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El 10 de enero es la fecha límite fijada por la Corte Penal Internacional, para que los nuevos gobernantes de Libia respondan a la Corte qué planes tienen para la celebración del juicio que ellos insisten debe ser en el territorio nacional, a Saif Al Islam Kadaffi, hijo del asesinado presidente libio Muammar Kadaffi y para confirmar «con carácter urgente» si el mismo se encuentra incomunicado. Trípoli aún no ha respondido la solicitud, pero la visita de Omar al-Bashir -el presidente sudanés buscado por la CPI por cargos de genocidio y crímenes de guerra- es vista por algunos como un probable indicador de la respuesta.

Saif al-Islam Gaddafi se encuentra en celda improvisada, una una sala de estar con una alfombra beige sucia, situada en un complejo cercano a la ciudad de Zintan, un modesto pueblo montañoso, situado 100 kilómetros al sur-este de Trípoli. Guardias uniformados son su única compañía y tiene prohibidas las visitas, la televisión, la radio y la Internet. Tiene seccionados los dedos índice y medio de su mano derecha, según el a consecuencia de un bombardeo de la OTAN, y según otros, producto del «trabajo» de algún simpatizante de los «rebeldes» por su costumbre de moverlos cuando se dirigía a ellos en las transmisiones de televisión. Allí lo entrevistó el asesor de Human Rights Watch, Fred Abrahams, en diciembre pasado.

“El gran problema es mi total aislamiento. No tengo acceso a la prensa, la radio ni la televisión”, le dijo Saif Al Islam. “Necesito contactar a mi familia o a mis amigos para encontrar un abogado”, agregó.

El hecho de que el gobierno libio no le ha impuesto cargos, no le ha dado acceso a un abogado, y lo tiene languideciendo en una prisión improvisada incomunicado, ha traído un torrente de criticas de parte de defensores internacionales de los derechos humanos.

Funcionarios de Consejo Nacional de Transición insisten en que el juicio será en Libia, no en La Haya. «La CPI es un tribunal secundario, y el pueblo libio no permitirá que Saif al-Islam sea juzgado afuera», dijo el portavoz del CNT, Mahmoud Shammam. Sin embargo, la Corte Penal Internacional insiste en que Trípoli tiene que persuadir a La Haya de que en el caos de la posguerra, Libia es capaz de garantizar un juicio justo.

La confrontación con la Corte Penal Internacional es porque este Tribunal insiste en que su mandato, recibido de las Naciones Unidas el año pasado, le da prioridad para juzgar a Saif, a menos que Libia pueda demostrar que esta en capacidad de realizarle un juicio justo.

Los gobernantes libios insisten en que el país va a celebrar el juicio. «Estamos listos para procesarlo», dijo el ministro de Justicia, Mohammed al-Alagy. «Hemos adoptado suficientes procedimientos legales y judiciales para asegurarle un juicio justo», agregó.

Tal juicio traería mucho entusiasmo, tanto en Libia como en el exterior. Se dice que él tiene importantes secretos de algunos de los que continúan manteniendo posiciones de poder en Libia. Mientras tanto, los extranjeros estarían observando para ver si revela detalles de los contactos de su padre con Blair, y el papel central que el desempeñó en la polémica decisión de las autoridades escocesas para liberar a Abdelbaset al-Megrahi, condenado por el bombardeo de Lockerbie. También podría ser una amenaza tanto para David Cameron y Nicolas Sarkozy, entre otros líderes políticos mundiales.

Con información de guardian.co.uk y Cubadebate.