Quienes han seguido mis últimos escritos habrán advertido que los he dedicado al desarrollo de una temática muy delicada, concerniente a una política siniestra que ha venido siendo promovida y ejecutada por las mentes más frías y maquiavélicas de los centros estratégicos imperiales del Pentágono y la CIA, los así llamados “think tank” de la guerra, y por sus oficinas repartidas en todo el mundo (embajadas de EE.UU.). Los Escuadrones de la Muerte, Paramilitares o Autodefensas, etc., no son otra cosa más que grupos mercenarios; sicarios contratados por los estrategas de dichos centros para la ejecución de tareas-objetivos bien trabajados en los laboratorios de la llamada “Guerra de 4ta
Basem Tajeldine
Generación”. Fomentan “acciones de guerra” y desestabilización magnificados por los medios de difusión de información con el objetivo de generar un efecto psicológico en la opinión pública esperado, de acuerdo a los planes y las necesidades del momento. Pues, sabemos, no nos estamos refiriendo a una táctica de guerra novedosa inventada por un genio criminal tipo Al Capone, sino a la perfeccionamiento de dichas tácticas. La historia de la humanidad está llena de estas experiencia. Desde siempre las burguesías apéndices pro-imperiales de la región han utilizado a grupos mercenarios-sicarios para reprimir al proletariado organizado y a su vanguardia sindical que reclaman mejoras laborales, o para asesinar a los militantes de izquierda. Está vez el empleo de grupos mercenarios se inscribe dentro de una estrategia imperial mucho más amplia. Venezuela se avecina a un proceso electoral presidencial pautado para el próximo mes de octubre de 2012. Sin duda esto representa una nueva oportunidad para destruir, en las urnas, a la Revolución Bolivariana. Los Estados Unidos y el sionismo internacional no la dejarán pasar por alto esta ocasión.
No es difícil suponer lo que pretende Estados Unidos y sus lacayos con el empleo de mercenarios en Venezuela. Las experiencias recientes registradas en nuestro país, en Colombia, el Medio Oriente y en el Norte del África nos recuerda que entre sus objetivos se encuentra la eliminación de la vanguardia revolucionaria, la generación de condiciones de inestabilidad dentro del país a través de conatos de “guerra civil” o el asesinato de personas inocentes y “lideres” de la oposición para así responsabilizar a los gobiernos nacionalistas-progresistas y/o revolucionarios de “violadores de los derechos humanos”, “ingobernabilidad” o “instigadores de la violencia” de forma que permita justificar una intervención imperial amparada en la “responsabilidad de Proteger” a civiles “inocentes”.
Lo que hoy toma mucha fuerza en otras latitudes y muy cerca de nuestras fronteras (Colombia); aqueja en mayor grado a los pueblos árabes del Norte del África y del Medio Oriente, es y será también una táctica intervencionista que será utilizada contra nuestra revolución en los venideros meses previos a las elecciones presidenciales.
El empleo de grupos mercenarios por parte del imperialismo estadounidense y el sionismo internacional, y de sus grandes medios de difusión para magnificar las acciones criminales de estos grupos contra el pueblo y la Revolución Bolivariana, buscará crear las condiciones necesarias que permitan justificar una agresión directa y “legalizada” por los instrumentos imperiales internacionales (como: ONU, OEA, CIDH, CPI, etc.) contra nuestro país con el objetivo de influir negativamente en la reelección presidencial de Hugo Chávez Frías. El formato intervencionista imperial aplicado con cierto “éxito” en el pasado contra Nicaragua, y hoy contra la Jamahiriya Libia y Siria está siendo ensayado para repetirse en Venezuela.
Las agresiones mercenarias contra la Revolución Bolivariana no representan una experiencia nada nueva para nosotros. Ya en el pasado muy reciente hemos sido victimas de la acción criminal de estos grupos. Bastaría con recordar el Golpe de Estado del 2002 y la masacre perpetrada por francotiradores mercenario contra un grupo de revolucionarios y opositores que se encontraban en las inmediaciones de Puente Llaguno (Caracas); los asesinatos en Plaza Altamira por el mercenario Joao Gouveia y los militares opositores (Caracas); los Paramilitares atrapados en la Finca Daktari (muy cerca de Caracas); y los más de 300 lideres campesinos asesinados en el interior de Venezuela, todos estos casos representan pruebas fehacientes de nuestra advertencia. En Nicaragua los grupos mercenarios agrupados en los llamados “CONTRA” lograron influir con éxito en las elecciones presidenciales celebradas en ese país en el año 1984 donde fue derrotado el movimiento sandinista resultando vencedora la la candidata pro-estadounidense Violeta Chamorros.
La canalla mal llamada “oposición” acentúa sus criticas contra el Gobierno Bolivariano culpándolo por la “inseguridad” reinante en el país. Si bien existen verdades que no podemos ni debemos ocultar, extrañamente, muchas de las personas que son víctimas del “hampa” terminan siendo asesinadas bajo formas crueles. Inmediatamente la carroñera “oposición” responsabiliza al gobierno de esos crímenes dejándonos ver así sus macabras intenciones. La recurrencia de crímenes horrendos, de secuestros no es algo normal en nuestra sociedad. Si bien existe un segmento importante de la población venezolana que ha sido desde mucho tiempo corrompida por los vicios del capitalismo, el lucro y dinero fácil, la recurrencia y la gravedad de los crímenes que son magnificados por los medios de difusión debe despertar nuestra atención.
El crimen organizado representa la expresión más pura de los principios que rigen el Capital: es la explotación al margen de las leyes burguesas del hombre por el hombre. Pero la repetición de estos hechos vandálicos y terroristas debería llamarnos a todos a la reflexión. Por otro lado, muchos de los voceros de la derecha “venezolana” hablan ya desde sus medios impresos y televisoras de desconocer la segura victoria del Presidente Chávez. Los más descarados criminales también hablan de recurrir a “otras vías” para conseguir su objetivo de derrocar al Presidente Chávez.
La parásita burguesía “venezolana” lacaya nos muestra sus colmillos antes de tiempo. El gobierno y el pueblo de Venezuela, todos, debemos de prepararnos para lo que se nos viene. El imperialismo hoy sumergido en la crisis estructural de su sistema económico capitalista se vuelve aun más cínico y violento por reconquistar su hegemonía perdida en la región. La decadencia imperial es una realidad incuestionable. Sólo la razón de la fuerza bélica y el uso descarado de los organismos internacionales representan las únicas opciones que posee la casta del poder imperial para la reproducción del quebrado sistema económico capitalista y su dominio mundial.
La destrucción de la Revolución Bolivariana (Venezuela) se ha convertido en un objetivo fundamental del imperialismo estadounidense y del sionismo internacional para el próximo año 2012. Saben que sólo destruyendo a Venezuela asestarían un duro golpe no sólo contra los intereses del pueblo venezolano sino también contra toda la rebeldía que camina en región y el mundo inspirada en el ejemplo de la Revolución Bolivariana.
Debemos prepararnos para momentos difíciles. A buena hora nace la Comunidad Latinoamericana y Caribeña (CELAC) nuevo organismo regional que reúne a todos los países de Nuestra América sin la presencia insolente del imperio del Norte; instrumento regional por excelencia que, además de impulsar la integración y unión de nuestros pueblos, primará por resolver de forma pacífica los conflictos internos y/o entre países miembros conforme al Artículo 52 de la Carta de Naciones Unidas. Pero mientras se organiza y estructura la CELAC y cree legislaciones e instrumentos regionales para la defensa, paralelamente, el Estado venezolano debe preparar a sus servicios de inteligencia para prevenir y defender al pueblo venezolano y a la Revolución Bolivariana de la acción criminal y terrorista mercenaria dirigida por EE.UU.