Diagonal / Alba TV

A principios de noviembre Repsol- YPF anunció el que podría ser el mayor “hallazgo” de petróleo y gas de su historia. Según estimaciones de la empresa, en los 428 kilómetros cuadrados de Loma de la Lata –Patagonia argentina–, habría recursos de petróleo y gas, técnica y económicamente explotables, equivalentes a 927 millones de barriles de petróleo. De acuerdo a diversos medios de comunicación, en la zona ya se encuentran trabajando 15 equipos de perforación, y los pozos de shale oil realizados alcanzan niveles de extracción que rondan los 5.000 barriles por día. La explotación de este yacimiento de petróleo y gas se va a llevar a cabo con la técnica del fracking, (fractura de roca por presión hidráulica) que cuenta con importantes denuncias por las consecuencias ecológicas que genera.

El “descubrimiento” tiene vinculación directa con el hecho de que en diciembre de 2010 Repsol-YPF y la presidenta Cristina Fernández presentaron el hallazgo de 4,5 trillones de pies cúbicos de gas no convencional, y en líneas generales, con un listado de rimbombantes anuncios que se inscriben en un proceso generalizado de expansión territorial de la frontera hidrocarburífera. Voces críticas han puntualizado el hecho de que en Loma de la Lata –como en otras áreas– se conoce desde hace años la existencia de estructuras geológicas con recursos no convencionales, gracias a las inversiones de riesgo hechas por la YPF estatal durante décadas. Por lo tanto, más que de un “descubrimiento”, tendríamos que hablar de una recategorización de reservas “posibles” a “probadas”, cuyo propósito sería revalorizar a la compañía –en estos días sus acciones subieron más de un 5%–, para una posterior venta.

Quienes conviven día a día con la explotación, también se manifestaron en este sentido. El 2 de noviembre, Gabriel Cherquiwerken [portavoz] de la comunidad mapuche Kaxipayiñ–, declaró a la organización argentina de defensa de los recursos naturales, el Observatorio Petrolero Sur, que su comunidad no cree que “el gas no convencional sea de este momento, nosotros creemos que siempre existió, que seamás caro o más barato, son cuestiones del comercio. Lo que sí entendemos claramente es que esto es una cuestión política. Las acciones de YPF habían caído muchísimo y es necesario poder mantenerlas.(…) Para esta gente [Repsol YPF] esta reserva ya no significa un negocio como estaban acostumbrados, y para vender un yacimiento es necesario levantar las acciones, porque de lo contrario no tiene sentido vender algo muy barato”, asegura el líder mapuche.

Grave impacto ecológico

Es sumamente preocupante cómo se ha solapado –o minimizado al ridículo– la cuestión ecológica en cada uno de los anuncios y consideraciones privadas y oficiales, a pesar de los cientos de denuncias por contaminación de aire, suelo y agua hechas en Estados Unidos, por el uso de estas técnicas de perforación horizontal y fractura hidráulica (fracking en inglés) que se utilizan para liberar el hidrocarburo de las arenas y arcillas compactas.

Como ocurre con otras actividades extractivas, queda en manos de las organizaciones populares forzar el debate e impedir la agudización de un régimen de producción y consumo de energía social y ambientalmente no sustentable. En Argentina la hidrocarburodependencia de la matriz o mix energético, la frágil situación fiscal de las provincias, la vigencia de un régimen neoliberal de gestión y explotación del recurso, y un contexto mundial de crecientes necesidades energéticas y agotamiento de sus fuentes, pueden dar viabilidad a los anuncios de Repsol-YPF.

La matriz energética del país es sumamente dependiente del consumo de petróleo, y sobre todo de gas, que representa más del 50% de la oferta interna de energía primaria del país, más del doble del promedio mundial. Esta peculiaridad, sumada al pillaje y exportación de reservas perpetrado en las últimas dos décadas por multinacionales privadas –entre las cuales se encuentra Repsol– , y al crecimiento del Producto Interior Bruto a tasas similares a las China, ha derivado en crecientes importaciones de combustible que, según datos oficiales, se incrementaron en prácticamente un 715%, pasando de 549 millones dólares a 4.474 entre 2003 y 2010.

Con esta situación, no es de extrañar las declaraciones del secretario de Energía de Argentina, quien a mediados de octubre sostuvo que gracias a la extracción de hidrocarburos no convencionales, el país “dejará de importar energía en cortísimo plazo”. Las élites políticas y económicas provinciales también se han agarrado a los hallazgos. Mientras que a nivel mundial puede advertirse una creciente injerencia de los Estados nacionales en el sector con el propósito de promover sus intereses estratégicos y geopolíticos, en Argentina las provincias –fuertemente subordinadas a intereses privados– son las principales interlocutoras y rectoras de la política hidrocarburífera nacional.

Gracias a los anuncios de Repsol-YPF, aquellas fuertemente dependientes de la actividad como la provincia de Neuquén, vieron desaparecer rápidamente los fantasmas creados por el constante descenso de extracción, y parecen postergar la necesidad de diversificar su matriz monoproductora. Otras provincias que no cuentan con explotaciones efectivas en sus territorios, recibieron un fuerte espaldarazo para sus planes de promoción de la actividad. Así, no sería raro que el Plan Exploratorio 2010-2014, con el que Repsol-YPF se propuso “barrer” 250 bloques en todo el país, nos depare nuevos “descubrimientos” en los próximos meses.

Información Adicional ¿QUÉ ES EL ‘FRACKING’?

La fractura hidráulica –conocida en inglés como fracking– es una técnica de estimulación de yacimientos que consiste en el bombeo de grandes cantidades de agua, arena y compuestos químicos a elevada presión, con el propósito de producir microfracturas en la roca almacenadora de hidrocarburos; la técnica de perforación horizontal permite maximizar el área rocosa que, una vez fracturada, entra en contacto con el pozo, incrementando la extracción en términos de fluencia y volumen.

Hasta el momento se desconoce el origen de muchos de los químicos utilizados, así como su destino final una vez completadas las maniobras de fractura: una cantidad importante regresa a la superficie –fenómeno de flowback– y debe ser descartada siguiendo rigurosas normas de seguridad; el resto permanece bajo la superficie, constituyendo una muy potencial fuente de contaminación.