
Durante su primera visita en diez años a la Casa de las Américas en La Habana, Cuba, Galeano destacó la imposibilidad de permanecer indiferente ante los problemas que aquejan al mundo hoy en día.
«La crisis que sufre el planeta ha llevado a muchos a aceptar lo inaceptable obligándolos a la indignidad», declaró.
Los términos del compromiso social son absolutos para Galeano: «O se es indigno o se es indignado», zanjó.
Para el autor de Las venas abiertas de América Latina los auténticos procesos de cambio «crecen lentamente de abajo hacia arriba y de adentro hacia fuera», por ello acotó que a veces dichos procesos «son silenciosos, casi secretos, pero existen en todas partes».
Galeano también dio cuenta de su regreso a la nación antillana. «Vuelvo a Cuba sin haberme ido porque esta isla siguió siempre viva dentro de mí, en mis palabras, en mis actos y en mi memoria, una memoria viva de todo lo que de ella recibí».
Su nueva visita a la Casa de las Américas tuvo como motivo la presentación de su libro Espejos, una historia casi universal, una suerte de recuento de la historia de la humanidad a partir de los sucesos y personajes que suelen quedar en el anonimato.
La obra ganó el Premio Honorífico de Narrativa José María Arguedas 2011, galardón otorgado por la institución cubana, y, según sus metafóricas palabras, es un texto que intenta recuperar los colores del «arcoíris terrestre».
«Quería ayudar a recuperar esos colores perdidos porque estamos ciegos, mutilados por una larguísima tradición de racismo, de machismo, de elitismo, de militarismo y de otros ismos que nos impiden descubrirnos en toda la plenitud de nuestra belleza posible».
El intelectual montevideano también aprovechó la oportunidad para expresar su admiración por la Revolución Cubana, a la cual describió como «un ejemplo de dignidad nacional y solidaridad en un mundo donde el patriotismo es un derecho negado a los países pequeños y pobres».