo Iraquí.
No obstante, continúa la resistencia a la presencia de los occidentales. “[…] El hecho más importante es que parece evidente que la mayoría de los iraquíes desean que su petróleo y sus operaciones sigan estando en manos iraquíes”, afirma Juhasz. “[…] Hasta ahora, ha sido necesaria una gigantesca invasión y ocupación militar extranjera para garantizar a las compañías petroleras extranjeras el acceso que han tenido hasta ahora [al petróleo iraquí].”
Mientras la seguridad en Iraq siga siendo tan volátil como siempre, como consecuencia del panorama político —que puede cambiar radicalmente en cualquier momento—, hay una sola cosa que siempre hemos de considerar como el meollo de estos conflictos, y es el petróleo iraquí.