Autor: Marcos Ramos Godoy
Una vez más, las corporaciones transnacionales, los gobiernos de los países ricos y los países lacayos del imperio firman un tratado internacional, denominado ACTA, que impactará de lleno en la vida cotidiana de los pueblos.
El acuerdo contra la falsificación de productos es una nueva vuelta de tuerca de los Estados Unidos y sus aliados para conquistar mercados y reforzar la observancia (vigilancia) sobre los países en desarrollo y pobres en materia de bienes y servicios protegidos por la industria del copyrihgt y de las patentes, las principales del país del Norte.
La mayoría de los estados miembros de la Unión Europea, un total de 22, han firmado en Tokio el Anti-Counterfeiting Trade Agreement, entre ellos Austria, Bélgica, Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovenia, España, Suecia y el Reino Unido.
Ya lo habían firmado Australia, Canadá, Japón, Corea del Sur, Marruecos, Nueva Zelanda, Singapur y Estados Unidos y se espera que el resto de países europeos lo aprueben tras las finalización de los respectivos procedimientos internos. 
La propiedad intelectual como arma de dominación de la cultura y la tecnología están siendo burdamente empleada por el imperio norteamericano y sus aliados para conquistar y depredar el mercado global en plenas narices de gobiernos autotitulados como progresistas o defensores de derechos fundamentales del ser humano.
Estos gobiernos no han emitido opinión respecto de semejante esperpento imperial de la propiedad intelectual en que la única falsificación es la de gobiernos entregados a sus amos  que violentan la dignidad humana y el trabajo de millones de ciudadanos de sus propios países que aún no despiertan de la pesadilla capitalista.