Lo importante, en estos casos es superar la barrera del lenguaje y acordar los recursos para lograr negociar la conclusión de un acuerdo económico entre los países en vías de desarrollo. Tomando en cuenta a las empresas con poco capital y las firmas, porque muchas de éstas industrias han sido vendidas varias veces a consorcios entrelazados entre sí y amparados por el escudo de los Estados desarrollados. De allí, la importancias de sus operarios, que, ahora son dispersados en Latinoamérica para compaginar los permisos y licencias de estímulo económico. De cierto, gobernantes y autoridades de todo el mundo no previeron la crisis financiera global, acercándose grupos bursátiles al abismo económico.
Las consecuencias están al frente. El Cono Sur, con un ejército débil, un tráfico de estupefacientes que altera los niveles de venta de un comercio estable de productos diversos, homicidios por doquier y precios fuera de toda normativa, sin olvidar los virus y ahora las tipificaciones de una grave enfermedad llamada cáncer en un colectivo mayor en el Sur, que, resulta dudoso. Europa junto a los judíos y franceses socava las bases financieras tras la muerte abrupta del líder tribal Muhamar Gadaffi, quién no se cuido de los astados financieros franceses y la moneda denominada euro. La Tercera Vía, una teoría ideológica del ex primer ministro de Inglaterra ha fracasado ante esta expectativa y, los criterios europeos no sirvieron para solidificarse ante un sistema capitalista en constante deterioro, aunque los resultados visibles reflejan una actitud inflexible, porque, el comportamiento de algunos colectivos dictan mucho de los años mozos de una izquierda atezada por la convicción profunda de las naciones integrantes de la OTAN para ocupar nuevos territorios y avanzar con verticalidad y asimetría hacia los nuevos factores de poder. El sectarismo ideológico parcela la dialéctica, creando un movimiento de polarización que inquieta, tanto al militarismo como a la sociedad civil. Ciertamente, existen núcleos del oscurantismo que desean desestabilizar los Comités de Lucha Popular, que se vienen formando para defender algunas ideas progresistas, aunque el oficialismo no les otorga una seguridad socioeconómica, ni tampoco existe un plan de empleo en algunas instituciones bolivarianas, como el caso de Venezuela, sin olvidar la ola de enfermedades desatadas en el Sur, incluyendo el cáncer.
Un caso patético de estos istmos ideológicos en el país del Libertador Simón Bolívar es, sin duda, los extranjeros y refugiados políticos que tienen un control absoluto en las urbanizaciones populares y supervisan los productos del mercado comestible que se llevan más allá de nuestras fronteras, sin olvidar las substancias alucinógenas y una población civil con armas de manera paralela, dejando una Guardia Nacional sin voz de mando .Es un tema muy delicado, nos movemos en tierras movedizas y no tenemos capacidad para afrontar algún incidente de emergencia, quizás existan un desinterés por el resguardo interno, pero, debemos ir hacia una disminución de la violencia.
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