Rafael  C. Malvarez (*)

 

Luego de dos períodos presidenciales de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández el poder estatal de las burocracias controla, domina y fija las políticas hacia el interior del gobierno, aunque también influye en la toma de decisiones hacia afuera de él.

 

Enormes áreas del Estado Argentino controladas por lobies empresariales, poder sindicalero y tecnócratas supervivientes de la década neoliberal menemista y del principio de siglo duhaldista siguen actuando sigilosamente los hilos de un entramado invisible pero eficaz a la hora de facilitar el accionar de los intereses corporativos dentro de la estructura de gobierno.

 

Desde los transportes públicos (terrestres y aéreos), pasando por las políticas de salud (medicamentos y sus precios aumentados; patentes y sus monopolios extranjeros, medicinas y su controles deficientes; campañas de vacunaciones auspiciadas por laboratorios transnacionales-Glaxo, Sanofi-Aventis, Merck, Roche, etc) hasta sectores de cancillería argentina recientemente intervenidos por su complicidad con factores de poder extranjeros, son muestras de la peligrosidad de la tecno-burocracia estatal al servicio de los enemigos de la Patria.

 

¿Pero que ha sucedido para que esto continúe luego de 8 años de crecimiento a tasas chinas con inclusión social y federalismo?

 

La falta de personas con conocimiento y conciencia social preparadas para la tarea de la defensa de los intereses nacionales y populares parece ser escasa a la hora de la “sintonía fina” planteada por la presidenta Cristina Fernández. Las políticas reformistas que se plantean hacia dentro de los organismos nacionales  penetran hasta un cierto nivel de profundidad a partir del cual el avance del proceso de transformación se ve frenado por los niveles de burocratismo enquistados en las instituciones que debieran liderar las políticas de inclusión económica, política, social y tecnológica que difunda hacia grandes masas poblacionales.

 

El legado de la dictadura neoliberal y el menem-liberalismo aún permanecen intactos y camuflajeados dentro de los instersticios de una estructura inmanente que impide una efectivo servicio estatal libre de complicidad con los grupos de poder globales y agentes locales que suman a funcionarios, organismos y profesionales al bloqueo de iniciativas políticas que se diluyen en el “laberinto de los expedientes”.

 

EL nuevo cristinismo encarnado en la agrupación juvenil La Cámpora no parece todavía reunir los cuadros necesarios para un reemplazo rápido y eficaz de un gobierno que requiere menos márketing político y más transformación real de las condiciones materiales y espirituales de millones de argentinos lanzados al abismo del consumismo sin conciencia, lacra del capitalismo salvaje que socava a las bases de gobiernos progresistas de la región.

 

(*) Trabajador Estatal