Los británicos parecen no tener intenciones de invitarnos a tomar el té sino a jugar al T.E.G. (plan Táctico y Estratégico de la Guerra). Durante toda la semana continuaron los cruces por el tema Malvinas.
Juega Gran Bretaña: El apoyo caribeño
La primer jugada importante la realizó la diplomacia británica, que en una reunión de la Comunidad del Caribe (Caricom) logró aprobar una declaración que insta a los países miembros a «apoyar el principio y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, incluyendo los habitantes de las Malvinas, reconociendo la importancia histórica de la autodeterminación en el desarrollo político del Caribe y su estado central como un principio internacionalmente acordado de conformidad con la Carta de la Organización de las Naciones Unidas». De esta manera se busca dividir el apoyo latinoamericano al reclamo de nuestro país y contrarrestar las resoluciones del Mercado Común del Sur, la Unión de Naciones Sudamericanas y la recientemente creada Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac), que apoyan el pedido argentino.
Cabe aclarar que dentro de la Celac hay países que conforman la Caricom y, por lo tanto, entrarían en contradicción en sus planteos. Sin embargo la explicación está en que la mayoría de los países miembros de este último organismo son ex colonias británicas que dependen casi exclusivamente del comercio con la vieja metrópoli. Por estos motivos la capacidad de presión y condicionamiento que tiene el Reino Unido sobre los pequeños estados caribeños es muy grande. Además, el gobierno británico mostró sus fichas al enviar a dicho encuentro a su canciller, William Hague, al secretario de Relaciones Exteriores de Territorios de Ultramar, Jeremy Browne, así como al ministro del Interior, James Brokenshire, y al ministro de Estado para el Desarrollo Internacional, Alan Duncan.
Juega Argentina: las declaraciones de la presidenta y el informe Rattenbach
Por su parte, la presidenta argentina, en su reaparición pública tras la operación, dedicó parte de su discurso al conflicto diplomático. Afirmó que nuestro país “va a seguir de la misma manera que lo hemos hecho hasta ahora: con mucha rigurosidad jurídica, diplomática, recogiendo apoyos”. También sostuvo que “Nadie les pide a los habitantes de las Malvinas que dejen de ser ingleses, como nadie se lo pide a ningún español, ni a ningún ucraniano, ni a nadie que desee vivir en nuestro país” y que Argentina mantendrá el reclamo de “que se cumplan las resoluciones de Naciones Unidas para que el Reino Unido se siente a dialogar sobre este tema”. Finalmente sostuvo en cuanto a la guerra de 1982 que “la historia demuestra claramente que aquello no fue una decisión del pueblo argentino sino una decisión de una Junta desesperada por tapar una realidad”. En este sentido convocó a hacer público el llamado “Informe Rattenbach”.
El “Informe Rattenbach” fue elaborado en 1983 bajo la presidencia de facto de Reynaldo Bignone. En el mismo se buscaba investigar el desempeño de las Fuerzas Armadas durante la Guerra de Malvinas, sin embargo fue archivado por la dictadura y luego por los gobiernos democráticos que le siguieron.
Este documento, elaborado bajo la dirección del teniente general Benjamín Rattenbach (del cual tomó su nombre), fue un intento del último gobierno de facto por levantar su imagen. Sin embargo, debido a conclusiones en las que se sostenía que la guerra fue una “aventura militar», decidieron ocultarlo. De todas maneras algunos extractos del documento se dieron a conocer cuando la revista Siete Días publicó, en noviembre de 1983, un resumen del informe en dos ediciones consecutivas.
El hijo del autor de este informe, el coronel Augusto Benjamín Rattenbach, manifestó su apoyo a la decisión de desclasificar el documento. «Me sorprendió este anuncio. Era un reclamo que yo había hecho varias veces, porque a este informe lo habían hecho desaparecer y así no servía para nada como testimonio para el país» declaró. En el informe “queda claro que el país no estaba preparado para ir a una guerra” comentó Rattenbach (hijo) en declaraciones a Radio Continental.
De esta manera, la Argentina busca desligarse de la incursión militar a Malvinas impulsada por la dictadura y avanzar en su reclamo ante los organismos internacionales y eliminar de esta forma el argumento británico del carácter “belicoso” de nuestro país.
Juega Gran Bretaña: las declaraciones del secretario de Defensa
Luego del discurso de Cristina Fernández, el secretario de Defensa británico, Gerald Howarth, hizo declaraciones al respecto. En la Cámara de los Comunes un diputado interpeló al secretario preguntándole si el recorte del gasto de defensa no “comprometía la capacidad de defender las Islas Malvinas”. Ante esto Howarth le contestó que planteaba preocupaciones que “están extendidas por todo el país, en particular a la luz de la belicosidad de Argentina». Pero sin embargo, continuó el secretario, «los argentinos no tienen ni la capacidad ni la intención de repetir la locura de 1982 y la fuerza disuasoria que tenemos está a la altura de lo requerido».
Juega Argentina: declaraciones de Timerman y del Senado
Concluyendo la semana, el canciller argentino Héctor Timerman planteó que «Argentina tiene cercenado parte de su territorio por una potencia colonial. No hay ningún motivo para que Gran Bretaña aduzca que tiene algún tipo de derecho sobre las Malvinas».
Además, la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado aprobó un Proyecto de Declaración que repudia los dichos del Primer Ministro David Cameron. En ese proyecto también se llama al Reino Unido a «cumplir con las resoluciones adoptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de alcanzar una solución pacífica sobre la disputa de soberanía de las Malvinas». Se eleva también el reclamo de soberanía ante la Unión Interparlamentaria Mundial ya que las declaraciones de Cameron se hicieron en el Parlamento Británico. Y finalmente se incluye en el documento el recordatorio de que el gobierno del Reino Unido otorgó en la década del 80 a los isleños el carácter de británicos, por lo que no pueden considerarse un “pueblo autónomo”.
Habrá que esperar a ver como se siguen moviendo las fichas en esta disputa que enfrenta a un imperio que busca mantener uno de sus últimos enclaves coloniales y a un país que reclama, desde hace 179 años, la devolución de esas islas que forman parte íntegra de su territorio.
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